Joyas de los Testimonios 2

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La recepción de las ofrendas misioneras semanales

La pureza y la sencillez de la escuela sabática no deben desaparecer bajo una variedad tan infinita de formas, que no se pueda dedicar suficiente tiempo a los intereses religiosos. La belleza y el éxito de la escuela residen en su sencillez y el fervor por servir a Dios. Nada puede hacerse sin orden y reglamentación, pero estas cosas pueden llegar a eliminar deberes mayores y más importantes. Debe decirse menos a los alumnos acerca de los preliminares externos y el sistema, y mucho más acerca de la salvación de su alma. Tal debe ser el principio directivo de la escuela.* 2JT 561.3

Lo que se necesita mucho en la escuela sabática no es maquinaria, sino un conocimiento de las cosas espirituales. ¡Cuán grandemente necesitan los obreros ser bautizados del Espíritu Santo, a fin de llegar a ser verdaderos misioneros para Dios!* 2JT 562.1

Damos gracias a Dios porque nuestras escuelas sabáticas han contribuído bastante a hacer progresar muchas empresas preciosas. Los niños y los jóvenes han dado sus monedas, las que como arroyuelos, han proporcionado un caudal de beneficencia. Se debe educar a los niños de tal manera que realicen actos abnegados, y al verlo el cielo se regocijará. Cuando tienen aún sobre sí el rocío de la juventud, debe adiestrarse a los niños para que sirvan a Cristo. Se les debe enseñar a ser abnegados. 2JT 562.2

Este asunto de dar no queda librado al impulso. Dios nos ha dado instrucciones definidas al respecto. El ha especificado los diezmos y las ofrendas como la medida de nuestra obligación, y desea que demos regular y sistemáticamente. Pablo escribió a la iglesia de Corinto: “Cuanto a la colecta para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia. Cada primer día de la semana cada uno de vosotros aparte en su casa, guardando lo que por la bondad de Dios pudiere.” 1 Corintios 16:1, 2. Examine cada uno regularmente sus entradas, que son todas bendición de Dios, y ponga aparte el diezmo como fondo separado, que ha de ser sagrado para el Señor. Este fondo no debe emplearse en ningún caso para otro uso; sino que se ha de dedicar solamente a sostener al ministerio del Evangelio. Después que se ha puesto a un lado el diezmo, separe cada uno como dones y ofrendas “lo que por la bondad de Dios pudiere.” 2JT 562.3

Durante la dispensación judaica, al nacer los hijos se presentaba una ofrenda a Dios, como él mismo lo había indicado. 2JT 562.4

En los cumpleaños se debe enseñar a los niños que tienen motivo de agradecer a Dios su bondad y su amor por haberles conservado la vida durante otro año. Pueden impartírseles así lecciones preciosas. Por la vida, la salud, el alimento y la ropa, no menos que por la esperanza de la vida eterna, estamos en deuda con el Dador de toda merced; y es nuestra obligación para con Dios reconocer sus dones y presentar nuestras ofrendas de gratitud a nuestro mayor Bienhechor. El Cielo reconoce estos donativos.* 2JT 562.5