Joyas de los Testimonios 2

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El colportaje es verdadero ministerio

Todos los que deseen tener una oportunidad de ejercer un verdadero ministerio, y que quieran entregarse sin reserva a Dios, hallarán en el colportaje oportunidades de hablar de las muchas cosas concernientes a la vida futura e inmortal. La experiencia así ganada será del mayor valor para los que se están preparando para el ministerio. Es el acompañamiento del Espíritu Santo de Dios lo que prepara a los obreros, sean hombres o mujeres, para apacentar la grey de Dios. Mientras alberguen el pensamiento de que Cristo es su compañero, sentirán una reverencia santa, un gozo sagrado en medio de los incidentes penosos y de todas las pruebas. Aprenderán a orar mientras trabajen. Serán educados en la paciencia, la bondad, la afabilidad y el espíritu servicial. Practicarán la verdadera cortesía cristiana, recordando que Cristo, su Compañero, no puede aprobar las palabras duras ni los sentimientos adustos. Sus palabras serán purificadas. Considerarán la facultad del habla como talento precioso, que les ha sido prestado para hacer una obra elevada y santa. El agente humano aprenderá a representar al Compañero divino con el cual está asociado. Manifestará respeto y reverencia hacia este Ser santo e invisible, porque lleva su yugo y aprende sus modales puros y santos. Los que tienen fe en este Acompañante divino se desarrollarán. Serán dotados de poder para revestir el mensaje de verdad con una belleza sagrada. 2JT 541.1

Hay quienes se prestan para la obra del colportaje, y pueden realizar más en este ramo que por la predicación. Si el Espíritu de Cristo mora en su corazón, hallarán oportunidad de presentar su Palabra a otros, y de dirigir las mentes a las verdades especiales para este tiempo. A veces emprenden este trabajo ciertos hombres adecuados para él; pero algún ministro poco juicioso los halaga diciéndoles que sus dones debieran dedicarse a la predicación en lugar de la obra del colportaje. Los inducen así a obtener una licencia para predicar, y los mismos que podrían haberse preparado para ser buenos misioneros que visitasen las familias en sus casas, conversasen y orasen con ellas, son desviados de una obra para la cual son idóneos, resultan en ministros mediocres, y queda descuidado el campo donde tanto se necesita trabajar y donde tanto bien se podría hacer. 2JT 541.2