Joyas de los Testimonios 2

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Los niños descuidados

¿Ha de permitirse que los jóvenes sean llevados de aquí para allá, que se desanimen y que caigan en las tentaciones que por doquier los acechan para enredar sus incautos pies? La obra que se halla más a mano de los miembros de nuestras iglesias es la de interesarse en nuestros jóvenes y con bondad, paciencia y ternura enseñarles renglón tras renglón y precepto tras precepto. ¡Oh! ¿dónde están los padres y las madres en Israel? Debieran ser muchos los que, como dispensadores de la gracia de Cristo, sientan por los jóvenes un interés especial, y no meramente casual. Muchos debieran sentirse conmovidos por la situación lastimosa en que se encuentran nuestros jóvenes y darse cuenta de que Satanás se vale de toda artimaña imaginable para hacer caer a los jóvenes en su red. Dios demanda que la iglesia se despierte de su letargo y vea el servicio que se le exige en este tiempo de peligro. 2JT 455.1

Los ojos de nuestros hermanos y hermanas deben ser ungidos con el colirio celestial a fin de que vean las necesidades de este tiempo. Los corderos del rebaño han de ser apacentados, y el Señor del cielo observa para ver quién hace la obra que él quiere que se haga en pro de los niños y jóvenes. La iglesia duerme y no se percata de la magnitud de esta cuestión. Alguien dirá: “¿Qué necesidad hay de ser tan escrupuloso en educar a nuestros jóvenes de manera cabal? Me parece que si unos cuantos de los que hayan decidido seguir alguna vocación literaria o alguna otra carrera que exige cierta disciplina, reciben atención especial, es todo lo que se necesita. No es necesario que todos nuestros jóvenes sean tan bien enseñados. ¿No bastará, acaso, la completa educación de unos cuantos para todo requerimiento esencial?” 2JT 455.2

No, respondo, y lo recalco enérgicamente. ¿Qué selección seríamos capaces de hacer de entre nuestros jóvenes? ¿Cómo podríamos decir nosotros quién habría de ser el más promisorio, quién habría de rendir a Dios el mejor servicio? Con nuestro juicio humano, haríamos lo que hizo Samuel, quien, al ser enviado en busca del ungido del Señor, miró a la apariencia exterior. 2JT 456.1

Pero el Señor le dijo: “No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová mira no lo que el hombre mira; pues que el hombre mira lo que está delante de sus ojos, mas Jehová mira el corazón.” 1 Samuel 16:7. A ninguno de los hijos de Isaí, de parecer noble, aceptaba el Señor; mas cuando David, el hijo menor, un mero joven, pastor de ovejas, fué traído del campo y pasó ante Samuel, el Señor dijo: “Levántate y úngelo, que éste es.” ¿Quién podría determinar qué joven de una familia resultaría eficiente en la obra de Dios? Se debe permitir a todos los jóvenes gozar de los beneficios y privilegios de una educación en nuestras escuelas a fin de que reciban estímulo para ser colaboradores de Dios. 2JT 456.2