Joyas de los Testimonios 2

190/280

La parábola de la oveja perdida*

La parábola de la oveja extraviada debiera ser atesorada como lema en toda familia. El divino Pastor deja las noventa y nueve, y sale al desierto a buscar la perdida. Hay matorrales, pantanos, y grietas peligrosas en las rocas, y el Pastor sabe que si la oveja está en alguno de estos lugares, una mano amistosa debe ayudarle a salir. Mientras oye su balido lejano, hace frente a cualquier dificultad para salvar a su oveja perdida. Cuando la descubre, no la abruma con reproches. Se alegra de que la encontró viva. Con mano firme aunque suave, aparta las espinas, o la saca del barro; la alza tiernamente sobre sus hombros, y la lleva de vuelta al aprisco. El Redentor puro y sin pecado, lleva al ser pecaminoso e inmundo. 2JT 407.1

El que expía los pecados lleva la oveja contaminada; pero es tan preciosa su carga que se regocija, cantando: “Dadme el parabién, porque he hallado mi oveja que se había perdido.” Lucas 15:6. Considere cada uno de vosotros que su propia persona ha sido llevada sobre los hombros de Cristo. No albergue nadie un espíritu dominador, de justicia propia y criticón; porque ni una sola oveja habría entrado en el aprisco si el Pastor no hubiese emprendido la penosa búsqueda en el desierto. El hecho de que una oveja se había perdido bastaba para despertar la simpatía del Pastor, y hacerle emprender su búsqueda. 2JT 407.2

Este mundo diminuto fué escena de la encarnación y el sufrimiento del Hijo de Dios. Cristo no fué a los mundos que no habían caído, sino que vino a este mundo, todo mancillado y quemado por la maldición. La perspectiva no era favorable, sino muy desalentadora. Sin embargo, “no se cansará, ni desmayará, hasta que ponga en la tierra juicio.” Isaías 42:4. Debemos tener presente el gran gozo manifestado por el Pastor al recobrar la oveja perdida. Llama a sus vecinos y dice: “Dadme el parabién, porque he hallado la oveja que se había perdido.” Y por todo el cielo repercute la nota de gozo. El Padre mismo se regocija con canto por el alma rescatada. ¡Qué santo éxtasis de gozo se expresa en esta parábola! Y es nuestro privilegio participar de este gozo. 2JT 407.3

¿Estáis vosotros, los que veis este ejemplo, cooperando con el que está tratando de salvar a los perdidos? ¿Sois colaboradores con Cristo? ¿No podéis soportar por su causa sacrificios, padecimientos y pruebas? Hay oportunidad de hacer bien a las almas de los jóvenes y de los que yerran. Si veis a alguno cuyas palabras o actitud demuestran que está separado de Dios, no le culpéis. No es obra vuestra condenarle, sino acercaros a su lado para darle ayuda. Considerad la humildad de Cristo, su mansedumbre y sumisión, y obrad como él obró, con el corazón lleno de ternura santificada. “En aquel tiempo, dice Jehová, yo seré por Dios a todos los linajes de Israel, y ellos me serán a mí por pueblo. Así ha dicho Jehová: Halló gracia en el desierto el pueblo, los que escaparon del cuchillo, yendo yo para hacer hallar reposo a Israel. Jehová se manifestó a mí ya mucho tiempo ha, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto te soporté con misericordia.” Jeremías 31:1-3. 2JT 408.1

Para obrar como Cristo obró, debemos crucificar el yo. Es una muerte dolorosa; pero es vida para el alma. “Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados.” Isaías 57:15. 2JT 408.2