Joyas de los Testimonios 2

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La obra pro temperancia*

En nuestra obra debe dedicarse más atención a la reforma pro temperancia. Todo deber que exige reforma entraña arrepentimiento, fe y obediencia. Significa elevar el alma a una vida nueva y más noble. De modo que toda verdadera reforma tiene su lugar en la obra del mensaje del tercer ángel. Especialmente la reforma pro temperancia exige nuestra atención y apoyo. En nuestros congresos debemos llamar la atención a esta obra y hacer de ella un asunto de viva importancia. Debemos presentar a la gente los principios de la verdadera temperancia y solicitarle que firme la promesa de abstinencia. Debe dedicarse atención especial a los que están esclavizados por los malos hábitos. Debemos conducirlos a la cruz de Cristo. 2JT 398.1

Nuestros congresos deben recibir la visita y la colaboración de los médicos. Deben ser éstos hombres de sabiduría y juicio sano, hombres que respeten el ministerio de la Palabra, y que no sean víctimas de la incredulidad. Son los guardianes de la salud del pueblo, y deben ser reconocidos y respetados. Deben dar instrucción a la gente acerca de los peligros de la intemperancia. En lo futuro este mal deberá combatirse más audazmente que en lo pasado. Los ministros y los médicos deben presentar los males de la intemperancia. Ambas clases deben trabajar en el Evangelio con poder para condenar el pecado y ensalzar la justicia. Los ministros o médicos que no dirigen llamamientos personales a la gente son remisos en su deber. No cumplen la obra que Dios les ha asignado. 2JT 398.2

En otras iglesias hay cristianos que se destacan en defensa de los principios de la templanza. Debemos procurar acercarnos a estos obreros y preparar el terreno para que nos acompañen. Debemos invitar a hombres grandes y buenos a que secunden nuestros esfuerzos por salvar lo que se ha perdido. 2JT 398.3

Si llevásemos adelante la obra pro temperancia como se inició hace treinta años; si en nuestros congresos presentáramos a la gente los males de la intemperancia en el comer y beber, especialmente los males de la bebida; si estas cosas fuesen presentadas en relación con las evidencias de la pronta venida de Cristo, la gente se conmovería. Si manifestáramos un celo proporcional a la importancia de las verdades que presentamos, podríamos contribuir a rescatar de la ruina a centenares, sí, a millares. 2JT 399.1

Únicamente la eternidad habrá de revelar lo que ha alcanzado este ministerio, y cuántas almas enfermas de duda y cansadas de la mundanalidad y de la agitación, fueron llevadas al gran Médico que anhela salvar hasta lo sumo a cuantos acuden a él. Cristo es un Salvador resucitado, y hay sanidad en sus alas. 2JT 399.2

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Mientras vemos a los hombres ir a los lugares donde se expende el veneno líquido que destruye su razón, mientras vemos peligrar sus almas, ¿qué estamos haciendo para rescatarlos? Nuestra obra en favor de los tentados y caídos alcanzará verdadero éxito únicamente en la medida en que la gracia de Cristo vuelva a formar el carácter, y el hombre sea puesto en relación viva con el Dios infinito. Tal es el propósito de todo verdadero esfuerzo pro temperancia. Somos invitados a trabajar con energía más que humana, a obrar con el poder que hay en Cristo Jesús. El que condescendió a tomar la naturaleza humana es el que nos mostrará cómo dirigir la batalla. Cristo dejó su obra en nuestras manos y hemos de luchar con Dios, impetrando día y noche el poder invisible. Echando mano de Dios por intermedio de Jesucristo es cómo ganaremos la victoria. 2JT 399.3

A medida que nos acercamos al fin del tiempo, debemos elevarnos cada vez más en lo que respecta a la cuestión de la reforma pro salud y la temperancia cristiana, presentándola de una manera más positiva y decidida. Debemos esforzarnos continuamente por educar a la gente, no solamente por nuestras palabras, sino también por nuestra práctica. El precepto y la práctica combinados ejercen una poderosa influencia.* 2JT 399.4