Joyas de los Testimonios 2

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La obra de los ministros

Los presidentes de las asociaciones y los ministros deben dedicarse a los intereses espirituales de los hermanos, y debe por lo tanto, excusárselos de los trabajos mecánicos que acompañan los congresos. Los ministros debieran estar listos para actuar como maestros cuando la ocasión lo requiere; pero no deben agotarse. Deben sentirse refrigerados, estar en disposición animosa; porque es esencial para el bienestar de la congregación. Deben poder hablar palabras de aliento y valor, y dejar caer en el terreno de los corazones sinceros semillas de verdad espiritual que brotarán y darán precioso fruto. 2JT 383.1

Los ministros deben enseñar a la gente a acudir al Señor y llevar a otros a él. Deben adoptarse métodos, ejecutarse planes, por los cuales se enarbolará el estandarte y se enseñará cómo purificarse de la iniquidad y elevarse por la adhesión a los principios puros y santos. 2JT 383.2

Debe proveerse tiempo para el escudriñamiento del corazón y la cultura del alma. Cuando la mente se dedica a asuntos de negocios, habrá necesariamente falta de poder espiritual. La piedad personal, la verdadera fe y la santidad del corazón deben tenerse presentes, para que los hermanos comprendan su importancia. 2JT 383.3

Debe manifestarse el poder de Dios en nuestros congresos, o no podremos prevalecer contra el enemigo de las almas. Cristo dice: “Sin mí, nada podéis hacer.” Juan 15:5. 2JT 383.4

A los que se reúnen en los congresos debe inculcárseles el hecho de que el propósito de las reuniones es obtener una experiencia cristiana superior, progresar en el conocimiento de Dios, fortalecerse con vigor espiritual; y a menos que comprendamos esto, las reuniones serán infructuosas para nosotros. 2JT 383.5

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Ninguna influencia puede ser tan perjudicial para un congreso o cualquier otra reunión de culto religioso, como las muchas visitas y la conversación negligente. Con frecuencia, hombres y mujeres se reúnen en grupos y entablan conversación sobre asuntos comunes que no se relacionan con la reunión. Algunos han traído sus fincas consigo, otros han traído sus casas, y hacen sus planes para edificar. Algunos disecan el carácter de otros, y no tienen tiempo ni disposición para escudriñar su propio corazón, descubrir los defectos de su propio carácter, para que puedan corregir sus faltas y alcanzar la santidad en el temor de Dios. 2JT 384.1

Si todos los que profesan seguir a Cristo aprovechasen el tiempo mientras están libres de reuniones para conversar de la verdad, espaciarse en la experiencia cristiana, escudriñar su propio corazón y en ferviente oración a Dios suplicar su bendición, se realizaría una obra mucho mayor de la que se ha visto hasta aquí. Los incrédulos que acusan falsamente a los que creen la verdad, quedarían convencidos por causa de su “buena conversación en Cristo.” 1 Pedro 3:16. Nuestras palabras y acciones son el fruto que llevamos; “por sus frutos los conoceréis.” Mateo 7:16.* 2JT 384.2

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El objeto de un congreso consiste en inducir a todos a separarse de los cuidados y cargas de sus negocios, y dedicar algunos días exclusivamente a buscar al Señor. Debemos dedicar el tiempo a examinarnos a nosotros mismos, escudriñar detenidamente nuestro corazón, confesar penitentemente nuestros pecados, y renovar nuestros votos al Altísimo. Si algunos acuden a estas reuniones con motivos menos dignos, esperamos que el carácter del congreso será tal que inculque en sus mentes los debidos objetivos.* 2JT 384.3

La fe de la mayoría de los cristianos vacilará si descuidan constantemente el plan de reunirse para conferir unos con otros y orar. Si les fuese imposible gozar de estos privilegios religiosos, entonces Dios les mandaría luz directamente del cielo por sus ángeles, para animar, alentar y bendecir a su pueblo disperso. Pero no se propone realizar un milagro para sostener la fe de sus santos. Requiere de ellos que amen bastante la verdad para tomarse algunas pequeñas molestias a fin de conseguir los privilegios y las bendiciones que Dios les garantiza. Lo menos que pueden hacer es dedicar algunos días del año a un esfuerzo unido para hacer progresar la causa de Cristo e intercambiar sus consejos amistosos y su simpatía.* 2JT 385.1