Joyas de los Testimonios 2

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Faltan los obreros preparados

Tenemos sumamente pocos talentos obrando en los diferentes ramos de la causa. Deben iniciarse nuevas empresas. Necesitamos capacidad para idear planes por los cuales las almas que están en las tinieblas del error puedan ser alcanzadas. Necesitamos la inteligencia de mentes diversas; pero no debemos censurarlas porque sus ideas no se ajusten precisamente a las nuestras. Debemos tener planes más amplios para la educación de los obreros que han de dar el mensaje. Los que creen y aman la verdad, han obrado noblemente dando de sus recursos para sostener sus diversas empresas, pero hay gran falta de obreros capaces. 2JT 226.1

No es prudente estar constantemente gastando recursos para abrir campos nuevos, mientras que se hace tan poco para preparar obreros que los ocupen. La obra de Dios no debe ser impedida por falta de agentes que la realicen. El llama a hombres cultos, que sean estudiantes de la Biblia, que amen la verdad que presentan a otros, que la introduzcan en su propia vida y carácter. Necesitamos hombres que amen a Jesús y se aferren a él, y que aprecien el sacrificio infinito hecho en favor de la humanidad caída. Necesitamos labios tocados por el fuego santo, corazones limpios de la contaminación del pecado. Aquellos cuya piedad es superficial y que tienen gran ambición de ser considerados los primeros y mejores, no son los hombres para este tiempo. No se necesitan aquellos que piensan más en su propia voluntad que en la obra. 2JT 226.2

Nuestras iglesias no están recibiendo la preparación que las induciría a andar con toda humildad de ánimo, a desechar todo el orgullo de la ostentación exterior y a trabajar para el atavío interior. La eficiencia de la iglesia está conformada precisamente por el celo, la pureza, la abnegación y el trabajo diligente de los ministros. Un espíritu misionero activo debe caracterizar a cada uno de sus miembros. Deben tener piedad más profunda, una fe más fuerte y opiniones más amplias. Deben hacer una obra más cabal en el esfuerzo personal. Lo que necesitamos es una religión viva. Una sola persona que tenga amplios conceptos del deber, cuya alma esté en comunión con Dios, y que esté llena de celo por Cristo, ejercerá una poderosa influencia para el bien. No beberá en una corriente baja, turbia o corrompida, sino en las aguas puras y excelsas de la Fuente principal, y podrá comunicar nueva vida y poder a la iglesia. 2JT 227.1