Joyas de los Testimonios 3

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El derecho de la redención*

Los diezmos y las ofrendas dedicados a Dios son un reconocimiento de su derecho sobre nosotros por la creación, y son también un reconocimiento de su derecho por la redención. Por cuanto todo nuestro poder deriva de Cristo, esas ofrendas han de fluir de nosotros a Dios. Deben recordarnos siempre lo que por la redención Dios tiene derecho a pedirnos, pues ese derecho abarca todo lo demás. La comprensión del sacrificio hecho en nuestro favor se ha de conservar siempre fresca en nuestra mente y debe influir siempre sobre nuestros pensamientos y planes. Cristo debe estar entre nosotros como quien fué en verdad crucificado. 3JT 77.1

¿No sabéis “que no sois vuestros? Porque comprados sois por precio.” 1 Corintios 6:19, 20. ¡Qué precio se pagó! Contemplemos la cruz y la víctima alzada en ella. Mirad aquellas manos atravesadas por los crueles clavos. Mirad sus pies sujetados con clavos a la cruz. Cristo llevó nuestros pecados en su propio cuerpo. Ese sufrimiento, esa agonía, es el precio de nuestra redención. Fué dada esta orden: “Líbralos de perecer eternamente. Yo he hallado rescate.” 3JT 77.2