Joyas de los Testimonios 3

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Las actividades misioneras*

El Testigo fiel se dirige a la iglesia de Efeso diciendo: “Pero tengo contra ti que has dejado tu primer amor. Recuerda por tanto de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré presto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido.” Apocalipsis 2:4, 5. 3JT 55.1

Al principio, lo que distinguía a la iglesia de Efeso era la sencillez y el fervor de un niño. Manifestaba hacia Cristo un amor sentido, vivo y ferviente. Los creyentes se regccijaban en el amor de Dios, porque Cristo estaba continuamente presente en su corazón. Alababan a Dios y su actitud agradecida concordaba con el agradecimiento de la familia celestial. 3JT 55.2

El mundo conocía que habían estado con Jesús. Los hombres pecaminosos, arrepentidos, perdonados, limpiados y santificados, eran asociados con Dios por medio de su Hijo. Los creyentes trataban fervientemente de recibir y obedecer toda palabra de Dios. Llenos de amor por su Redentor, procuraban como su más alto objeto ganar almas para Cristo. No querían guardar para sí el precioso tesoro de la gracia de Cristo. Sentían la importancia de su vocación y, abrumados por el mensaje: Paz en la tierra, buena voluntad para con los hombres, ardían en deseos de proclamar las buenas nuevas hasta los confines más remotos de la tierra. 3JT 55.3

Los miembros de la iglesia estaban unidos en sus sentimientos y acciones. El amor por Cristo era la cadena de oro que los vinculaba entre sí. Continuaban conociendo al Señor siempre más perfectamente, y revelaban alegría, consuelo y paz en su vida. Visitaban a los huérfanos y las viudas en sus aflicciones y se conservaban sin mancha del mundo. Consideraban que dejar de hacerlo habría sido contradecir su profesión y negar a su Redentor. 3JT 55.4

En toda ciudad, se llevaba adelante la obra. Se convertían almas, que a su vez sentían que debían comunicar el inestimable tesoro. No podían descansar hasta que los rayos de luz que habían iluminado su mente resplandeciesen sobre otros. Multitudes de incrédulos llegaban a conocer la razón de la esperanza del cristiano. Se hacían cálidos e inspirados llamamientos personales a los pecaminosos y errantes, a los desechados y a aquellos que, aun profesando conocer la verdad, eran amadores de los placeres más que de Dios. 3JT 56.1

Pero después de un tiempo, el celo de los creyentes, su amor a Dios y entre sí, empezó a disminuir. Penetró la frialdad en la iglesia. Surgieron divergencias y los ojos de muchos dejaron de contemplar a Jesús como Autor y Consumador de su fe. Las masas que podrían haber sido convencidas y convertidas por la práctica fiel de la verdad fueron dejadas sin amonestación. Entonces fué cuando el Testigo fiel dirigió su mensaje a la iglesia de Efeso. Su falta de interés por la salvación de las almas demostraba que había perdido su primer amor; porque nadie puede amar a Dios con todo el corazón, la mente, el alma y las fuerzas, sin amar a aquellos por quienes Cristo murió. Dios los llamó a arrepentirse y hacer las primeras obras, o quitaría su candelero de su lugar. 3JT 56.2