Joyas de los Testimonios 3

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El testimonio de la escritura

Las Escrituras indican claramente la relación que hay entre Dios y Cristo, y hacen resaltar muy claramente la personalidad individual de cada uno. 3JT 266.1

“Dios, habiendo hablado muchas veces y en muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, al cual constituyó heredero de todo, por el cual asimismo hizo el universo: el cual siendo el resplandor de su gloria, y la misma imagen de su sustancia, y sustentando todas las cosas con la palabra de su potencia, habiendo hecho la purgación de nuestros pecados por sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, hecho tanto más excelente que los ángeles, cuanto alcanzó por herencia más excelente nombre que ellos. Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi Hijo eres tú, hoy yo te he engendrado? Y otra vez: Yo seré a él Padre, y él me será a mí hijo?” Hebreos 1:1-5. 3JT 266.2

Dios es el Padre de Cristo; Cristo es el Hijo de Dios. A Cristo ha sido dada una posición exaltada. Ha sido hecho igual al Padre. Todos los consejos de Dios están abiertos para su Hijo. 3JT 266.3

Jesús dijo a los judíos: “Mi Padre hasta ahora obra, y yo obro.... No puede el Hijo hacer nada de sí mismo, sino lo que viere hacer al Padre: porque todo lo que él hace, esto también hace el Hijo juntamente. Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace.” Juan 5:17-20. 3JT 266.4

Aquí, se recalca otra vez la personalidad del Padre y la del Hijo, y se demuestra la unidad que existe entre ellos. 3JT 267.1

Esta unidad se expresa también en el capítulo 17 de Juan, en la oración de Cristo por sus discípulos: 3JT 267.2

“Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos. Para que todos sean una cosa; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean en nosotros una cosa: para que el mundo crea que tú me enviaste. Y yo, la gloria que me diste les he dado; para que sean una cosa, como también nosotros somos una cosa. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean consumadamente una cosa; y que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado, como también a mí me has amado.” Juan 17:20-23. 3JT 267.3

¡Admirable declaración! La unidad que existe entre Cristo y sus discípulos no destruye la personalidad de ninguna de las partes. Son uno en propósito, en mente, en carácter, pero no en persona. Así es como Dios y Cristo son uno. ... 3JT 267.4