Joyas de los Testimonios 3

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Las reuniones en sábado

Cristo dijo: “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy en medio de ellos.” Mateo 18:20. Dondequiera que haya siquiera dos o tres creyentes, reúnanse en sábado para pedir al Señor el cumplimiento de su promesa. 3JT 26.3

Los pequeños grupos reunidos para adorar a Dios en su santo día, tienen derecho a pedir la rica bendición de Jehová. Deben creer que el Señor Jesús es un huésped honrado en sus asambleas. Cada verdadero adorador que santifica el sábado debe aferrarse a la promesa: “Para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico.” Éxodo 31:13. 3JT 26.4

Generalmente la predicación de nuestras reuniones del sábado debe ser corta. Debe darse a los que aman a Dios oportunidad de expresar su gratitud y adoración. 3JT 27.1

Cuando no hay predicador en la iglesia, alguno debe ser nombrado director de la reunión. Pero no es necesario que predique un sermón u ocupe gran parte del tiempo de culto. Un estudio corto e interesante de la Biblia será con frecuencia de mayor beneficio que un sermón. Puede ir seguido de una reunión de oración y testimonio. 3JT 27.2

Los que ocupan algún puesto como dirigentes de la iglesia no deben agotar sus fuerzas físicas y mentales durante la semana al punto de no poder hacer sentir la influencia vivificadora del Evangelio de Cristo en la reunión del sábado. Reducid vuestros trabajos temporales diarios, pero no robéis a Dios dándole en sábado un servicio que no puede aceptar. No debéis carecer de vida espiritual. Los hermanos necesitan vuestra ayuda en sábado. Dadles alimento de la Palabra. Traed vuestros dones más selectos a Dios en su santo día. Dedicadle la preciosa vida del alma en un servicio consagrado. 3JT 27.3

Nadie venga al lugar de culto para dormir. Esto no debiera verse en la casa de Dios. No os dormís cuando estáis empeñados en vuestros quehaceres temporales, porque tenéis interés en vuestro trabajo. ¿Permitiremos que el servicio que entraña intereses eternos sea puesto en un nivel inferior al de los asuntos temporales de la vida? 3JT 27.4

Cuando lo hacemos, perdemos la bendición que el Señor quiere que tengamos. El sábado no ha de ser un día de ociosidad inútil. Tanto en el hogar como en la iglesia, debe manifestarse un espíritu de servicio. El que nos dió seis días para nuestro trabajo temporal, bendijo y santificó el séptimo día y lo puso aparte para sí. En ese día bendecirá de una manera especial a todos los que se consagren a su servicio. 3JT 27.5

Todo el cielo observa el sábado, pero no de una manera desatenta y ociosa. En ese día, cada energía del alma debe despertarse; porque ¿no hemos de encontrarnos con Dios y con Cristo nuestro Salvador? Podemos contemplarle por la fe. El anhela refrescar y bendecir toda alma. 3JT 28.1

Cada uno debe sentir que tiene una parte que desempeñar para hacer interesantes las reuniones del sábado. No hemos de reunirnos simplemente por formalismo, sino para un intercambio de pensamientos, para relatar nuestra experiencia diaria, para expresar agradecimiento y nuestro sincero deseo de ser iluminados divinamente, para que conozcamos a Dios y a Jesucristo al cual él envió. El platicar juntos acerca de Cristo fortalecerá el alma para las pruebas y conflictos de la vida. Nunca pensemos que podemos ser cristianos y encerrarnos, sin embargo, dentro de nosotros mismos. Cada uno es parte de la gran trama de la humanidad, y su experiencia será mayormente determinada por la experiencia de sus asociados. 3JT 28.2

No obtenemos la centésima parte de la bendición que podríamos obtener de nuestras asambleas para adorar a Dios. Nuestras facultades perceptivas necesitan ser aguzadas. La comunión de unos con otros debe alegrarnos. Con tal esperanza como la que tenemos, ¿por qué no arde en nuestro corazón el amor a Dios? 3JT 28.3

Debemos ir a toda reunión religiosa dominados por una vívida comprensión espiritual de que Dios y sus ángeles están allí, cooperando con todos los verdaderos adoradores. Al entrar en el lugar de culto, pidamos a Dios que quite todo mal de nuestro corazón. Traigamos a su casa solamente lo que él puede bendecir. Arrodillémonos delante de Dios en su templo, y consagrémosle lo suyo, lo que compró con la sangre de Cristo. Oremos por el predicador o el que dirige la reunión. Roguemos que una gran bendición venga por medio del que ha de presentar la palabra de Dios. Esforcémonos con fervor por obtener una bendición para nosotros mismos. 3JT 28.4

Dios bendecirá a todos los que se preparen así para su servicio. Ellos comprenderán lo que significa tener la seguridad del Espíritu porque recibieron a Cristo por la fe. 3JT 28.5

El lugar de culto puede ser muy humilde, pero no por eso deja el Señor de reconocerlo. Para los que adoran a Dios en espíritu y en verdad y en la belleza de la santidad, será como la puerta del cielo. El grupo de creyentes puede ser pequeño, pero a la vista de Dios es muy precioso. La verdad los sacó como piedras brutas de la cantera del mundo, y fueron llevados al taller de Dios para ser tallados y modelados. Pero aun en bruto son preciosos a la vista de Dios. El hacha, el martillo y el cincel de las pruebas están en las manos de un Artífice hábil que no los emplea para destruir, sino para labrar la perfección de cada alma. Como piedras preciosas, pulidas a semejanza de las de un palacio, Dios quiere que hallemos un lugar en el templo celestial. 3JT 29.1

Lo que Dios nos indica y concede es ilimitado. El trono de la gracia es en sí mismo la atracción más elevada, porque está ocupado por Uno que nos permite llamarle Padre. Pero Dios no consideró completo el principio de la salvación mientras sólo estaba investido de su amor. Por su propia voluntad, puso en su altar a un Abogado revestido de nuestra naturaleza. Como intercesor nuestro, su obra consiste en presentarnos a Dios como sus hijos e hijas. Cristo intercede en favor de los que le han recibido. En virtud de sus propios méritos, les da poder para llegar a ser miembros de la familia real, hijos del Rey celestial. Y el Padre demuestra su infinito amor a Cristo, quien pagó nuestro rescate con su sangre, recibiendo y dando la bienvenida a los amigos de Cristo como amigos suyos. Está satisfecho con la expiación hecha. Ha sido glorificado por la encarnación, la vida, la muerte y la mediación de su Hijo. 3JT 29.2

Tan pronto como un hijo de Dios se acerca al propiciatorio, llega a ser cliente del gran Abogado. Cuando pronuncia su primera expresión de penitencia y súplica de perdón, Cristo acepta su caso y lo hace suyo, presentando la súplica ante su Padre como su propia súplica. 3JT 29.3

A medida que Cristo intercede en nuestro favor, el Padre abre los tesoros de su gracia para que nos los apropiemos, para que los disfrutemos y los comuniquemos a otros. Pedid en mi nombre—dice Cristo,—y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros; pues el mismo Padre os ama, porque vosotros me amasteis. Haced uso de mi nombre. Esto dará eficacia a vuestras oraciones, y el Padre os dará las riquezas de su gracia; por lo tanto, “pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido.” Juan 16:24. 3JT 30.1

Dios desea que sus hijos obedientes se apropien su bendición y se presenten delante de él con alabanza y agradecimiento. Dios es la fuente de la vida y el poder. El puede hacer del desierto un campo fructífero para el pueblo que guarda sus mandamientos, porque ello glorifica su nombre. El ha hecho para su pueblo escogido lo que debiera inspirar agradecimiento a todo corazón, y le agravia que se le tribute tan poca alabanza. Desea que su pueblo se exprese con más energía y demuestre saber que tiene motivos para estar gozoso y alegre. 3JT 30.2