Joyas de los Testimonios 3

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El estudio de la palabra de Dios*

Si los estudiantes de medicina estudian la Palabra de Dios diligentemente, quedarán mucho mejor preparados para comprender sus otros deberes; porque el ferviente estudio de la Palabra de Dios nos ilumina siempre. Entiendan nuestros obreros médico misioneros que cuanto mejor conozcan a Dios, a Cristo y la historia bíblica, tanto mejor preparados estarán para hacer su obra. 3JT 235.1

Los estudiantes de nuestras escuelas deben aspirar a un conocimiento superior. Nada les ayudará tanto a adquirir una memoria retentiva como el estudio de las Escrituras. Nada les ayudará tanto a adquirir conocimiento de sus otros estudios. 3JT 235.2

Si los incrédulos desean unirse a vuestras clases para la preparación de médicos misioneros, y os parece que no ejercerán una influencia que desvíe de la verdad a los otros estudiantes, dadles la oportunidad. Puede ser que de entre ellos salgan nuestros mejores misioneros. Nunca han oído la verdad, y al verse colocados donde estén rodeados por una influencia que revele el Espíritu del Maestro, algunos serán ganados para la verdad. En las clases que se dicten no debe ocultarse un solo principio de la verdad bíblica. Si el admitir en vuestras clases a los que son de vuestra fe os induciría a omitir grandes temas concernientes a vuestro bien presente y eterno, es decir temas que deben recordarse siempre, no admitáis a los tales estudiantes. En ningún caso se han de sacrificar los principios ni se han de ocultar las características peculiares de nuestra fe para añadir a nuestras clases estudiantes que no comparten esa fe. 3JT 235.3

Las clases de Biblia deben ser dictadas por maestros fieles que se esforzarán por hacer comprender sus lecciones a sus alumnos, no explicándoselo todo, sino requiriendo de ellos que expliquen claramente cada pasaje que lean. Recuerden estos maestros que poco bien se obtendrá recorriendo ligera y superficialmente la Palabra. Para comprenderla, se requieren investigaciones y estudios fervientes y esforzados. Hay en ella verdades que, como vetas de metal precioso, están escondidas debajo de la superficie. El tesoro oculto se descubre cuando se lo busca como el minero busca oro y plata. La evidencia de la verdad de la Palabra de Dios se halla en la Palabra misma. La Escritura es la clave que abre la Escritura. El significado profundo de las verdades de la Palabra de Dios es revelado por su Espíritu a nuestras mentes. 3JT 235.4