Consejos sobre Mayordomía Cristiana

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Transformados por el amor

La verdad, implantada en el corazón por el Espíritu de Dios, desplazará el amor a las riquezas. El amor a Jesús y el amor al dinero no pueden morar en el mismo corazón. El amor a Dios sobrepasa de tal modo al amor al dinero, que su poseedor se aparta de sus riquezas y transfiere sus afectos a Dios. Luego, mediante el amor es inducido a satisfacer las necesidades de los menesterosos y a ayudar a la causa de Dios. Encuentra su satisfacción más intensa en disponer acertadamente de los bienes de su Señor. No considera como suyo todo lo que tiene, de modo que cumple fielmente su deber como mayordomo de Dios. Así puede observar los dos grandes mandamientos de la ley: “Amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas” (Deuteronomio 6:5); “amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Levítico 19:18. CMC 163.3

En esta forma es como un rico puede entrar en el reino de Dios. “Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna”. Mateo 19:29. Esta es la recompensa para los que se sacrifican por Dios. Reciben cien veces tanto en esta vida y heredarán la vida eterna.—The Review and Herald, 16 de septiembre de 1884. CMC 164.1

Si los mayordomos de Dios cumplen su deber, no hay peligro de que la riqueza aumente con tanta rapidez como para convertirse en una trampa, porque será empleada con sabiduría práctica y liberalidad cristiana.—The Review and Herald, 16 de mayo de 1882. CMC 164.2