Consejos sobre Mayordomía Cristiana

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Capítulo 2—Nuestro generoso benefactor

El poder de Dios se manifiesta en los latidos del corazón, en los movimientos de los pulmones y en las corrientes vivificadoras que circulan por los millares de conductos del cuerpo. Estamos endeudados con él por cada momento de nuestra existencia y por todas las comodidades de la vida. Las facultades y las aptitudes que elevan al hombre por encima de la creación inferior constituyen el don del Creador. CMC 19.1

Él nos da sus beneficios en gran cantidad. Estamos en deuda con él por el alimento que comemos, el agua que bebemos, la ropa con la que nos vestimos y el aire que respiramos. Sin su providencia especial, el aire estaría lleno de pestilencia y veneno. Él es un generoso benefactor y preservador. CMC 19.2

El sol que brilla sobre la tierra y da esplendor a toda la naturaleza, el fantasmagórico y solemne resplandor de la luna, la magnificencia del firmamento tachonado de brillantes estrellas, las lluvias que refrescan la tierra y que hacen florecer la vegetación, las cosas preciosas de la naturaleza en toda su variada riqueza, los elevados árboles, los arbustos y las plantas, las espigas ondeantes, el cielo azul, los verdes prados, los cambios del día y la noche, la renovación de las estaciones, todo esto habla al hombre acerca del amor de su Creador. CMC 19.3

Él nos ha unido a sí mismo mediante estas muestras que ha puesto en el cielo y en la tierra. Nos cuida con mayor ternura de lo que lo hace una madre con un hijo afligido. “Como el padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que le temen”. Salmos 103:13.—The Review and Herald, 18 de septiembre de 1888. CMC 19.4