Consejos sobre Mayordomía Cristiana

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El derecho de Dios sobre nosotros

Dios tiene derecho sobre nosotros y sobre todo lo que poseemos. Su derecho tiene supremacía sobre todos los demás. Y como reconocimiento de ese derecho, él nos pide que le devolvamos una porción fija de todo lo que nos da. El diezmo es la parte que él espera. Por indicación del Señor le fue consagrado desde los tiempos más antiguos... CMC 76.1

Cuando Dios libró a Israel desde Egipto para que fuera un tesoro especial para él, le enseñó a dedicar el diezmo de sus posesiones al servicio del tabernáculo. Esto era una ofrenda especial dedicada a un trabajo especial. Todo lo que quedaba de sus bienes pertenecía a Dios y debía ser usado para su gloria. Pero el diezmo era apartado para el sostenimiento de los que ministraban en el santuario. Debía darse de las primicias de los productos agrícolas, y juntamente con los donativos y las ofrendas, proveía abundantes recursos para sostener el ministerio del Evangelio para ese tiempo. CMC 76.2

Dios no requiere menos de nosotros de lo que exigía a su pueblo de la antigüedad. Los dones que nos da no son menores sino mayores que los que ofrecía al Israel antiguo. Su servicio requiere recursos económicos, y siempre los necesitará. La gran obra misionera en favor de la salvación de las almas debe proseguir avanzando. Mediante el diezmo, los donativos y las ofrendas, Dios ha establecido una amplia provisión para su obra. Se propone que el ministerio del Evangelio sea plenamente sustentado. Reclama el diezmo como suyo, y éste siempre debería considerarse como una reserva sagrada que debe colocarse en su tesorería para beneficio de su causa, para el adelanto de su obra, para enviar sus mensajeros a “los lugares más allá”, hasta los últimos rincones del mundo. CMC 76.3

Dios ha puesto su mano sobre todas las cosas, tanto en los hombres como en sus posesiones, porque todo le pertenece. Él dice: Soy el dueño del mundo; el universo es mío, y requiero que consagréis a mi servicio las primicias de todo lo que he puesto en vuestras manos mediante mi bendición. La Palabra de Dios declara: “No demorarás la primicia de tu cosecha ni de tu lagar”. Éxodo 22:29. “Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos”. Proverbios 3:9. El exige este tributo como una señal de nuestra lealtad. CMC 77.1

Pertenecemos a Dios; somos sus hijos y sus hijas: Suyos por creación y suyos por el don de su Hijo unigénito quien nos redimió. “¿Ignoráis... que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”. 1 Corintios 6:19, 20. La mente, el corazón, la voluntad y los afectos pertenecen a Dios; y el dinero que poseemos es del Señor. Todo bien que recibimos y que disfrutamos es el resultado de la benevolencia divina. Dios es el magnánimo dador de todo bien, y él desea que el receptor reconozca la procedencia de esos dones que satisfacen toda necesidad del cuerpo y el alma. Dios pide tan sólo lo que es suyo. La primera porción es del Señor y debe utilizarse como un tesoro que él ha confiado. Cuando el corazón es privado de egoísmo despierta a la realidad de la bondad y el amor de Dios, y es inducido a reconocer con entusiasmo sus requerimientos justos.—The Review and Herald, 8 de diciembre de 1896. CMC 77.2