Consejos sobre Mayordomía Cristiana

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Edificación de la iglesia y el colegio en Avondale

Hay veces cuando se puede ganar mucho por medio de un esfuerzo unido, rápido y persistente. Ya se había establecido una fecha para iniciar las clases en nuestro colegio, pero nuestros hermanos en todas las colonias procuraban conseguir una postergación. Habían esperado durante mucho tiempo la apertura del colegio y estaban desanimados. Había mucho trabajo que debía realizarse en los edificios, y nuestros fondos estaban agotados. En vista de esto los constructores anunciaron que el trabajo no podría terminarse en el momento anunciado. Pero nosotros dijimos que no debía haber demora. El colegio debía abrir sus puertas en el tiempo fijado. De modo que sometimos este asunto a consideración delante de la iglesia, y pedimos voluntarios. Treinta hombres y mujeres se ofrecieron para trabajar; y aunque fue difícil para ellos conseguir tiempo disponible, un grupo de obreros enérgicos continuó trabajando día tras día hasta que los edificios quedaron terminados, fueron limpiados y amoblados, y estuvieron listos para ser usados el día establecido para la iniciación de las clases. CMC 278.1

Cuando llegó el momento de edificar esta casa de culto, hubo otra prueba de la fe y la lealtad. Celebramos una reunión para considerar lo que debía hacerse. El camino parecía lleno de dificultades. Algunos dijeron: “Pensemos en un edificio pequeño, y cuando tengamos dinero ampliémoslo, porque no nos será posible levantar en esta ocasión una iglesia como la que deseamos”. Otros dijeron: “Esperemos hasta tener dinero suficiente para edificar una casa cómoda”. Pensamos hacer esto; pero durante la noche recibí esta amonestación del Señor: “Levantaos y edificad sin tardanza”. CMC 278.2

En vista de esto decidimos emprender la obra y avanzar por fe para establecer un comienzo. A la noche siguiente llegó de Sudáfrica un giro por doscientas libras esterlinas. Era un obsequio de los Hnos. Lindsay, de la ciudad de El Cabo, para ayudar a construir la casa de culto. Nuestra fe había sido probada, habíamos decidido comenzar la obra, y ahora el Señor colocaba en nuestras manos este importante donativo con el cual podíamos empezar. CMC 279.1

Este estímulo recibido permitió comenzar la obra con entusiasmo. La junta de la escuela dio el terreno y cien libras esterlinas. La unión proporcionó doscientas libras, y los miembros de la iglesia dieron lo que les fue posible. Algunos amigos que no pertenecían a la iglesia también ayudaron, y los constructores dieron una parte de su tiempo, el que valía tanto como el dinero. CMC 279.2

Así se terminó el trabajo, y ahora tenemos este hermoso edificio con capacidad para cuatrocientas personas sentadas. Agradecemos al Señor por esta casa donde podemos adorarlo. El comprende todas las estrecheces por las que hemos pasado. Cuando surgían dificultades, el pastor Haskell, quien dirigía el trabajo, llamaba a los obreros y oraba fervorosamente para que Dios los bendijera a ellos y a la obra. El Señor escuchó las oraciones y la casa quedó terminada en siete semanas.—The Review and Herald, 1 de noviembre de 1898. CMC 279.3