Consejos Sobre la Salud

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Una lección de la caída de Salomón

La vida de Salomón podría haber sido notable hasta el mismo fin, si hubiera conservado la virtud. Pero él sometió esta gracia especial a la pasión de la concupiscencia. En su juventud le pidió a Dios que lo guiara, y confió en él, y el Señor le dio tal sabiduría que asombró al mundo. Su poder y su sabiduría fueron alabados en toda la tierra. Pero el amor a las mujeres fue su pecado. No dominó esa pasión al llegar a la edad madura, y se transformó en una trampa para él. Sus esposas lo condujeron a la idolatría, y cuando comenzó la curva descendente de la vida se le quitó la sabiduría que Dios le había dado; perdió su firmeza de carácter y llegó a ser semejante a un joven desatinado que vacila entre el bien y el mal. Al abandonar sus principios, se introdujo en la corriente del mal, y de este modo se separó de Dios, el fundamento y la fuente de su fortaleza. Se apartó de los principios. La sabiduría había sido más preciosa que el oro de Ofir para él. Pero, por desgracia, las pasiones carnales ganaron la victoria. Las mujeres lo engañaron y lo arruinaron. ¡Qué lección para que nos mantengamos despiertos! ¡Qué testimonio del hecho de que necesitamos la fortaleza de Dios hasta el mismo fin! En la batalla contra la corrupción interna y la tentación externa, hasta el mismo sabio y poderoso Salomón fue derrotado. No es seguro apartarse en lo más mínimo de la más estricta integridad. “Absteneos de toda especie de mal”. 1 Tesalonicenses 5:22. Cuando una mujer habla de las dificultades que hay en el seno de la familia, o se queja de su esposo frente a otro hombre, viola sus votos matrimoniales, deshonra a su esposo y quebranta el muro erigido para conservar la santidad de la relación matrimonial; abre la puerta de par en par e invita a Satanás a entrar con sus tentaciones insidiosas. Eso es precisamente lo que Satanás quiere. Cuando una mujer acude a un hermano cristiano para contarle sus penas, desilusiones y pruebas, él siempre debería aconsejarle que si tiene que confiarle sus dificultades a alguien, elija a una hermana como confidente, para que no haya apariencia de mal y la causa de Dios no sufra reproche.* CSI 584.1

Recuerde a Salomón. Ante muchas naciones no había otro rey como él, amado por su Dios. Pero cayó. Fue inducido a apartarse de Dios, y se corrompió como resultado de la complacencia de las pasiones carnales. Este es el pecado que prevalece en nuestros días, y su progreso da miedo. Incluso los profesos observadores del sábado no están limpios. Hay quienes profesan creer la verdad, pero tienen el corazón corrompido. Dios los va a someter a prueba, y su insensatez y su pecado quedarán en evidencia. Nadie fuera de los puros y humildes podrán estar en su presencia. “¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón, el que no ha elevado su alma a cosas vanas, ni ha jurado con engaño”. Salmos 24:3-4. “Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo? El que anda en integridad y hace justicia, y habla verdad en su corazón. El que no calumnia con su lengua, ni hace mal a su prójimo, ni admite reproche alguno contra su vecino. Aquel a cuyos ojos el vil es menospreciado, pero honra a los que temen a Jehová. El que aun jurando en daño suyo, no por eso cambia; quien su dinero no dio a usura, ni contra el inocente admitió cohecho. El que hace estas cosas no resbalará jamás”. Salmos 15:1-5. CSI 585.1