Consejos Sobre la Salud

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Modelos de piedad

Sobre todos los demás pueblos del mundo, los adventistas del séptimo día debieran ser modelos de piedad, santos de corazón y conducta... Si los que hacen tan alta profesión de fe se complacen en el pecado y la iniquidad, su culpa sería muy grande... Los que no controlan sus pasiones bajas no pueden apreciar la expiación ni darle el valor correcto al alma. No experimentan ni entienden la salvación. La gratificación de los instintos animales es la más alta ambición de sus vidas. Dios no aceptará otra cosa que no sea la pureza y la santidad; una mancha, una arruga, un defecto en el carácter, los excluirá para siempre del Cielo, con todas sus glorias y tesoros. CSI 570.2

Se han hecho amplias provisiones para todos los que, sincera, reflexiva y seriamente se empeñan en la obra de perfeccionar la santidad en el temor de Dios. Fortaleza, gracia y gloria han sido provistas a través de Cristo, para que los ángeles ministradores las lleven a los herederos de salvación. Nadie es tan bajo, tan corrupto y vil que no pueda encontrar en Jesús, quien murió por él, fortaleza, pureza y justicia, si consiente en apartarse de sus pecados, cesar en su proceder inicuo y volverse con un corazón sincero al Dios vivo... CSI 570.3

Me fue señalado este texto: “No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia”. Romanos 6:12-13. Profesos cristianos, auque no se os dé más luz que la contenida en este texto, no tendréis excusa si permitís que os controlen las bajas pasiones... CSI 571.1

Hace mucho que he planeado hablar a mis hermanas y decirles que, de acuerdo con lo que el Señor se ha complacido en mostrarme de vez en cuando, ellas están en gran error. No son cuidadosas de abstenerse de toda apariencia de mal. No son lo suficientemente discretas en su comportamiento como corresponde a mujeres que profesan santidad. Sus palabras no son tan cuidadas y bien elegidas como debieran ser las de mujeres que han recibido la gracia de Dios. Tratan a sus hermanos con demasiada familiaridad. Permanecen cerca de ellos, se inclinan hacia ellos y parecen elegir su compañía. Se sienten altamente gratificadas con su atención. CSI 571.2

Según la luz que me ha dado el Señor, nuestras hermanas debieran comportarse de otro modo. Debieran ser más reservadas, menos atrevidas, y fomentar entre ellas “pudor y modestia”. Tanto los hermanos como las hermanas se complacen en mantener charlas demasiado joviales cuando están juntos. Mujeres que profesan santidad participan en demasiadas bromas, chistes y risas. Esto es impropio y entristece al Espíritu de Dios. Estas exhibiciones revelan una falta del verdadero refinamiento cristiano. No fortalecen el alma en Dios, sino acarrean gran oscuridad; alejan los puros y refinados ángeles celestiales y rebajan a un nivel inferior a los que practican estos errores lamentables. Nuestras hermanas siempre debieran desarrollar una mansedumbre genuina; no debieran ser audaces, conversadoras y atrevidas, sino modestas y recatadas, cuidadosas al hablar. Deben fomentar la cortesía. Ser bondadosas y tiernas, compasivas, perdonadoras y humildes sería apropiado y muy agradable a Dios. Si tienen este comportamiento, los caballeros no las molestarán con una atención indebida, ya sea en la iglesia o afuera. Todos notarán que hay un sagrado círculo de pureza que rodea a estas mujeres temerosas de Dios, el cual las protege de cualquiera de estas licencias injustificables. CSI 571.3

Algunas mujeres que profesan santidad se comportan con una libertad descuidada y vulgar que lleva al mal. Pero esas mujeres piadosas cuyas mentes y corazones están ocupados en meditar en temas que fortalecen una vida pura y que elevan el alma y la disponen a la comunicación con Dios, no serán fácilmente alejadas de la senda de rectitud y virtud. Serán fortalecidas en contra de los sofismas de Satanás; estarán preparadas para resistir sus seductoras artimañas. CSI 572.1

La vanagloria, las modas del mundo, los deseos del ojo, y las concupiscencias de la carne están relacionados con la caída de los desafortunados. Se fomenta lo que es agradable al corazón natural y a la mente carnal. Si hubieran erradicado de sus corazones las concupiscencias de la carne, no serían tan débiles. Si nuestras hermanas sintieran la necesidad de purificar sus pensamientos, y nunca se permitieran una conducta descuidada que lleva a actos incorrectos, no mancharían por nada su pureza. Si vieran las cosas como Dios me las ha presentado, sentirían tal repudio por los actos impuros, que no se encontrarían entre las que caen en las tentaciones de Satanás, no importa a quién él pudiera haber elegido como medio para hacerlas caer. CSI 572.2

Un predicador puede tratar temas elevados y santos y sin embargo no tener un corazón santificado. Puede entregarse a Satanás para que obre maldad y corrompa las almas y cuerpos de su rebaño. No obstante, si las mentes de las mujeres y las jóvenes que profesan amar y temer a Dios, fueran fortificadas por su Espíritu, si hubieran ejercitado sus mentes con pensamientos puros y se hubieran preparado para evitar toda apariencia de mal, estarían a salvo de cualquier insinuación impropia y estarían protegidas de la corrupción que prevalece a su alrededor. Refiriéndose a sí mismo el apóstol Pablo escribió: “Sino que golpeo mi cuerpo y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado”. 1 Corintios 9:27. CSI 573.1

Si un ministro del Evangelio no controla sus bajas pasiones, si no logra seguir el ejemplo del apóstol y deshonra su profesión y su fe con el solo hecho de mencionar la práctica del pecado, nuestras hermanas ni por un instante debieran engañarse creyendo que el pecado pierde su pecaminosidad en lo más mínimo porque su ministro se atreve a practicarlo. El hecho de que hombres que ocupan lugares de responsabilidad se muestren familiarizados con el pecado no debiera disminuir la culpa ni la enormidad del mal en la mente de nadie. El pecado debiera aparecer exactamente tan pecaminoso, tan horrendo, como había sido hasta entonces; y las mentes de los puros y elevados debieran repudiarlo y evitar al que lo práctica, como huirían de una serpiente cuya mordedura fuera mortal.* CSI 573.2