Consejos Sobre la Salud

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La hermosura de la santidad

No hay que ocultar a Cristo en el corazón y encerrarlo como un tesoro codiciado, sagrado y dulce, para ser difrutado únicamente por el que lo posee. Debemos tener a Cristo en nuestro corazón como una fuente de agua que salta para vida eterna, que refresca a todos los que se ponen en contacto con nosotros. Debemos confesar a Cristo abiertamente y con valor, y demostrar en nuestro carácter su humildad, mansedumbre y amor, hasta que los hombres experimenten el encanto de la hermosura de la santidad. La mejor forma de preservar nuestra religión no es colocarla en una botella, como si fuera perfume, para que no se escape su fragancia. CSI 397.1

Los conflictos y rechazos que experimentamos debieran hacernos más fuertes y dar estabilidad a nuestra fe. No debiéramos inclinarnos como un bejuco delante del viento, impulsados por toda influencia pasajera. Nuestras almas, entibiadas y vigorizadas por las verdades del Evangelio y refrescadas por la gracia divina, debieran abrir, expandir y derramar su fragancia sobre otros. Vestidos con toda la armadura de la justicia, podemos hacer frente a cualquier influencia sin que se manche nuestra pureza. CSI 397.2

Todos debieran considerar que los derechos que Dios tiene sobre ellos desatan a todos los demás. Dios ha dado a toda persona capacidades que debe mejorar haciendo reflejar la gloria del Dador. Cada día hay que realizar un progreso. Si los obreros se van del sanatorio tal como llegaron, sin haber realizado una mejora definida, sin haber aumentado sus conocimientos y poder espiritual, han experimentado una pérdida. Dios se propone que los cristianos crezcan continuamente, que se desarrollen hasta alcanzar la estatura plena de hombres y mujeres en Cristo. Todos los que no se tornan más fuertes ni quedan más firmemente arraigados en la verdad, están retrocediendo continuamente. CSI 397.3