Consejos Sobre la Salud

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El pecado y la enfermedad

El médico cristiano inteligente experimenta una comprensión cada vez mayor de la relación que existe entre el pecado y la enfermedad. Se esfuerza por ver cada vez con mayor claridad la relación que hay entre causa y efecto. Comprende que los que siguen el curso de enfermería deben recibir una instrucción cabal en los principios de la reforma de la salud y que se les debe enseñar a ser estrictamente temperantes en todas las cosas, porque el descuido de las leyes de la salud es inexcusable en quienes han sido llamados a enseñar a otros cómo vivir. CSI 350.4

El médico le hace daño a su prójimo cuando ve que un paciente sufre de alguna enfermedad causada por hábitos equivocados de comer y beber, pero no se lo dice ni lo instruye respecto a la necesidad de una reforma. Los borrachos, los enfermos mentales, y los que llevan vidas licenciosas, todos acuden al médico y demuestran en forma clara e incontestable que el sufrimiento es un resultado del pecado. Hemos recibido una gran luz con referencia a la reforma de la salud. Entonces, ¿por qué no nos esforzamos más decididamente por contrarrestar las causas que producen la enfermedad? ¿Cómo pueden callar nuestros médicos cuando son testigos de la lucha continua con el dolor, y trabajan incesantemente por aliviar el sufrimiento? ¿Cómo pueden evitar levantar la voz en amonestación? ¿Tienen realmente bondad y misericordia si no enseñan los principios de una temperancia estricta como remedio para la enfermedad? CSI 350.5

Médicos, estudien la amonestación que Pablo dio a los romanos: “Así, que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. Romanos 12:1-2. CSI 351.1