Consejos para los Maestros

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Agentes misioneros

Recuerden los miembros de más edad de la familia que esta parte de la viña del Señor necesita ser cultivada fielmente, y resuelvan dedicar todas sus mejores capacidades a hacer atrayente el hogar, y a tratar sabia y pacientemente a los niños menores. Hay en nuestros hogares personas jóvenes a quienes el Señor ha calificado para dar a otros el conocimiento que han adquirido. Esfuércense las tales por mantener frescas en la mente las lecciones espirituales. Y mientras están enseñando, pueden también estudiar. Así aprenderán mientras enseñan. Obtendrán nuevas ideas, y las horas de estudio serán un decidido placer y provecho. CM 151.1

Hablo a los padres y a las madres: Podéis ser educadores en vuestros hogares; podéis ser agentes misioneros espirituales. Sentid vuestra necesidad de ser misioneros en el hogar, de mantener su atmósfera libre de la influencia de las palabras apresuradas y duras, de hacer de él un lugar donde los ángeles puedan venir a bendecir y dar éxito a los esfuerzos hechos. CM 151.2

Unanse los padres en proveer un lugar para la instrucción diaria de sus hijos eligiendo como maestro a una persona capaz de enseñar, y que, como siervo consagrado de Cristo, crezca en conocimiento mientras imparte instrucción. El maestro consagrado al servicio de Dios podrá hacer una obra definida en el servicio misionero, e instruirá a los niños en los mismos ramos. CM 151.3

Cooperen los padres y las madres con él, trabajando fervientemente por la salvación de sus hijos. Si los padres quieren comprender la importancia de estos pequeños centros de educación, cooperando en la obra que el Señor desea que se haga en este tiempo, los planes del enemigo para con nuestros hijos serán frustrados en gran parte. CM 151.4

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“Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”. Proverbios 22:6. A veces los niños se sienten tentados a tascar el freno bajo la restricción; pero en la vida ulterior bendecirán a sus padres por el cuidado fiel y la estricta vigilancia que los guardó y guió en sus años de inexperiencia. CM 152.1

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Con su crítica precipitada y sin fundamento, a menudo casi destruyen la influencia del maestro fiel y abnegado. Muchos padres cuyos hijos han sido echados a perder por la indulgencia, dejan al maestro la desagradable tarea de reparar su descuido y luego, con su proceder, hacen casi desesperante la tarea de aquél. Su crítica y censura del manejo de la escuela fomentan la rebelión en los niños y los apoyan en sus malos hábitos. CM 152.2

Si llegan a ser necesarias la crítica o algunas sugestiones en cuanto al trabajo del maestro, deberían indicarse a él en privado. Si esto no da resultado, preséntese el asunto a los responsables de la dirección de la escuela. No se debería decir ni hacer nada que debilite el respeto de los niños hacia aquel de quien depende en tan extenso grado su bienestar”. La Educación, 275, 276. CM 152.3

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Los padres deben tener siempre presente el objeto que se ha de alcanzar: la perfección del carácter de sus hijos. Los padres que educan correctamente a sus hijos, desarraigando de sus vidas todo rasgo impropio, los están preparando para llegar a ser misioneros de Cristo en verdad, justicia y santidad. El que en su infancia presta servicio a Dios, añadiendo a su “fe virtud, y en la virtud ciencia; y en la ciencia templanza, y en la templanza paciencia, y en la paciencia temor de Dios; y en el temor de Dios, amor fraternal, y en el amor fraternal caridad” (2 Pedro 1:5-7), se está preparando para oír y responder al llamamiento: “Hijo, sube más alto; entra en la escuela superior”. CM 152.4

¿Os parece que no aprenderemos nada allí? No tenemos la menor idea de lo que se abrirá entonces delante de nosotros. Con Cristo andaremos al lado de las aguas vivas. Nos revelará la hermosura y gloria de la naturaleza. Nos revelará lo que él es para nosotros, y lo que somos para él. Conoceremos entonces la verdad que no podemos conocer ahora, por causa de nuestras limitaciones finitas. CM 153.1

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Ni la escuela de iglesia ni el colegio proporcionan, como el hogar, las oportunidades para asentar el carácter de un niño sobre el debido fundamento. CM 153.2