Consejos para los Maestros

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Una preparación misionera

Sobre los padres recae la responsabilidad de desarrollar en sus hijos las capacidades que los habilitarán para prestar un buen servicio para Dios. Dios ve todas las posibilidades que hay en ese trocito de humanidad. Ve que con la debida educación el niño llegará a ser un poder para el bien en el mundo. El observa con ansioso interés para ver si los padres ejecutan sus planes, o si por bondad equivocada estorban su propósito, complaciendo al niño para su ruina presente y eterna. Es una obra digna y grandiosa la de transformar este ser impotente y aparentemente insignificante en una bendición para el mundo y para la honra de Dios. CM 123.1

Padres, ayudad a vuestros hijos a cumplir el propósito que Dios tiene para ellos. En el hogar se los ha de educar para que hagan obra misionera que los prepare para esferas más amplias de utilidad. Educadlos para que honren a Aquel que murió para ganarles la vida eterna en el reino de gloria. Enseñadles que Dios les ha asignado una parte en su gran obra que ellos tienen que desempeñar. El Señor los bendecirá mientras trabajen para él. Pueden ser su mano auxiliadora. CM 123.2

Vuestro hogar es el primer campo al cual sois llamados a trabajar. Las preciosas plantas del jardín del hogar exigen vuestro primer cuidado. Considerad cuidadosamente vuestro trabajo, su naturaleza, su influencia, sus resultados, recordando siempre que vuestras miradas, vuestras palabras y vuestras acciones ejercen una influencia directa sobre el futuro de vuestros amados. Vuestra obra no consiste en crear belleza en la tela, ni esculpirla en el mármol, sino en grabar sobre un alma humana la imagen divina. CM 123.3

Dad a vuestros hijos cultura intelectual y preparación moral. Fortaleced sus mentes juveniles con principios firmes y puros. Mientras tenéis oportunidad, echad el fundamento de una noble virilidad y feminidad. Vuestra labor será recompensada mil veces. CM 124.1

Este es vuestro día de confianza, vuestro día de responsabilidad y oportunidad. Pronto llegará aquél en que habréis de dar cuenta. Emprended vuestra obra con ferviente oración y fiel esfuerzo. Enseñad a vuestros hijos que es privilegio suyo recibir cada día el bautismo del Espíritu Santo. Permitid que Cristo encuentre en vosotros su mano auxiliadora para ejecutar sus propósitos. Por la oración podéis adquirir una experiencia que dará perfecto éxito a vuestro ministerio en favor de vuestros hijos. CM 124.2

Los padres adventistas del séptimo día deben comprender más plenamente sus responsabilidades como edificadores del carácter. Dios les ofrece el privilegio de fortalecer su causa por la consagración y las labores de sus hijos. Desea ver reunidos en los hogares de nuestro pueblo una gran compañía de jóvenes que, a causa de las influencias piadosas de sus padres, le hayan entregado su corazón, y salgan a prestar el más alto servicio de sus vidas. Dirigidos y educados por la piadosa instrucción del hogar, la influencia del culto matutino y vespertino, el ejemplo consecuente de los padres que aman y temen al Señor, han aprendido a someterse a Dios como maestro, y están preparados para rendirle un servicio aceptable como hijos e hijas leales. Estos jóvenes están preparados para representar ante el mundo el poder y la gracia de Cristo. CM 124.3