Consejos para los Maestros

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Un servicio consagrado

Nuestros sanatorios y colegios tienen una gran obra que hacer. El tiempo es corto. Lo que debe hacerse, hay que hacerlo prestamente. Sean completamente convertidos los que están relacionados con estos instrumentos importantes. No vivan para sí, para los propósitos mundanales, ni rehusen consagrarse plenamente al servicio de Dios. Dense a sí mismos, cuerpo, alma y espíritu, a Dios, para ser usados por él en la salvación de las almas. Ellos no tienen libertad para hacer consigo lo que quieran; pertenecen a Dios; porque él los ha comprado con la sangre vital de su Hijo unigénito. Y a medida que aprendan a morar en Cristo, no quedará en su corazón cabida para el egoísmo. En su servicio hallarán la más plena satisfacción. CM 508.1

Que los obreros misioneros médicos enseñen y vivan esto. Digan estos obreros a aquellos con quienes tratan que la vida que los hombres y las mujeres llevan ahora será examinada por un Dios justo, que cada uno debe hacer ahora lo mejor que puede y ofrecer a Dios un servicio consagrado. Los encargados del colegio deben enseñar a los alumnos a usar para el propósito más elevado y santo los talentos que Dios les ha dado, a fin de realizar el mayor bien en este mundo. Los estudiantes necesitan aprender lo que significa tener un verdadero objetivo en la vida, y obtener una comprensión exaltada de lo que significa la verdadera educación. Necesitan aprender lo que significa ser verdaderos misioneros médicos evangélicos, misioneros que puedan salir a trabajar con los ministros de la Palabra en los campos menesterosos. CM 508.2

Dondequiera que haya oportunidad favorable, hagan nuestros sanatorios y colegios planes para prestarse mutuamente ayuda y fortaleza. El Señor quiere que su obra avance sólidamente. Dejen ellos brillar la luz de sus instituciones como Dios quiso que brillase, y sea Dios glorificado y honrado. Este es el propósito y el plan del cielo en el establecimiento de estas instituciones. Que los médicos y enfermeros, maestros y alumnos, anden humildemente con Dios, confiando plenamente en él, como el único que puede dar éxito a su obra (14 de noviembre de 1905). CM 509.1