Consejos para los Maestros

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El carácter de los maestros

El bienestar, la felicidad, la vida religiosa de las familias con las cuales están relacionados los jóvenes, la prosperidad y piedad de la iglesia de la cual son miembros, dependen mayormente de la educación religiosa que ellos reciban en nuestras escuelas. Debido a que nuestras escuelas han sido establecidas con un propósito tan alto y santo, los maestros deben ser hombres y mujeres cuya vida haya sido purificada por la gracia de Cristo, que sean cultos y refinados en sus modales. Y deben tener un sentido vívido de los peligros de este tiempo y de la obra que es necesario hacer para preparar a un pueblo que ha de permanecer en pie en el día de Dios. Deben siempre seguir una conducta que merezca el respeto de sus alumnos. Los jóvenes tienen derecho a esperar que un maestro cristiano alcance una norma elevada, y pronunciarán un juicio severo sobre el que no la cumpla. CM 483.1

Los maestros de nuestras escuelas necesitan manifestar amor, tolerancia, sabiduría, como los manifestó Cristo. Vendrán a las escuelas estudiantes que no tienen un propósito definido, ni principios fijos ni comprensión de lo que Dios requiere de ellos. Se los ha de inducir a reconocer sus responsabilidades. Se les debe enseñar a apreciar sus oportunidades, y llegarán a ser ejemplos de laboriosidad, sobriedad y utilidad. Bajo la influencia de maestros sabios, se puede inducir a los indolentes a despertarse y a los irreflexivos a volverse serios. Por esfuerzo esmerado, los alumnos menos promisorios pueden ser preparados y disciplinados de tal manera que saldrán de la escuela con motivos elevados y principios nobles, preparados para llevar con éxito la luz en las tinieblas del mundo. CM 483.2

Se necesitan maestros pacientes y concienzudos para despertar esperanza y aspiración en los jóvenes, para ayudarles a comprender las posibilidades que les aguardan. Se necesitan maestros que adiestren a sus alumnos para prestar servicio al Maestro; que anhelen hacerlos progresar intelectual y espiritualmente. Los maestros tienen que esforzarse por comprender la grandeza de su obra. Necesitan visión ampliada; porque su obra, por su importancia, se compara con la del ministro cristiano. Con fe perseverante han de asirse del Infinito, diciendo como Jacob: “No te dejaré, si no me bendices”. Génesis 32:26. CM 484.1