Consejos para los Maestros
Capítulo 67—El estudiante de medicina
Mientras procura prepararse para su vocación, el estudiante de medicina debe ser estimulado a alcanzar el más alto desarrollo posible en todas sus facultades. Sus estudios, por exigentes que sean, no necesitan forzosamente minar su salud física, ni disminuir su goce en las cosas espirituales. A través de toda su preparación, puede crecer continuamente en la gracia y en el conocimiento de la verdad, y al mismo tiempo aumentar constantemente la reserva de conocimiento que le hará un sabio en su profesión. CM 459.1
A los estudiantes de medicina quisiera decirles: Iniciad vuestro curso de estudios con la resolución de hacer lo recto y conservar los principios cristianos. Huid de la tentación, y evitad toda influencia en favor del mal. Conservad vuestra integridad de alma. Mantened un aprecio concienzudo de la verdad y la justicia. Sed fieles en las responsabilidades más pequeñas, y mostraos reflexivos, críticos, con corazón sano e íntegros, siendo leales a Dios y fieles a la humanidad. CM 459.2
Hay oportunidades delante de vosotros; si sois estudiosos y sinceros, podréis obtener una educación del más alto valor. Sacad el mejor partido de vuestros privilegios. No os conforméis con proezas comunes; procurad calificaros para ocupar puestos de confianza en relación con la obra del Señor en la tierra. Unidos con el Dios de sabiduría y poder, podéis llegar a ser intelectualmente fuertes, y ser cada vez más capaces como ganadores de almas. Podéis llegar a ser hombres y mujeres de responsabilidad e influencia, si, por el poder de la voluntad, acoplada con la fuerza divina, os dedicáis con fervor al trabajo de obtener la preparación adecuada. CM 459.3
Ejercitad las facultades mentales, y en ningún caso descuidéis el desarrollo físico. No permitáis que la pereza intelectual os cierre el paso a mayores conocimientos. Aprended a reflexionar tanto como a estudiar, para que vuestra mente se expanda, se fortalezca y se desarrolle. Nunca penséis que habéis aprendido bastante, y que podéis ahora disminuir vuestros esfuerzos. La mente cultivada es la medida del hombre. Vuestra educación debe continuar durante toda vuestra vida; cada día debéis aprender, y poner en uso práctico el conocimiento adquirido. CM 460.1
A fin de que lleguéis a ser hombres y mujeres en quienes se puede confiar, debéis desarrollar vuestros poderes, ejercitar toda facultad, aun en las cosas pequeñas; entonces adquiriréis mayor poder para llevar mayores responsabilidades. La responsabilidad individual es esencial. Al poner en práctica lo que estáis aprendiendo durante vuestros días estudiantiles, no rehuyáis llevar vuestra parte de responsabilidad, porque haya riesgos que correr, porque haya cierta aventura que afrontar. No permitáis que los otros sean cerebros para vosotros. Debéis educar vuestras facultades para que sean fuertes y vigorosas; los talentos que se os han confiado crecerán, mientras ejerzáis una energía constante, uniforme e inquebrantable en el desempeño de la responsabilidad individual. Dios quiere que añadáis, día tras día, poco a poco, algo a vuestra reserva de ideas, actuando como si los momentos fuesen joyas, que se han de juntar cuidadosamente y atesorar discretamente. Adquiriréis así amplitud de miras y fuerza intelectual. CM 460.2
Dios no requiere del hombre una cuenta más estricta que de la manera como ocupó su tiempo. ¿Malgastó y abusó de sus horas? Dios nos ha concedido la preciosa bendición de la vida, pero no para que la desperdiciemos en la satisfacción egoísta. Nuestra obra es demasiado solemne, demasiado corto el tiempo para servir a Dios y nuestros semejantes, para que lo dediquemos a buscar fama. ¡Oh, si los hombres se detuviesen en sus aspiraciones donde Dios trazó los límites, qué diferente servicio recibiría el Señor! CM 460.3
Son muchos los que tienen tanto apuro por alcanzar posiciones distinguidas, que pasan por alto algunos de los peldaños de la escalera, y al hacerlo, pierden la experiencia que deben tener para ser obreros inteligentes. En su celo, el conocimiento de muchas cosas les parece sin importancia. Pasan rápidamente por la superficie, y no penetran hondamente en la mina de verdad, para adquirir por un proceso lento y esmerado una experiencia que los habilitaría para ser de ayuda especial a los demás. Queremos que nuestros estudiantes de medicina sean hombres y mujeres muy cabales, que consideren como su deber aprovechar todo talento a ellos confiado, a fin de que puedan duplicar finalmente su capital. CM 461.1
La luz que Dios ha dado en los ramos médicos misioneros no llevará a su pueblo a ser considerado como inferior en el conocimiento médico científico, sino que lo colocará en la más alta eminencia. Dios quiere que se destaquen como un pueblo sabio y comprensivo porque está su presencia con ellos. En la fuerza de Aquel que es la fuente de toda sabiduría, de toda gracia, pueden vencerse los defectos y la ignorancia. CM 461.2
Procure cada estudiante de medicina alcanzar una alta norma. Bajo la disciplina del mayor de todos los maestros, nuestro curso debe ir siempre hacia arriba, hacia la perfección. Todos los que están relacionados con la obra médica misionera deben aprender. Nadie se detenga para decir: “No puedo hacer esto”. Más bien diga: “Dios requiere de mí que sea perfecto. Espera de mí que trabaje apartado de todo lo común y vil, y que me esfuerce por alcanzar lo que es del más alto orden”. CM 461.3
Hay un solo poder que puede hacer de los alumnos de medicina lo que debieran ser y mantenerlos firmes: la gracia de Dios y el poder de la verdad, ejerciendo una influencia salvadora sobre la vida y el carácter. Los estudiantes que se proponen ministrar a la humanidad doliente no hallarán fin a sus estudios antes de llegar al cielo. Debe adquirirse el conocimiento que se llama ciencia, y al mismo tiempo el que lo busca ha de reconocer diariamente que el temor de Dios es el principio de la sabiduría. Todo lo que fortalezca la mente debe ser cultivado hasta el máximo posible, y a la vez, buscarse a Dios en procura de sabiduría; porque a menos que sean guiados por la sabiduría de lo alto, llegarán a ser presa fácil del poder engañador de Satanás. Llegarán a ser grandes en sus propios ojos, pomposos y llenos de suficiencia propia. CM 461.4
Los médicos temerosos de Dios hablan modestamente de su obra; pero los novicios con experiencia limitada en tratar con los cuerpos y almas de los hombres hablan con frecuencia jactanciosamente de sus conocimientos y proezas. Estos necesitan comprenderse mejor a sí mismos; entonces serían más inteligentes para el cumplimiento de sus deberes, y comprenderían que en todo departamento donde tengan que trabajar, deben poseer una disposición voluntaria, un espíritu ferviente, un celo cordial y abnegado para procurar hacer bien a otros. No estudiarán los mejores medios de preservar su dignidad, sino que por un espíritu servicial y cuidadoso conquistarán una reputación de esmero y exactitud, y por un ministerio lleno de simpatía ganarán los corazones de aquellos a quienes sirvan. CM 462.1
En la profesión médica hay muchos escépticos y ateos que exaltan las obras de Dios por encima del Dios de la ciencia. Son comparativamente pocos los que ingresan en las facultades de medicina del mundo y salen puros y sin mancha. No se elevaron, ni ennoblecieron ni santificaron. Las cosas materiales eclipsaron las celestiales y eternas. Muchos mezclan la fe y los principios religiosos con las costumbres y prácticas del mundo, y escasea la religión pura y sin mancha. Pero cada estudiante puede ingresar en la facultad con la misma firmeza y resolución con que Daniel ingresó en la corte de Babilonia, y mantenerse íntegro durante todo su curso. La fuerza y la gracia de Dios han sido provistas al costo de un sacrificio infinito, para que los hombres puedan vencer las sugestiones y tentaciones de Satanás, y salir sin contaminación. La vida, las obras y el comportamiento son el argumento más poderoso y solemne para los negligentes, irreverentes y escépticos. Sean la vida y el carácter un enérgico argumento en favor del cristianismo; entonces los hombres se verán obligados a reconocer que los estudiantes han estado con Jesús y han aprendido de él. CM 462.2
No se dejen engañar los estudiantes de medicina por las trampas del diablo ni por ninguno de sus pretextos arteros que tantos adoptan para engañar y entrampar. Manténganse firmes y fieles a los principios. Pregunten a cada paso: “¿Qué dice el Señor?” Digan firmemente: “Seguiré la luz. Honraré y respetaré la Majestad de la verdad”. CM 463.1
Especialmente los que están estudiando medicina en las escuelas del mundo, deben protegerse contra la contaminación de las malas influencias que los rodean constantemente. Cuando sus instructores son hombres sabios según el mundo, y sus condiscípulos incrédulos que no piensan seriamente en Dios, hasta los cristianos experimentados corren peligro de sentir la influencia de este trato con los irreligiosos. Sin embargo, algunos han seguido el curso de medicina y han permanecido fieles a los buenos principios. No quisieron realizar estudios en sábado; y demostraron que los hombres pueden prepararse para los deberes de un médico sin chasquear las expectativas de quienes los estimularon a obtener su educación. CM 463.2
Debido a estas tentaciones peculiares que nuestros jóvenes deben afrontar en las facultades de medicina del mundo, se ha provisto una preparación médica en nuestras propias instituciones, bajo profesores cristianos. Nuestras escuelas mayores de las diferentes partes del campo deben ser colocadas en la posición más favorable para facilitar el estudio a nuestros jóvenes capaces y permitirles satisfacer los requerimientos de ingreso que exigen las leyes del Estado para los que quieren estudiar medicina. Deben obtenerse los profesores de más talento, para que nuestras escuelas se pongan a la altura debida. Los jóvenes y los de más edad que consideren deber suyo el prepararse para un trabajo que requiera ciertos exámenes legales, deben poder obtener en los colegios de nuestras uniones todo lo que es esencial para entrar en una facultad de medicina. CM 463.3
La oración realizará maravillas para los que velando se dediquen a ella. Dios desea que todos estemos en la posición de quienes aguardan y esperan. El hará lo que ha prometido; y por cuanto hay requerimientos legales que hacen necesario que los estudiantes de medicina tomen cierto curso preparatorio, nuestros colegios deben ponerse en condiciones de dar a sus estudiantes la preparación literaria y científica necesaria. CM 464.1
Y no sólo deben nuestras escuelas superiores dar esta instrucción preparatoria a los que piensan tomar un curso de medicina, sino que deben hacer también todo lo que es esencial para el perfeccionamiento de los estudios ofrecidos por nuestro Colegio de Médicos Evangélicos de Loma Linda. Como se señaló cuando se fundó este colegio, debemos proveer lo esencial para nuestros jóvenes que desean ser médicos, a fin de que puedan prepararse inteligentemente y pasar los exámenes requeridos para probar su eficiencia como médicos. Se les debe enseñar a tratar comprensivamente los casos de enfermedad, a fin de que no pueda ningún médico sensato imaginar que en nuestra escuela privamos a los jóvenes de la instrucción necesaria para habilitarlos debidamente para ejercer la medicina. Los jóvenes que se han diplomado deben progresar continuamente en conocimiento, porque la práctica hace perfecto. CM 464.2
La escuela de medicina de Loma Linda ha de pertenecer a la categoría más elevada, porque los que estudian en ella tienen oportunidad de mantener una relación viva con el más sabio de todos los médicos, que les comunica un conocimiento de orden superior. Y para la instrucción especial de los jóvenes que, por una convicción clara, se sientan en el deber de obtener una educación médica que les permita pasar los exámenes que la ley exige a todos los que ejercen como médicos regulares, debemos proveer lo que sea necesario, a fin de que estos jóvenes no necesiten verse obligados a ir a las escuelas de medicina dirigidas por hombres que no son de nuestra fe. Así cerraremos una puerta que el enemigo quisiera ver abierta; y nuestros jóvenes, cuyos intereses espirituales el Señor desea que salvaguardemos, no se verán obligados a relacionarse con incrédulos a fin de obtener una cabal preparación médica. CM 465.1
Los profesores de nuestra facultad de medicina deben estimular a los alumnos a obtener todo el conocimiento que puedan en cada departamento. Si hallan alumnos deficientes en el cuidado y en la comprensión de sus responsabilidades, deben presentarles el asunto claramente, dándoles oportunidad de corregir sus hábitos y alcanzar una norma más alta. CM 465.2
Los profesores no deben desalentarse porque algunos sean tardos en aprender; ni tampoco los alumnos cuando cometen errores. Mientras se les señalan bondadosamente sus errores y defectos, deben sentir agradecimiento por cualquier instrucción que se les dé. No hay que estimular un espíritu altanero de parte de los alumnos. Todos tienen que estar dispuestos a aprender, y los profesores a instruirlos, y a enseñarles a tener confianza propia, a ser competentes, cuidadosos y esmerados. Mientras estudian bajo instructores sabios, y comparten con ellos sus responsabilidades, los estudiantes pueden, con la ayuda de los profesores, ascender al peldaño más alto de la escalera. CM 465.3
Los alumnos deben estar dispuestos a trabajar bajo los que tienen experiencia, escuchar sus sugestiones y consejos, para seguirlas hasta donde sea posible con reflexión, preparación e inteligencia emprendedora; pero nunca deben violar un reglamento o despreciar un principio que ha sido entretejido con la edificación de la institución. El descenso es bastante fácil; el desprecio de los reglamentos es natural para el corazón inclinado a la comodidad y complacencia egoísta. Es mucho más fácil derribar que edificar. Un alumno negligente puede hacer más para rebajar las normas que diez hombres con todo su esfuerzo para contrarrestar la influencia desmoralizadora. CM 465.4
El fracaso o el éxito puede leerse en la conducta que siguen los estudiantes. Si están listos para tener en poco los reglamentos y el orden, si procuran complacer al yo, y por su ejemplo estimulan un espíritu de rebelión, no les deis cabida. Sería mejor cerrar las puertas de la institución antes de tolerar que ese espíritu leude en los ayudantes y quebrante las barreras cuyo establecimiento ha costado reflexión, esfuerzo y oración. CM 466.1
Al preparar obreros que cuiden de los enfermos, incúlquese en el estudiante el pensamiento de que su objeto más elevado debe ser siempre atender el bienestar espiritual de sus pacientes. Debe aprender a repetir las promesas de la Palabra de Dios y ofrecer diariamente oraciones fervientes, mientras se está preparando para servir. Ayúdesele a comprender que debe recordar siempre a sus pacientes la influencia suavizante y santificadora del gran Médico misionero. Si se puede hacer comprender a los dolientes que Cristo es su Salvador compasivo y lleno de simpatía, obtendrán el descanso mental que es esencial para recobrar la salud. CM 466.2