Consejos para los Maestros

Capítulo 46—La recreación cristiana

Mientras estamos procurando refrescar nuestro ánimo y vigorizar nuestro cuerpo, Dios requiere de nosotros que empleemos todas nuestras facultades en todo momento con el mejor propósito. Podemos y debemos dirigir nuestras recreaciones de tal manera que nos dejen en mejores condiciones para desempeñar con éxito los deberes que nos incumben, y que se acreciente el beneficio de nuestra influencia sobre aquellos con quienes tratamos. Podemos volver de esas ocasiones a nuestros hogares con mejor ánimo, refrigerados físicamente, y preparados para reanudar nuestro trabajo con más esperanza y valor. CM 320.1

Pertenecemos a la clase de los que creen que es su privilegio glorificar a Dios en la tierra cada día de su vida; que no viven en este mundo solamente para divertirse y agradarse a sí mismos. Estamos aquí para beneficiar a la humanidad y a la sociedad; pero si permitimos que nuestra mente vaya por el cauce bajo de la de muchos que buscan solamente la vanidad y la insensatez, ¿cómo podremos beneficiar a nuestra especie y a nuestra generación? ¿cómo podremos ser una bendición para la sociedad que nos rodea? No podemos participar inocentemente en cualquier diversión que nos incapacitará para el desempeño más fiel de nuestros deberes comunes. CM 320.2

Entre las compañías frecuentadas por los seguidores de Cristo para obtener recreación cristiana, y las reuniones mundanas para obtener placer y diversión, existirá un notable contraste. En vez de la oración y mención del nombre de Cristo y de las cosas sagradas, se oirá de los labios de los mundanos, la risa insensata y la conversación trivial. El objeto es divertirse en forma general. Sus diversiones comienzan con insensatez y terminan con vanidad. Debemos conducirnos y dirigir nuestras reuniones de tal manera, que al volver a nuestros hogares podamos tener una conciencia libre de ofensa hacia Dios y los hombres; una seguridad de que no hemos herido ni perjudicado en nada a aquellos con quienes hemos estado asociados, ni hemos ejercido una influencia perjudicial sobre ellos. CM 320.3

La mente natural se inclina hacia el placer y la complacencia propia. Es política de Satanás fabricarlos en abundancia. El procura llenar la mente de los hombres con un deseo de diversión mundanal, a fin de que no tengan tiempo de hacerse la pregunta: ¿Cómo está mi alma? El amor a los placeres es infeccioso. Entregada a él, la mente vuela de un punto a otro, buscando siempre una diversión. La obediencia a la ley de Dios contrarresta esa inclinación y construye barreras contra la impiedad. CM 321.1

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Los jóvenes deben recordar que son responsables de todos los privilegios de que han disfrutado, del aprovechamiento de su tiempo y del debido uso de sus capacidades. Pueden preguntar: “¿No tendremos diversión o recreación?” “¿Trabajaremos y trabajaremos y trabajaremos, sin ninguna variación?” CM 321.2

No será peligrosa cualquier diversión a la cual podáis dedicaros y pedir con fe la bendición de Dios. Pero cualquier diversión que os descalifique para la oración secreta, para la devoción ante el altar de la oración, o para tomar parte en la reunión de oración, no sólo no es segura, sino peligrosa. CM 321.3