Consejos para los Maestros

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Exposición pública de las malas acciones

Debe tenerse mucho cuidado en hacer públicos los errores de los estudiantes. Hacer una exposición pública del mal es perjudicial en todo respecto para el que hace el mal, y no ejerce ninguna influencia benéfica sobre la escuela. Nunca ayuda a un estudiante el humillarlo delante de sus condiscípulos. No sana ni cura nada, sino que deja una herida mortificante. CM 253.3

El amor longánime y bondadoso no transformará una indiscreción en una ofensa imperdonable, ni tampoco magnificará los errores ajenos. Las Escrituras enseñan claramente que a los que yerran se los ha de tratar con tolerancia y consideración. Si se sigue la debida conducta, el corazón aparentemente endurecido puede ser ganado para Cristo. El amor de Jesús cubre una multitud de pecados. Su gracia no induce nunca a exponer los errores de otros, a menos que ello sea positivamente necesario. CM 254.1

Estamos viviendo en un mundo duro, sin afecto ni caridad. Satanás y sus ángeles están usando todos los medios a su alcance para destruir las almas. El bien que un maestro hará a sus alumnos, estará en proporción a la fe que tienen ellos. Y recuerde el maestro que los menos afortunados, los que tienen un temperamento desagradable, los toscos, tercos y huraños, son los que más necesitan de amor, compasión y ayuda. Los que más prueban nuestra paciencia son los que más necesitan nuestro amor. CM 254.2

Pasaremos solamente una vez por este mundo; cualquier bien que podamos hacer, debemos hacerlo ferviente e incansablemente, con el mismo espíritu que Cristo puso en su obra. ¿Cómo puede animarse a los estudiantes que necesitan grandemente ayuda a que sigan en el buen camino? Únicamente tratándolos con el amor que Cristo reveló. Podéis decir que deben ser tratados como se merecen. Pero ¿qué habría sucedido si Cristo nos hubiese tratado así a nosotros? El, que no había pecado, fue tratado como nosotros merecemos ser tratados, a fin de que nosotros, los caídos y pecaminosos, pudiésemos ser tratados como él lo merece. Maestros, tratad a vuestros alumnos poco promisorios como pensáis que bien se lo merecen, y los privaréis de toda esperanza y arruinaréis vuestra influencia. ¿Resultará esta conducta? No, cien veces, no. Vinculad al que necesita vuestra ayuda a un corazón que le ame y simpatice con él, y salvaréis a un alma de la muerte, y cubriréis una multitud de pecados. CM 254.3