Consejos para los Maestros

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El método de Cristo

Los ministros y maestros deben dedicar atención especial al cultivo de la voz. Deben aprender a hablar, no de una manera nerviosa y apresurada, sino con enunciación lenta, distinta y clara, y conservando la música de la voz. La voz del Salvador era como música a los oídos de aquellos que habían estado acostumbrados a la prédica monótona y sin vida de los escribas y fariseos. El hablaba lenta e impresionantemente, recalcando las palabras a las cuales deseaba que sus oyentes prestasen atención especial. Ancianos y jóvenes, ignorantes y sabios, todos podían comprender el pleno significado de sus palabras. Esto habría sido imposible si él hubiese hablado en forma apresurada, acumulando frase sobre frase sin pausa alguna. La gente lo escuchaba con mucha atención, y se dijo de él, que hablaba no como los escribas y fariseos; porque su palabra era como de quien tiene autoridad... CM 227.3

La manera en que Cristo enseñaba era bella y atrayente, y se caracterizaba siempre por la sencillez. El revelaba los misterios del reino de los cielos por el empleo de figuras y símbolos con los cuales sus oyentes estaban familiarizados; y el común del pueblo le oía gustosamente, porque podía comprender sus palabras. No usaba palabras altisonantes, para cuya comprensión habría sido necesario consultar un diccionario. CM 227.4

Jesús ilustraba las glorias del reino de Dios por el uso de los incidentes y los sucesos de la tierra. Con amor compasivo y tierno, alegraba, consolaba e instruía a todos los que le oían; porque sobre sus labios se derramaba la gracia a fin de que pudiese presentar a los hombres de la manera más atrayente los tesoros de la verdad. CM 228.1

Así es como él quiere que presentemos su verdad a otros. La facultad del habla es de gran valor, y la voz debe cultivarse para bendición de aquellos con quienes tratamos. CM 228.2