Consejos para los Maestros

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El poder de una disposición feliz

El trato continuo con personas inferiores en edad y preparación mental, tiende a hacer que el maestro se aferre tenazmente a sus derechos y opiniones y defienda celosamente su posición y dignidad. Un espíritu tal se opone a la mansedumbre y humildad de Cristo. La negligencia en el cultivo de estas gracias le impide progresar en la vida divina. Muchos levantan así barreras entre sí y Jesús, hasta tal punto que su amor no puede fluir a su corazón, y luego se quejan de que no ven al Sol de Justicia. Olvídense del yo, vivan para Jesús, y la luz del cielo infundirá alegría a su alma. CM 221.2

Ningún hombre o mujer está preparado para la obra de enseñar, si es inquieto, impaciente, arbitrario o autoritario. Estos rasgos de carácter perjudican mucho en el aula de clase. No disculpe el maestro su mala conducta con el argumento de que tiene por naturaleza un genio vivo, o que ha errado por ignorancia. El ocupa un lugar donde la ignorancia o la falta de dominio propic es un pecado. Está escribiendo en las almas lecciones que las acompañarán durante toda la vida, y debe aprender a no pronunciar jamás una palabra apresurada y a no perder el dominio propio. CM 221.3

Más que nadie, el encargado de educar a los jóvenes debe precaverse contra el ceder a una disposición sombría o lóbrega; porque ella le impedirá simpatizar con sus alumnos, y sin simpatía no puede beneficiarlos. No debemos oscurecer nuestra propia senda o la ajena con la sombra de nuestras pruebas. Tenemos un Salvador a quien recurrir, en cuyo oído compasivo podemos volcar toda queja. Podemos confiarle todos nuestros cuidados y preocupaciones, y entonces nuestra labor no parecerá difícil ni severas nuestras pruebas. CM 221.4

“Regocijaos en el Señor siempre—exhorta el apóstol Pablo—. Otra vez digo: ¡Regocijaos!”. Filipenses 4:4. Cualquiera que sea vuestra disposición, Dios puede amoldarla de tal manera que llegue a ser mansa y semejante a la de Cristo. Por el ejercicio de una fe viva podemos separarnos de todo lo que no esté de acuerdo con la voluntad de Dios, y así poner el cielo en nuestra vida terrenal. Haciendo esto, tendremos alegría a cada paso. Cuando el enemigo procure envolver con tinieblas el alma, cantemos y hablemos con fe, y encontraremos que cantando y hablando habremos pasado a la luz. CM 222.1

Somos nosotros los que nos abrimos las esclusas de la desgracia o las del gozo. Si permitimos que las dificultades y trivialidades de la tierra embarguen nuestros pensamientos, nuestro corazón se llenará de incredulidad, lobreguez y presentimientos. Si fijamos nuestros afectos en las cosas de lo alto, la voz de Jesús hablará a nuestro corazón, las murmuraciones cesarán, y los pensamientos afligentes se transformarán en alabanzas a nuestro Redentor. Los que se espacian en las grandes misericordias de Dios, y que no se olvidan de sus beneficios menores, se ceñirán de alegría, y habrá en su corazón melodías para el Señor. Entonces disfrutarán de su trabajo. Permanecerán firmes en sus puestos del deber. Tendrán un genio plácido, un espíritu confiado. CM 222.2