Conducción del Niño

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Capítulo 26—La cortesía y la reserva

La cortesía comienza en el hogar—Padres, enseñad a vuestros hijos. . . a conducirse en el hogar con verdadera cortesía. Educadlos para que manifiesten bondad y ternura unos con otros. No permitáis que el egoísmo viva en el corazón o encuentre lugar en el hogar.—Manuscrito 74, 1900. CN 131.1

Los jóvenes que crecen empleando palabras y actitudes descuidadas y rudas, manifiestan el carácter de la educación recibida en su hogar. Los padres no han comprendido la importancia de su mayordomía; y han cosechado los resultados de la siembra realizada.—Manuscrito 117, 1899. CN 131.2

La supremacía de los principios del cielo—Los principios del cielo han de introducirse en el gobierno del hogar. Debe enseñarse a cada niño a ser atento, compasivo, amante, misericordioso, cortés, tierno de corazón.—Manuscrito 110, 1902. CN 131.3

Cuando todos son miembros de la familia real, hay verdadera cortesía en la vida del hogar. Cada miembro de la familia procura agradar a los demás miembros.—Manuscrito 60, 1903. CN 131.4

Enseñad por precepto y ejemplo—Los niños, como también los mayores, están expuestos a las tentaciones; y los miembros maduros de la familia deberían darles, por precepto y ejemplo lecciones de cortesía, alegría, afecto y cumplimiento fiel de sus deberes diarios.—Manuscrito 27, 1896. CN 131.5

Respeto por los ancianos—Dios ha mandado especialmente que se manifieste tierno respeto hacia los ancianos. “Corona de gloria es la cabeza cana—dice—, cuando se halla en el camino de justicia”. Proverbios 16:31. Habla de batallas peleadas, y victorias ganadas; de cargas llevadas y tentaciones resistidas. Habla de pies cansados que se acercan al descanso, de puestos que pronto quedarán vacantes. Ayudad a los niños a pensar en esto, y ellos suavizarán el camino de los ancianos mediante su cortesía y respeto, y añadirán gracia y belleza a sus jóvenes vidas si prestan atención al mandato: “Delante de las canas te levantarás, y honrarás el rostro del anciano”. Levítico 19:32.—La Educación, 239. CN 131.6

Enséñense la modestia y la reserva—El orgullo, la estimación propia y el atrevimiento son características destacadas de los niños de hoy y son la maldición de nuestra era. . . . Han de enseñarse a los niños, tanto en la casa como en la escuela sabática, las lecciones más sagradas de modestia y humildad.—Consejos Sobre la Obra de la Escuela Sabática, 50. CN 132.1

¿Os ocuparéis vosotros, a quienes dirijo estas palabras, de la instrucción que se os ha dado? Amonestad a los jóvenes; que no sean atrevidos en la conversación sino modestos y recatados. Que escuchen con prontitud las cosas benéficas para el alma, y que sean lentos en hablar, a menos que sea para exponer a Jesús y para testificar de la verdad. Manifestad humildad mediante un comportamiento modesto.—The Youth’s Instructor, 11 de julio de 1895. CN 132.2

Un guardián de la virtud—Cultivad la gema preciosa e inapreciable de la modestia. Esta será un guardián de la virtud. . . .Me siento impelida por el Espíritu del Señor a instar a mis hermanas que profesan la piedad a cultivar la modestia en el comportamiento y a ser reservadas. . . . He preguntado: ¿cuándo nuestras hermanas jóvenes actuarán con propiedad? Sé que no habrá un cambio favorable hasta que los padres sientan la importancia de ejercer gran cuidado en la educación correcta de sus hijos. Enseñadles a actuar con reserva y modestia.—Testimonies for the Church 2:458, 459. CN 132.3

Los encantos verdaderos—Los verdaderos encantos de un niño consisten en la modestia y la obediencia, en oídos atentos para escuchar las palabras de instrucción, en pies y manos voluntarios para andar y trabajar en el camino del deber. Y la verdadera bondad de un niño producirá su propia recompensa, aun en esta vida.—The Review and Herald, 10 de mayo de 1898. CN 133.1