Conducción del Niño

Capítulo 79—El sábado el día de delicia

Desprecio prevaleciente por el sábado—Se me ha mostrado que muchísimos de los padres que profesan creer el solemne mensaje para este tiempo no han preparado a sus hijos para Dios. No han sabido reprimirlos y se han enojado con cualquiera que tratara de reprimirlos. Mediante una fe viviente no han unido diariamente a sus hijos al altar del Señor. Muchos de esos jóvenes han sido dejados en libertad de transgredir el cuarto mandamiento haciendo su voluntad en el santo día de Dios. No han sentido escrúpulos de conciencia en ir por las calles durante el sábado para divertirse. Muchos van donde les place y hacen lo que les place, y sus padres están tan temerosos de desagradarlos que, imitando la conducta de Elí, no los reprimen. CN 499.1

Esos jóvenes finalmente pierden todo respeto por el sábado y no se sienten atraídos por las reuniones religiosas ni por las cosas sagradas y eternas.—Testimonies for the Church 5:36, 37. CN 499.2

Prestad atención a la primera palabra del cuarto mandamiento—La palabra “acordarte” está colocada en el mismo principio del cuarto mandamiento. Padres, necesitáis recordar vosotros mismos el día sábado para guardarlo santamente. Y si hacéis esto, estáis dando la debida instrucción a vuestros hijos. Ellos reverenciarán el santo día de Dios. . . . En vuestros hogares se necesita la educación cristiana. A lo largo de toda la semana tened en cuenta el santo sábado del Señor pues ese día ha de ser dedicado al servicio de Dios. Es un día cuando han de descansar las manos de las tareas mundanales, cuando han de recibir especial atención las necesidades del alma.—Manuscrito 57, 1897. CN 499.3

Cuando el sábado se recuerde así, no se permitirá que lo temporal usurpe lo que pertenece a lo espiritual. Ningún deber que incumbe a los seis días hábiles será dejado para el sábado. Durante la semana nuestras energías no se agotarán de tal manera en el trabajo temporal que, en el día en que el Señor descansó y fue refrigerado, estemos demasiado cansados para dedicarnos a su servicio.—Joyas de los Testimonios 3:21. CN 500.1

Haced del viernes el día de preparación—Terminad el viernes los preparativos para el sábado. Cuidad de que toda la ropa esté lista y que se haya cocinado todo lo que debe cocinarse, que se hayan lustrado los zapatos y tomado los baños. Es posible lograr esto. Si lo establecéis como regla, podéis hacerlo. El sábado no debe destinarse a reparar ropas, a cocinar alimentos, a los placeres, o a otra ocupación mundanal. Antes de que se ponga el sol, debe ponerse a un lado todo trabajo secular y guardarse fuera de la vista todos los periódicos de ese carácter. Padres, explicad a vuestros hijos lo que hacéis y os proponéis y dejadlos participar en vuestra preparación para guardar el sábado según el mandamiento.—Joyas de los Testimonios 3:22. CN 500.2

En muchas familias [durante el sábado] se embetunan y lustran los zapatos y se dan puntadas, todo porque estas cositas no fueron hechas durante el viernes. No se acordaron del sábado “para santificarlo”. . . . CN 500.3

Debe prestarse atención a la vestimenta de los hijos durante el viernes. Durante la semana, todo esto debiera haber sido arreglado por las propias manos de ellos bajo la dirección de la madre, de modo que pudieran vestirse quedamente, sin ninguna confusión ni apresuramiento, ni órdenes precipitadas.—Manuscrito 57, 1897. CN 500.4

Hay otra obra que debe recibir atención en el día de preparación. En ese día deben ponerse a un lado todas las divergencias entre hermanos, ora sea en la familia o en la iglesia.—Joyas de los Testimonios 3:22. CN 501.1

Cuando comienza el sábado, la familia celebra culto—Antes de la puesta del sol, congréguense los miembros de la familia para leer la Palabra de Dios y para cantar y orar. Se necesita una reforma en esto, porque muchos han sido remisos. Necesitamos confesarnos a Dios y unos a otros. Debemos empezar de nuevo a hacer arreglos especiales para que cada miembro de la familia esté preparado para honrar el día que Dios ha bendecido y santificado.—Joyas de los Testimonios 3:23. CN 501.2

Las horas del sábado no son nuestras sino de Dios—Dios nos ha dado el conjunto de los seis días para hacer nuestro trabajo y se ha reservado únicamente uno. Este debiera ser un día de bendición para nosotros: un día cuando debiéramos poner de lado todos nuestros asuntos seculares y centralizar nuestros pensamientos en Dios y el cielo.—Manuscrito 3, 1879. CN 501.3

Cuando el sábado comienza debemos ponernos en guardia, velar sobre nuestros actos y palabras, no sea que robemos a Dios, dedicando a nuestro uso el tiempo que pertenece estrictamente al Señor. No debemos hacer ni permitir que nuestros hijos hagan trabajo alguno para ganarse la vida, ni cosa alguna que podría haberse hecho durante los seis días hábiles. El viernes es el día de preparación. Entonces puede dedicarse tiempo a los preparativos necesarios para el sábado, y a pensar y conversar acerca de ello. Nada de lo que a los ojos del cielo será considerado como violación del santo sábado debe dejarse para ser dicho o hecho en sábado. Dios requiere no sólo que evitemos el trabajo físico en sábado, sino que disciplinemos nuestra mente para que se espacie en temas sagrados. Se infringe virtualmente el cuarto mandamiento al conversar de cosas mundanales o al dedicarse a una conversación liviana y trivial. El hablar de cualquier cosa o de todo lo que acude a la mente, es pronunciar nuestras propias palabras. Toda desviación de lo recto nos pone en servidumbre y condenación.—Joyas de los Testimonios 1:287. CN 501.4

El tiempo del sábado es demasiado precioso para pasarlo durmiendo—Durante la semana, nadie debiera permitirse quedar tan absorbido por sus intereses temporales y tan extenuado por sus esfuerzos en procura de ganancias materiales, como para que durante el sábado no tenga fuerza ni energía para darlas al servicio de Dios. Estamos robando al Señor cuando nos incapacitamos para rendirle culto en su día santo. Y también nos estamos robando a nosotros mismos, pues necesitamos el calor y la luz del compañerismo, tanto como la fortaleza que se pueden ganar de la sabiduría y la experiencia de otros cristianos.—The Review and Herald, 13 de junio de 1882. CN 502.1

No se malgasten en cama las preciosas horas del sábado. El sábado de mañana, la familia debe levantarse temprano. Si se levantan tarde, hay confusión y apresuramiento en los preparativos para el desayuno y la escuela sabática. Hay apresuramiento, roces e impaciencia. Así entran en el hogar sentimientos profanos. El sábado, así profanado, produce cansancio, y en vez de amarse su venida, se la teme.—Joyas de los Testimonios 3:23. CN 502.2

Asistid al culto de la iglesia con los hijos—Los padres y las madres debieran convertir en una regla que sus hijos asistan al culto de la iglesia durante el sábado, y debieran reforzar esa regla con su propio ejemplo. Nuestro deber es guiar a nuestros hijos y a nuestra casa tras de nosotros, como lo hizo Abrahán. Tanto por ejemplo como por precepto, debiéramos impresionar en ellos la importancia de las enseñanzas religiosas. Todos los que han formulado los votos bautismales se han consagrado solemnemente al servicio de Dios. Están bajo la obligación de un pacto de colocarse y colocar a sus hijos en un lugar donde puedan obtener todos los incentivos posibles y el ánimo para la vida cristiana.—The Review and Herald, 13 de junio de 1882. CN 502.3

Pero mientras damos culto a Dios, no hemos de considerar esto como una tarea penosa. El sábado del Señor ha de ser hecho una bendición para nosotros y para nuestros hijos. Ellos han de considerar el sábado como un día de delicia, un día que ha santificado Dios, y así lo considerarán si son debidamente instruidos.—Manuscrito 3, 1879. CN 503.1

Usad ropas adecuadas para la casa de culto—Muchos necesitan instrucción en cuanto a cómo deben presentarse en la asamblea para adorar en sábado. No han de entrar en la presencia de Dios con las ropas que llevan comúnmente durante la semana. Todos deben tener un traje especial para el sábado, para llevarlo cuando asistan al culto en la casa de Dios. Aunque no debemos conformarnos a las modas mundanales, no debemos ser indiferentes acerca de nuestra apariencia exterior. Debemos ser aseados y estar bien arreglados, aunque sin adornos. Los hijos de Dios deben ser limpios en su interior y exterior.—Joyas de los Testimonios 3:21, 22. CN 503.2

Explicad a los niños el sermón del sábado—Los ministros están ocupados en una sagrada y solemne obra, pero también descansa una sagrada responsabilidad sobre los que oyen. Han de oír con la determinación de seguir las instrucciones que todos deben practicar para ganar la vida eterna. Cada oyente debiera esforzarse para entender cada presentación de la verdad bíblica, como un mensaje para él, que ha de ser recíbido por fe y puesto en práctica en la vida diaria. Los padres debieran explicar a sus hijos las palabras pronunciadas desde el púlpito para que ellos puedan entenderlas y tengan ese conocimiento que, si es puesto en práctica, produce abundante gracia y paz.—Manuscrito 41, 1903. CN 503.3

Haced una preparación especial para la comida—No debemos proveer para el sábado una cantidad o variedad mayor de alimentos que para los otros días. En vez de esto, los alimentos deben ser más sencillos, y debe comerse menos, a fin de que la mente esté clara y vigorosa para comprender las cosas espirituales. El comer demasiado anubla la mente. Se pueden oír las palabras más preciosas sin apreciarlas, debido a que la mente está turbada por un régimen impropio. Comiendo demasiado el sábado, muchos han deshonrado a Dios más de lo que piensan. CN 504.1

Aunque debe evitarse el cocinar en sábado, no es necesario comer alimentos fríos. En tiempo frío, caliéntese el alimento preparado el día antes. Y sean las comidas, aunque sencillas, atrayentes y sabrosas. Provéase algo que sea considerado como un plato especial, algo que la familia no tiene cada día.—Joyas de los Testimonios 3:23. CN 504.2

Es precioso el descanso del día—La escuela sabática y la reunión del culto ocupan sólo una parte del sábado. La parte que queda para la familia puede abarcar las más sagradas y preciosas horas del sábado. Mucho de este tiempo deben pasarlo los padres con sus hijos.—Joyas de los Testimonios 3:24. CN 504.3

Haced planes para lecturas y conversaciones adecuadas—¡Oh el sábado! Sea el más dulce y el más bendito de todos los días de la semana. . . . CN 504.4

Los padres pueden y deben prestar atención a sus hijos, leyéndoles las porciones más atrayentes de la historia bíblica, educándolos para reverenciar el sábado, guardándolo conforme al mandamiento. Esto no puede hacerse, si los padres no sienten su responsabilidad para interesar a sus hijos. Pero pueden hacer del sábado una delicia, si toman la debida actitud. A los niños puede interesarse en la buena lectura o en la conversación en cuanto a la salvación de su alma. Pero habrán de ser educados y preparados. El corazón natural no está propenso a pensar en Dios, el cielo ni las cosas celestiales. Deberá contrarrestarse continuamente la corriente de mundanalidad e inclinación al mal y deberá fomentarse la luz celestial.—The Review and Herald, 14 de abril de 1885. CN 504.5

No hemos de ser indiferentes a las actividades de los niños—He encontrado que durante el sábado muchos son indiferentes y no saben donde están sus niños o qué están haciendo.—The Review and Herald, 14 de abril de 1885. CN 505.1

Padres, por encima de todas las cosas cuidad a vuestros hijos durante el sábado. No les permitáis que violen el santo día de Dios jugando en la casa o al aire libre. Lo mismo sería que quebrantarais vosotros mismos el sábado, que permitir que los hijos lo hagan, y cuando permitís que vuestros hijos vagabundeen y les toleráis que jueguen en el sábado, Dios os considera como violadores del sábado.—The Review and Herald, 19 de septiembre de 1854. CN 505.2

Al aire libre con los niños—Los padres pueden llevar a sus hijos al aire libre para contemplar a Dios en la naturaleza. Pueden señalar a las flores en capullo y a los capullos abiertos, los elevados árboles y las bellas briznas de hierba, y enseñar que Dios hizo todas estas cosas en seis días y descansó en el séptimo día y lo bendijo. En esa forma, los padres pueden dedicarse con afán a instruir a sus hijos, de modo que cuando ellos contemplen las cosas de la naturaleza, recuerden al gran Creador de todas ellas. Sus pensamientos serán elevados al Dios de la naturaleza, llevados a la creación de nuestro mundo cuando se establecieron los fundamentos del sábado y todos los hijos de Dios clamaron de gozo. Tales son las lecciones que han de impresionarse en la mente de nuestros hijos. CN 505.3

No hemos de enseñar a nuestros hijos que no deben ser felices durante el sábado, que es un error salir a dar un paseo al aire libre. Oh, no. Cristo condujo a sus discípulos a la orilla del lago durante el sábado y les enseñó. Sus sermones sabáticos no siempre fueron predicados entre cuatro paredes.—Manuscrito 3, 1879. CN 506.1

Otras lecciones de la naturaleza: lecciones objetivas—Enseñad a los niños a ver a Cristo en la naturaleza. Sacadlos al aire libre, bajo los nobles árboles del huerto; y en todas las cosas maravillosas de la creación enseñadles a ver una expresión de su amor. Enseñadles que él hizo las leyes que gobiernan todas las cosas vivientes, que él ha hecho leyes para nosotros, y que esas leyes son para nuestra felicidad y nuestro gozo. No los canséis con largas oraciones y tediosas exhortaciones, sino que por medio de las lecciones objetivas de la naturaleza, enseñadles a obedecer la ley de Dios.—El Deseado de Todas las Gentes, 475. CN 506.2

Dad un verdadero concepto del carácter de Dios—¿Cómo pueden los niños recibir un conocimiento más correcto de Dios y una impresión mental mejor, que pasando una parte del tiempo al aire libre, no jugando, sino en compañía de sus padres? Asócíense sus mentes juveniles con Dios en los hermosos panoramas de la naturaleza, llámeseles la atención hacia las manifestaciones de su amor por el hombre en sus obras creadas y se sentirán atraídos e interesados. No correrán el peligro de asociar el carácter de Dios con todo lo severo y adusto; sino que al ver las cosas bellas que creó para la felicidad del hombre, serán inducidos a considerarle como un Padre tierno y amable. Verán que sus prohibiciones no han sido hechas simplemente para manifestar su poder y autoridad, sino que buscan la felicidad de sus hijos. Y al cobrar el carácter de Dios el aspecto atrayente del amor, la benevolencia y la belleza, se sentirán inducidos a amarle. Podéis llamarles la atención a las aves hermosas que llenan el aire de música con sus felices cantos, los tallos de la hierba y las flores perfectas de llamativos matices que perfuman el aire. Todas estas cosas proclaman el amor y la habilidad del Artista celestial, y revelan la gloria de Dios. CN 506.3

Padres, ¿por qué no hacéis uso de las lecciones preciosas que Díos nos ha enseñado en el libro de la naturaleza para dar a nuestros hijos una idea correcta de su carácter? Los que sacrifican la sencillez por la moda, y se privan de admirar la belleza de la naturaleza, no pueden ser espirituales, no pueden comprender la habilidad y el poder de Dios según se revelan en sus obras creadas; por lo tanto, sus corazones no palpitan con nuevo amor e interés, y no se llenan de reverencia al vislumbrar a Dios en la naturaleza.—Joyas de los Testimonios 1:277, 278. CN 507.1

El valor del sábado, como medio de educación, es inestimable. Cualquier cosa que Dios nos pida, nos la devuelve enriquecida y transfigurada con su propia gloria. . . . CN 507.2

El sábado y la familia fueron instituidos en el Edén, y en el propósito de Dios están indisolublemente unidos. En ese día, más que en cualquier otro, nos es posible vivir la vida del Edén. Era el plan de Dios que los miembros de la familia se asociasen en el trabajo y en el estudio, en el culto y en la recreación, el padre como sacerdote de su casa, y él y la madre, como maestros y compañeros de sus hijos. Pero los resultados del pecado, al cambiar las condiciones de la vida, han impedido, en extenso grado, esta asociación. Con frecuencia ocurre que el padre apenas ve los rostros de sus hijos durante la semana. Se encuentra casi totalmente privado de la oportunidad de ser compañero de ellos e instruirlos. Pero el amor de Dios ha puesto un límite a las exigencias del trabajo. En su día reserva a la familia la oportunidad de tener comunión con él, con la naturaleza y con sus prójimos.—La Educación, 244, 245. CN 507.3

Haced del sábado una delicia—Todos los que aman a Dios deben hacer lo que puedan para que el sábado sea una delicia, santo y honorable. No pueden hacer esto buscando sus propios placeres en diversiones pecaminosas y prohibidas. Sin embargo, pueden hacer mucho para exaltar el sábado en sus familias y hacer de él el día más interesante de la semana. Debemos dedicar tiempo a interesar a nuestros hijos. Un cambio ejercerá una influencia feliz sobre ellos. Podemos andar con ellos al aire libre; podemos sentarnos con ellos en los huertos y bajo la alegre luz del sol, y dar a sus mentes inquietas algo en que ocuparse, conversando con ellos de las obras de Dios. Podemos inspirarles amor y reverencia llamando su atención a los hermosos objetos de la naturaleza. CN 508.1

El sábado debe resultar tan interesante para nuestras familias que su visita semanal sea saludada con gozo. De ninguna manera mejor pueden los padres exaltar y honrar el sábado que ideando medios de impartir la debida instrucción a sus familias, e interesarlas en las cosas espirituales, dándoles una visión correcta del carácter de Dios, y de lo que él requiere de nosotros a fin de perfeccionar el carácter cristiano y alcanzar la vida eterna. Padres, haced del sábado una delicia para que vuestros hijos puedan esperarlo con placer y recibirlo con gozo en su corazón.—Joyas de los Testimonios 1:278. CN 508.2

Un pináculo adecuado mediante la oración y el canto—Al bajar el sol, señalen la voz de la oración y el himno de alabanza el fin de las horas sagradas, e invitad a Dios a acompañaros con su presencia en los cuidados de la semana de trabajos. CN 509.1

Así pueden los padres hacer del sábado lo que debe ser: el día más gozoso de la semana. Pueden inducir a sus hijos a considerarlo como una delicia, el día superior a los demás días, santo de Jehová, honorable.—Joyas de los Testimonios 3:25. CN 509.2