Conducción del Niño
Capítulo 62—Comiendo para vivir
Dios determinó las inclinaciones y los apetitos—Nuestras inclinaciones naturales y apetitos . . . fueron divinamente determinados, y cuando fueron dados al hombre eran puros y santos. El designio de Dios era que la razón rigiera a los apetitos, y que éstos sirvieran para nuestra felicidad. Y cuando son regulados y regidos por una razón santificada, son santidad para el Señor.—Temperance, 12. CN 354.1
Un objeto de la solicitud divina—La educación de los israelitas incluía todos sus hábitos de vida. Todo lo que se refería a su bienestar era objeto de la solicitud divina y estaba comprendido en la providencia de la ley divina. Hasta en la provisión de alimento, Dios buscó su mayor bien. El maná con que los alimentaba en el desierto era de tal naturaleza que aumentaba su fuerza física, mental y moral. . . . A pesar de las penurias de la vida del desierto, no había una sola persona débil en todas las tribus.—La Educación, 35, 36. CN 354.2
Formados por el alimento que comemos—Nuestro cuerpo se forma con el alimento que ingerimos. En los tejidos del cuerpo se realiza de continuo un proceso de reparación, pues el funcionamiento de los órganos acarrea desgaste y éste debe ser reparado por el alimento. Cada órgano del cuerpo exige nutrición. El cerebro debe recibir la suya; y lo mismo sucede con los huesos, los músculos y los nervios. Es una operación maravillosa la que transforma el alimento en sangre y aprovecha esta sangre para la reconstitución de las diversas partes del cuerpo: pero esta operación, que prosigue de continuo, suministra vida y fuerza a cada nervio, músculo y órgano.—El Ministerio de Curación, 227. CN 354.3
Comiéncese correctamente la alimentación infantil—Difícil sería exagerar la importancia que tiene el hacer adquirir a los niños buenos hábitos dietéticos. Necesitan aprender que comen para vivir y no viven para comer. Esta educación debe empezar cuando la criatura está todavía en brazos de su madre. Hay que darle alimento tan sólo a intervalos regulares, y con menos frecuencia conforme va creciendo. No hay que darle dulces ni comida de adultos, pues no la puede digerir. El cuidado y la regularidad en la alimentación de las criaturas no sólo fomentarán la salud, y así las harán sosegadas y de genio apacible, sino que echarán los cimientos de hábitos que los beneficiarán en los años subsiguientes.—El Ministerio de Curación, 297. CN 355.1
Edúquense el paladar y el apetito—Cuando los niños salen de la infancia todavía hay que educar con el mayor cuidado sus gustos y apetitos. Muchas veces se les permite comer lo que quieren y cuando quieren, sin tener en cuenta su salud. El trabajo y el dinero tantas veces malgastados en golosinas perjudiciales para la salud inducen al joven a pensar que el supremo objeto de la vida, y lo que reporta mayor felicidad, es poder satisfacer los apetitos. El resultado de tal educación es que el niño se vuelve glotón; después le sobrevienen las enfermedades. . . . Los padres deben educar los apetitos de sus hijos, y no permitir que hagan uso de alimentos nocivos para la salud.—El Ministerio de Curación, 297, 298. CN 355.2
Las facultades espirituales, mentales y físicas influidas por el régimen alimentario—Las madres que satisfacen los deseos de sus hijos a expensas de la salud y del buen genio, están sembrando semillas de mal que surgirán y darán fruto. La complacencia propia se desarrolla con el crecimiento de los pequeños y se sacrifican tanto el vigor mental como el físico. Las madres que hacen esta obra cosechan con amargura la semilla que han sembrado. Ven que sus hijos crecen incapacitados en su mente y carácter para desempeñar un papel noble y útil en la sociedad o en el hogar. Bajo la influencia del alimento malsano, sufren las facultades espirituales así como las mentales y físicas. La conciencia se embota y se daña la capacidad de captar las buenas impresiones.—Counsels on Diet and Foods, 230. CN 355.3
Elegid los mejores alimentos—Para saber cuáles son los mejores comestibles tenemos que estudiar el plan original de Dios para la alimentación del hombre. El que creó al hombre y comprende sus necesidades indicó a Adán cuál era su alimento. . . .Los cereales, las frutas carnosas, las oleaginosas y las legumbres, constituyen el alimento escogido para nosotros por el Creador.—El Ministerio de Curación, 227, 228. CN 356.1
Prepáreselos en una forma sencilla y apetitosa—Dios ha proporcionado al hombre abundantes medios para satisfacer un apetito no pervertido. Ha desplegado delante de él los productos de la tierra: una generosa variedad de alimentos que son apetitosos para el paladar y nutritivos para el organismo. Nuestro benévolo Padre celestial dice que podemos comer libremente de estos alimentos. Las frutas, los cereales y las verduras preparados en una forma sencilla, sin condimentos ni grasas de ninguna clase, constituyen, con la leche o crema, el régimen más saludable. Nutren el organismo y dan un poder de resistencia y vigor al intelecto que no se consiguen mediante un régimen estimulante.—Counsels on Diet and Foods, 92. CN 356.2
El apetito no es guía seguro—Deben escogerse los alimentos que mejor proporcionen los elementos necesarios para la reconstitución del cuerpo. En esta elección, el apetito no es una guía segura. Los malos hábitos en el comer lo han pervertido. Muchas veces pide alimento que altera la salud y causa debilidad en vez de producir fuerza. . . . Las enfermedades y dolencias que prevalecen por doquiera provienen en buena parte de errores comunes respecto al régimen alimentario.—El Ministerio de Curación, 227. CN 356.3
Niños que se dejan guiar por un apetito descarriado—Mientras estábamos en los vehículos, oí que los padres decían que sus hijos tenían un apetito delicado, y que a menos que se les diera carne y tortas no podían comer. Cuando llegó la hora del almuerzo, observé la calidad del alimento que se daba a esos niños. Era pan blanco, tajadas de jamón condimentadas con pimienta negra, encurtidos, tortas y frutas en conserva. La faz pálida y cetrina de esos niños indicaba claramente el abuso que sufría su estómago. Dos de esos niños observaron a otra familia cuyos niños comían queso con su alimento, y perdieron el deseo de comer lo que estaba delante de ellos hasta que su indulgente madre pidió un pedazo del queso para darlo a sus hijos, temiendo que sus queridos niños no pudieran continuar con su comida. La madre observaba: “A mis hijos les gusta tanto esto o lo otro, y yo dejo que coman lo que quieran; porque el apetito demanda la clase de alimento que necesita el organismo”. CN 357.1
Esto podría ser correcto si el apetito no se hubiera pervertido nunca. Hay un apetito natural y un apetito pervertido. Los padres que han enseñado a sus hijos, durante toda su vida, a comer alimento que no es saludable y que es estimulante hasta que se pervierte el gusto al punto de que piden arcilla, tiza, café quemado, borra de té, canela, clavo de olor y especias *, no pueden pretender que el apetito demanda lo que requiere el organismo. El apetito ha sido educado falsamente hasta que se deprava. . . . El estómago del cual se ha abusado no lleva a cabo la obra que le corresponde, a menos que se lo acicatee mediante sustancias estimulantes. Si a estos niños se los hubiera educado desde su infancia a comer solamente alimento saludable, preparado de la manera más sencilla, preservando sus propiedades naturales en todo lo posible y evitando las comidas de carne, grasa y todas las especias, el gusto y el apetito estarían indemnes. En su estado natural podrían indicar, en gran medida, el alimento mejor adaptado para las necesidades del organismo.—Counsels on Diet and Foods, 239. CN 357.2
¿Qué diremos en cuanto a la carne? No prescribimos un régimen definido, pero decimos que en los países donde abundan las frutas, los cereales y las nueces, la carne no es el alimento adecuado para el pueblo de Dios. Se me ha indicado que la carne propende a animalizar la naturaleza, a despojar a los hombres y mujeres del amor y la simpatía que debieran sentir por cada cual, y hace predominar las pasiones bajas sobre las facultades más elevadas del ser. Si el comer carne fue alguna vez saludable, no lo es ahora.—Joyas de los Testimonios 3:359. CN 358.1
Razones para descartar la carne como alimento—Los que comen carne no hacen más que comer cereales y verduras de segunda mano, pues el animal recibe de tales productos el alimento que lo nutre. La vida que estaba en los cereales y en las verduras pasa al organismo del ser que los come. Nosotros a nuestra vez la recibimos al comer la carne del animal. ¡Cuánto mejor sería aprovecharla directamente, comiendo el alimento que Dios dispuso para nuestro uso! CN 358.2
La carne no fue nunca el mejor alimento; pero su uso es hoy día doblemente inconveniente, ya que el número de los casos de enfermedad aumenta cada vez más entre los animales. Los que comen carne y sus derivados no saben lo que ingieren. Muchas veces si hubieran visto los animales vivos y conocieran la calidad de su carne, la rechazarían con repugnancia. Continuamente sucede que la gente come carne llena de gérmenes de tuberculosis y cáncer. Así se propagan estas enfermedades y otras también graves.—El Ministerio de Curación, 241. CN 359.1
Efectos que no se comprueban inmediatamente—Los efectos de una alimentación con carne no se ad-vierten tal vez inmediatamente; pero esto no prueba que esa alimentación carezca de peligro. Pocos se dejan convencer de que la carne que han comido es lo que envenenó su sangre y causó sus dolencias. Muchos mueren de enfermedades debidas únicamente al uso de la carne, sin que nadie sospeche la verdadera causa de su muerte.—El Ministerio de Curación, 242. CN 359.2
Volved al régimen alimentario original—¿No es tiempo ya de que todos prescindan de consumir carne? ¿Cómo pueden seguir haciendo uso de un alimento cuyo efecto es tan pernicioso para el alma y el cuerpo los que se esfuerzan por llevar una vida pura, refinada y santa, para gozar de la compañía de los ángeles celestiales? ¿Cómo pueden quitar la vida a seres creados por Dios y consumir su carne con deleite? Vuelvan más bien al alimento sano y delicioso que fue dado al hombre en el principio, y tengan ellos mismos y enseñen a sus hijos a tener misericordia de los seres irracionales que Dios creó y puso bajo nuestro dominio.—El Ministerio de Curación, 244. CN 359.3
La conducta de los que esperan el regreso de Cristo—Entre los que esperan la venida del Señor, el comer carne finalmente se abandonará; la carne dejará de ser parte de su alimentacíón. Siempre debié-ramos tener eso en vista y esforzarnos para trabajar constantemente hacia ese fin. No puedo pensar que al comer carne estemos en armonía con la luz que a Dios le plugo darnos.—Counsels on Diet and Foods, 380, 381. CN 359.4
Volvamos al propósito de Dios—Vez tras vez se me ha mostrado que Dios está llevando a su pueblo de vuelta a su propósito original, esto es no subsistir de la carne de animales muertos. El desea que enseñemos a la gente un camino mejor. . . . Si se elimina la carne, si el gusto no se educa en ese sentido, si se fomenta el deseo de frutas y cereales, pronto será como Dios lo dispuso en el principio. Su pueblo no consumirá carne.—Counsels on Diet and Foods, 82. CN 360.1
Instrucciones concernientes a un cambio en la alimentación—Es un error suponer que la fuerza muscular dependa de consumir alimento animal, pues sin él las necesidades del organismo pueden satisfacerse mejor y es posible gozar de salud más robusta. Los cereales, las frutas, las oleaginosas y las verduras contienen todas las propiedades nutritivas para producir buena sangre. Estos elementos no son provistos tan bien ni de un modo tan completo por el régimen de carne. Si la carne hubiera sido de uso indispensable para dar salud y fuerza, se la habria incluido en la alimentación indicada al hombre desde el principio. CN 360.2
A menudo, al dejar de consumir carne, se experimenta una sensación de debilidad y falta de vigor. Muchos insisten en que esto prueba que la carne es esencial; pero se la echa de menos porque es un alimento estimulante que enardece la sangre y excita los nervios. A algunos les es tan difícil dejar de comer carne como a los borrachos renunciar al trago; y sin embargo se beneficiarían con el cambio. CN 360.3
Cuando se deja la carne, hay que sustituirla con una variedad de cereales, frutas oleaginosas, legumbres, verduras y frutas nutritivas y agradables al paladar. Esto es particularmente necesario al tratarse de personas débiles o que estén recargadas de continuo trabajo.—Counsels on Diet and Foods, 243, 244. CN 361.1
Son de ayuda los sustitutos bien preparados—Cocinar bien es un requisito esencial, especialmente cuando la carne no constituye el principal alimento. Algo debe prepararse para ocupar el lugar de la carne, y esos sustitutos de la carne deben ser bien preparados de modo que no se la eche de menos.—Carta 60a, 1896. CN 361.2
Conozco familias que han cambiado de un régimen a base de carne a otro deficiente. Su alimento está tan mal preparado que repugna al estómago: y estas personas me han dicho que la reforma pro salud no les sienta, pues están perdiendo su fuerza física. Esta es una razón por la cual algunos no han tenido éxito en sus esfuerzos para simplificar su alimentación. Siguen un régimen pobre. Preparan sus alimentos sin esmero ni variación. No debe haber muchas clases de alimentos en una comida, pero cada comida no debe estar compuesta invariablemente de las mismas clases de alimentos. El alimento debe prepararse con sencillez, aunque en forma esmerada para que incite al apetito.—Joyas de los Testimonios 1:193, 194. CN 361.3
Venzamos el apetito antinatural—Las personas acostumbradas a un régimen fuerte y muy estimulante tienen el gusto pervertido y no pueden apreciar de buenas a primeras un alimento sencillo. Se necesita tiempo para normalizar el gusto y para que el estómago se reponga del abuso. Pero los que perseveren en el uso de alimentos sanos, los encontrarán sabrosos al cabo de algún tiempo. Podrán apreciar su sabor delicado y los comerán con deleite, en preferencia a las golosinas malsanas. Y el estómago, en condición de salud, es decir, ni febril ni recargado, desempeñará facilmente su tarea.—El Ministerio de Curación, 229. CN 361.4
No es un sacrificio comer en forma saludable—Mientras se les enseña a los niños a dominar su apetito y a comer teniendo en cuenta los intereses de la salud, hágaseles ver que sólo se privan de lo que les sería perjudicial; que renuncian a ello por algo mejor. Hágase la mesa amena y atractiva, al surtirla con las cosas buenas que Dios ha dispensado con tanta generosidad. Sea la hora de comer una hora de contento y alegría. Al gozar de los dones de Dios, correspondámosle con agradecida alabanza.—El Ministerio de Curación, 298, 299. CN 362.1
Considerad la estación, el clima, la ocupación—Pero no todos los alimentos sanos de por sí convienen igualmente a nuestras necesidades en cualquier circunstancia. Nuestro alimento debe escogerse con mucho cuidado. Nuestro régimen alimentario debe adaptarse a la estación del año, al clima en que vivimos y a nuestra ocupación. Algunos alimentos que convienen perfectamente a una estación del año o en cierto clima, no convienen en otros. También sucede que ciertos alimentos son los más apropiados para diferentes ocupaciones. Con frecuencia el alimento que un operario manual o bracero puede consumir con provecho no conviene a quien se entrega a una ocupación sedentaria o a un trabajo mental intenso. Dios nos ha dado una amplia variedad de alimentos sanos, y cada cual debe escoger el que más convenga a sus necesidades, conforme a la experiencia y a la sana razón.—El Ministerio de Curación, 228. CN 362.2
La comida debe prepararse con inteligencia y habilidad—Error grave es comer tan sólo para agradar al paladar; pero la calidad de los comestibles o el modo de prepararlos no es indiferente. Si el alimento no se come con gusto, no nutrirá tan bien ai cuerpo. La comida debe escogerse cuidadosamente y prepararse con inteligencia y habilidad.—El Ministerio de Curación, 231. CN 362.3
“Nos arreglamos con cualquier cosa”—Muchas familias hacen grandes preparativos para agasajar a sus visitas. Se coloca una gran variedad de alimento en la mesa. Este alimento es tentador para los que no están acostumbrados a tanta variedad de alimentos sabrosos. . . . CN 363.1
Conozco el proceder de algunos que hacen estos preparativos extraordinarios para sus visitantes. Cuando están en familia, no observan ninguna regularidad. Se preparan las comidas de acuerdo con la conveniencia de la esposa y madre. No se tiene en cuenta la felicidad del esposo y de los hijos. Aunque se hace mucha ostentación para las visitas, se piensa que cualquier cosa está bien para “entre casa”. Una mesa contra la pared, una comida fría colocada en ella sin ningún esfuerzo para hacerla atrayente se ven con demasiada frecuencia. “Es tan sólo para nosotros”, dicen. “Nos arreglamos con cualquier cosa”.—Manuscrito 1, 1876. CN 363.2
Haced de la comida una agradable ocasión social—La hora de la comida debería ser un momento de sociabilidad y descanso. Debería desaparecer todo lo que abrume o irrite. Se deberían abrigar sentimien11tos de confianza, bondad y gratitud hacia el Dador de todo lo bueno y la conversación debería ser alegre y de un carácter comunicativo, que eleve sin cansar.—La Educación, 201, 202. CN 363.3
La mesa no es un lugar donde debiera provocarse la rebelión de los niños por el proceder irrazonable de los padres. Toda la familia debiera comer con alegría, con gratitud, recordando que los que aman y obedecen a Dios participarán de la cena de las bodas del Cordero en el reino de Dios, y Jesús mismo les servirá.—Carta 19, 1892. CN 363.4
La regularidad en las comidas—La irregularidad en las comidas destruye el tono sano de los órganos de la digestión, en perjuicio de la salud y del buen humor.—El Ministerio de Curación, 298. CN 364.1
En ningún caso debiera haber irregularidad en las comidas. Si se come el almuerzo una hora o dos antes del tiempo usual, el estómago no está preparado para la nueva carga; porque no ha digerido el alimento ingerido en la comida anterior y no tiene fuerza vital para la nueva hora. Así se sobrecarga el organismo. CN 364.2
Tampoco debieran demorarse las comidas una o dos horas para adecuarse a las circunstancias o para que se pueda efectuar cierta cantidad de trabajo. El estómago demanda el alimento en el tiempo en que está acostumbrado a recibirlo. Si se demora este tiempo, la vitalidad del organismo disminuye y finalmente llega a un punto tan bajo que el apetito se esfuma por completo. Si entonces se come. el estómago no puede digerir adecuadamente el alimento. Este no se puede convertir en buena sangre. Si todos comieran a intervalos regulares, sin probar nada entre las comidas, estarían listos para sus comidas y encontrarían placer en comer lo que los restaura para su esfuerzo.—Counsels on Diet and Foods, 179. CN 364.3
Enseñad a los niños cuándo, cómo y qué comer—Generalmente no se enseña a los niños acerca de la importancia de cuándo, cómo y qué deben comer. Se les permite satisfacer sus antojos libremente. que coman todo el tiempo; que se sirvan fruta cuando se sienten tentados a hacerlo; y también cuando se trata de pasteles, tortas, pan y manteca [mantequilla], y los dulces que comen casi constantemente los convierten en glotones y dispépticos. Los órganos digestivos, como un molino que marcha continuamente, se debilitan. Se demanda fuerza vital del cerebro para ayudar en su sobrecarga y asi se debilitan las facultades mentales. El estímulo antinatural y el desgaste de las fuerzas vitales los hacen nerviosos, impacientes para reprimirse, tercos e irritables. No se les puede tener confianza a menos que estén bajo la mirada de sus padres. A veces parecen muertas las facultades morales y es difícil despertarlos para que comprendan la naturaleza vergonzosa y penosa del pecado; caen fácilmente en hábitos de prevaricación, engaño y con frecuencia mienten descaradamente. CN 364.4
Los padres deploran estas cosas en sus hijos, pero no comprenden que es su propia conducta desacertada lo que ha provocado el mal. No han visto la necesidad de reprimir los apetitos y pasiones de sus hijos y éstos se han desarrollado y fortalecido con los años. Las madres preparan con sus propias manos y colocan delante de sus hijos un alimento que tiene la tendencia de dañarlos física y mentalmente.—Pacific Health Journal, mayo de 1890. CN 365.1
Nunca se coma entre las comidas—El estómago debiera recibir cuidadosa atención. No debe trabajar continuamente. Dense algo de paz, quietud y descanso a este órgano mal usado y del que se abusa tanto. . . .
Después de que se participe de la comida regular, el estómago debiera descansar durante cinco horas. No debiera introducirse en el estómago ni una partícula de alimento hasta la comida siguiente. En este intervalo, el estómago realizará su obra y estará entonces en condiciones para recibir más alimento.—Counsels on Diet and Foods, 173, 179.
CN 365.2
Las madres han cometido un gran error al permitirles [a sus hijos] que comieran entre las comidas. El estómago se trastorna con esta práctica y se echan las bases para sufrimientos futuros. Su mal humor [de los hijos] puede haber sido ocasionado por alimento malsano, todavía no digerido; pero la madre siente que no puede pasar tiempo razonando en cuanto a esto y corrigiendo su propio proceder dañino. Ni puede detenerse para suavizar la inquieta impaciencia de sus hijos. Da a los pequeños quejosos un pedazo de torta o algún otro postre para calmarlos, pero esto solamente aumenta el mal. . . . CN 365.3
Las madres con frecuencia se quejan de la salud delicada de sus hijos y consultan al médico; cuando. si tan sólo ejercieran un poco de sentido común, verían que la dificultad se origina por errores en la alimentación.—Christian Temperance and Bible Hygiene, 61. CN 366.1
Los “bocaditos” en horas tardías son un habito pernicioso—Otro hábito pernicioso es el de comer inmediatamente antes de irse a la cama. Pueden haberse tomado ya las comidas de costumbre; pero por experimentar una sensación de debilidad, se vuelve a comer. Cediendo así al apetito se establece un hábito tan arraigado, que muchas veces se considera imposible dormir sin comer algo. Como resultado de estas cenas tardías, la digestión prosigue durante el sueño; y aunque el estómago trabaja constantemente no lo hace en buenas condiciones. Las pesadillas suelen entonces perturbar el sueño, y por la mañana se despierta uno sin haber descansado, y con pocas ganas de desayunar. Cuando nos entregamos al descanso, el estómago debe haber concluido ya su tarea, para que él también pueda descansar. como los demás órganos del cuerpo. A las personas de hábitos sedentarios les resultan particularmente perjudiciales las cenas tardías y el desarreglo que las ocasionan es muchas veces principio de alguna enfermedad que acaba en muerte.—El Ministerio de Curación, 234. CN 366.2
Consejo dado a una madre en cuanto a la importancia del desayuno—Su niña es de temperamento nervioso y debe atenderse cuidadosamente su alimentación. No debiera permitírsele que elija el alimento que le plazca sin darle la debida nutrición. . . . Nunca permita que vaya a la escuela sin haberse desayunado. No se aventure a dejarse llevar por sus inclinaciones en este asunto. Colóqúese enteramente bajo la dirección de Dios y él la ayudará a poner todos sus deseos en armonía con sus requerimientos.—Carta 69, 1896. CN 367.1
Es la costumbre y uso de la sociedad tomar un desayuno liviano. Pero ésta no es la mejor manera de tratar al estómago. A la hora del desayuno, el estómago está en mejores condiciones para digerir más alimento que en la segunda o tercera comida del día. Es erróneo el hábito de participar de un desayuno liviano y que la comida principal sea muy abundante Que vuestro desayuno coincida con la comida más importante del día.—Counsels on Diet and Foods, 173. CN 367.2
Déseles con abundancia de los mejores alimentos—Los niños y los jóvenes no debieran estar mal alimentados por ningún motivo; debieran dárseles en abundancia alimentos saludables, pero esto no significa que se deban colocar delante de ellos ricos bollitos y pasteles. Debieran participar del mejor ejercicio y del mejor alimento, pues éstos son importantes para las facultades mentales y morales. Una alimentación sana y adecuada será uno de los medios por los cuales se preserve la digestión debida.—Carta 19, 1892. CN 367.3
Particípese de esto con moderación—Con frecuencia los padres cometen el error de dar a sus hijos demasiado alimento. Esos niños se vuelven dispépticos. Es esenial la moderación en el consumo aun de buenos alimentos. Padres, colocad delante de vuestros hijos la cantidad que deben comer. No dejéis a su elección el comer tanto como les plazca. . . . Padres, a menos que se tenga en cuenta esto, la percepción de vuestros hijos será embotada. Irán a la escuela, pero no podrán aprender todo lo que debieran; pues el vigor que debiera ir al cerebro se emplea en el alimento de más que sobrecarga el estómago. Los padres necesitan ser educados a fin de no dar demasiado alimento a los niños pues así se debilitarán en vez de robustecerse.—Manuscrito 155, 1899. CN 367.4
Los padres, y no los hijos, deben tener la última palabra—Enséñeseles a dominar su apetito, a estar agradecidos por la alimentación simple y sencilla que Dios les da. No debéis permitir que os digan lo que deben comer, sino vosotros debéis determinar qué es lo mejor para ellos. Es un pecado que permitáis que vuestros hijos murmuren y se quejen de los buenos alimentos saludables, tan sólo porque no coinciden con su apetito depravado.—Carta 23, 1888. CN 368.1
No permitáis que el niño reciba la impresión de que porque es vuestro hijo debe ser consentido y debe permitírsele elegir e imponer su voluntad. No debiera permitírsele elegir alimentos que no son buenos para él, sencillamente porque los quiere. La experiencia de los padres debiera regir en la vida de los hijos.—The Signs of the Times, 13 de agosto de 1896. CN 368.2
Si son razonables, respétense las preferencias del niño—A nosotros nos toca decidir individualmente si nuestras vidas han de ser regidas por la mente o por el cuerpo. Cada joven por sí mismo debe hacer la elección que amoldará su vida y no se deberían ahorrar esfuerzos para hacerle comprender las fuerzas con las cuales tiene que habérselas y las influencias que modelan el carácter y determinan el destino.—La Educación, 198. CN 368.3
En la educación de los niños y de los jóvenes debiera enseñárseles que los hábitos en las comidas, bebidas y vestido que han sido formados de acuerdo con las normas del mundo no están de acuerdo con las leyes de la salud y de la vida y deben estar bajo el dominio de la razón y del intelecto. No debiera permitirse que el poder del apetito y la fuerza del hábito dominen a los dictados de la razón. A fin de lograr este propósito, los jóvenes debieran tener blancos y motivos más elevados que la mera satisfacción biológica de comer y beber.—Good Health, julio de 1880. CN 369.1
Efectos abarcantes del apetito pervertido—Algunos no están impresionados con la necesidad de comer y beber para la gloria de Dios. La satisfacción del apetito los afecta en todas las relaciones de la vida. Esto se ve en la familia, en la iglesia, en la reunión de oración y en la conducta de sus hijos. Es la maldición de su vida. Les impide entender las verdades para estos últimos días.—Christian Temperance and Bible Hygiene, 151. CN 369.2
Vivir saludablemente es una obligación personal—Lo que comemos y bebemos tiene una relación importante con nuestra vida y carácter y los cristianos debieran colocar sus hábitos de comer y beber en conformidad con las leyes de la naturaleza. Debamos sentir nuestra obligación a Dios en estos asuntos. La obediencia a las leyes de la salud debiera ser motivo de intenso estudio, pues es pecado la ignorancia voluntaria de este tema. Cada uno debiera sentir su obligación personal de poner en práctica las leyes del vivir saludable.—Manuscrito 47, 1896. CN 369.3