El Gran Movimiento Adventista
Capítulo 28 – Una Puerta que Nadie Puede Cerrar
“He puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre”.1 GMA 384.1
Este es el lenguaje dirigido a quienes están en la condición de Filadelfia, la iglesia del evangelio. Esta iglesia fue la que se había desarrollado por la proclamación de la cercanía del advenimiento de Cristo, o aquellos que han retenido lo que habían escuchado sobre ese tema; porque él dice a la iglesia de Sardis (la que precedió inmediatamente a la de Filadelfia): “Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti”.2 GMA 384.2
Por lo tanto, la iglesia de Sardis oyó la doctrina de la pronta venida del Señor. Los que retuvieron lo que habían escuchado, avanzaron en la verdad mientras el “candelero” era quitado, y constituyeron la iglesia de Filadelfia, a quien se le dijo: “Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra. He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que nadie quite tu corona”.3 A esta iglesia de Filadelfia, entonces le dice: “He puesto delante de una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar”. GMA 384.3
He aquí la declaración enfática de la Sagrada Escritura que aquellos, que en la providencia de Dios, salen para advertir al mundo de la venida del Señor, y ruegan a la gente que se prepare para encontrarse con Dios, tienen el favor especial de Dios en su obra. Los hombres pueden tratar de estorbarla, de derrotar sus movimientos, de cerrar la “puerta de la proclamación”, pero la suave voz de Dios suena por sobre todo clamor: “Yo he puesto delante de ti una puerta abierta”. GMA 384.4