El Gran Movimiento Adventista
Capítulo 3 – La Venida de la Simiente Prometida
“Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos”.1 GMA 40.1
“Y al que puede confirmaros según mi evangelio y la predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos, pero que ha sido manifestado ahora, y que por las Escrituras de los profetas, según el mandamiento del Dios eterno, se ha dado a conocer a todas las gentes para que obedezcan a la fe, al único y sabio Dios, sea gloria mediante Jesucristo para siempre. Amén”.2 GMA 40.2
“Que por revelación me fue declarado el misterio, como antes lo he escrito brevemente… que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu… A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo, y de aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios, que creó todas las cosas”. 3 GMA 40.3
Se ha dicho que en el Antiguo Testamento el evangelio permanece oculto; en el Nuevo Testamento se lo revela. Como lo expresa otro: “Al apartarse de Dios, los judíos perdieron de vista mucho de lo que enseñaba el rito. Este rito había sido instituido por Cristo mismo. En todas sus partes, era un símbolo de él; y había estado lleno de vitalidad y hermosura espiritual. Pero los judíos perdieron la vida espiritual de sus ceremonias, y se aferraron a las formas muertas. Confiaban en los sacrificios y los ritos mismos, en vez de confiar en Aquel a quien éstos señalaban. GMA 40.4