El Gran Movimiento Adventista
Capítulo 19 – “Por Sus Frutos los Conoceréis”
“Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros pastores y maestros… hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”.1 GMA 248.1
Cuando el Salvador puso los dones de su Espíritu en la iglesia, “como él quiso”, para realizar la obra del Señor hasta que llegara el día perfecto, no dejó a su pueblo para que adivinara si una manifestación era del cielo, o de malos espíritus, pues les dio reglas por las cuales pudiéramos saber si el espíritu era de Dios o no. Aun en estos días finales, cuando, como predijo el profeta Joel, el Señor había de derramar su Espíritu sobre toda carne, y tanto hijos como hijas profetizarían,2 Pablo dice que el pueblo no debe menospreciar las profecías, sino examinarlo todo; retener lo bueno.3 GMA 248.2
¿De qué otro modo tales manifestaciones pueden probarse, sino comparándolas con las reglas de la Escritura para discernir la obra del Espíritu de Dios? Todo lo que está por encima de la comprensión de las mentes finitas no es necesariamente de Dios, pues la Biblia declara que en los últimos días Satanás obrará milagros, para engañar al mundo, para poder reunirlos para la batalla del gran día del Dios Todopoderoso.4 Entonces, por una comparación cuidadosa de la manifestación con las reglas de la Biblia, se puede conocer un verdadero don espiritual. El mismo cuidado se requiere en esto que el empleado por los hombres del mundo para detectar moneda falsa. GMA 248.3