El Gran Movimiento Adventista

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Primera obra entre creyentes adventistas

La obra de la Srta. Harmon, bajo la conducción del don profético, desde enero de 1845, a la primavera de 1846, casi dieciocho meses, fue con los “creyentes” en la inminente venida de Cristo, con los que antes se había asociado. Después del fin de los 2.300 días (22 de octubre de 1844), hasta que la causa de su chasco y la naturaleza del evento que ocurrió entonces fuera entendido, hubo el peligro de que los creyentes entraran en conceptos erróneos, o renunciaran completamente su experiencia pasada. Su mensaje a tales personas fue: “El movimiento pasado fue de Dios. Aférrense a su fe. El Señor tiene todavía una obra para su pueblo. Estudien la Biblia, escudriñen la Palabra y encontrarán la luz”. GMA 200.6

Esta instrucción está en armonía con el plan del Señor. Su propósito siempre fue que sus mensajes especiales para su pueblo, sean extraídos a su tiempo, de su Palabra, y entonces el don de profecía entra en forma “secundaria”, para confirmar y edificar a los creyentes. GMA 201.1

Una ilustración destacada de este hecho se encuentra en el caso de Cornelio registrado en Hechos de los Apóstoles. Un ángel de Dios se le apareció y le dio una visión en su propia casa. Este ángel sabía bien las verdades del evangelio, y podría haberlas enseñado a Cornelio, pero él fue enviado a ministrar a uno que era heredero de salvación, al darle a Cornelio una visión. Le aseguró que sus devociones y su consagración eran aceptadas por el Señor. Él no le predicó el evangelio, sino sencillamente le dijo que buscara a Pedro, que estaba alojado con Simón el curtidor, en Jope. Pedro fue y desde las Escrituras le proclamó el evangelio de Cristo a Cornelio. GMA 201.2