Consejos sobre La Obra Médico-Misionera

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2. La Preparación Del Médico Cristiano

1. Buscar la mejor calificación para el servicio . Mis hermanos, no se ha tomado ni la mitad de los recaudos necesarios para recalcarles la importancia de capacitarse a los que podrían trabajar en la causa. Con todas sus fuerzas indisciplinadas, no pueden sino hacer una obra imperfecta; pero, si fuesen entrenados por maestros sabios y consagrados, y si son guiados por el Espíritu de Dios, no solo serán capaces de hacer una buena obra, sino también les darán el modelo correcto a los que tal vez trabajen con ellos. Además, debieran estudiar constantemente para aprender cómo pueden llegar a ser más inteligentes en la obra en la que están empeñados. Nadie debiera descansar en la facilidad y en la inactividad, sino que todos debieran procurar elevarse y ennoblecerse, no sea que por su mala comprensión no se den cuenta del carácter sublime de la obra y que la denigren para ajustarla a su propio criterio limitado (Testimonies for the Church, t. 5, p. 552). CMM 13.1

2. Identificar y reclutar nuevos talentos. Como año tras año la obra se expande, se vuelve más urgente la necesidad de obreros experimentados y fieles; y, si el pueblo del Señor sigue sus consejos, esos obreros se perfeccionarán. En tanto que debiéramos contar firmemente con que Dios nos dará sabiduría y poder, él nos hará cultivar nuestra capacidad al máximo. Cuando los obreros adquieran poder mental y espiritual, y se familiaricen con los propósitos y los asuntos de Dios, tendrán visiones más integrales de la obra para este tiempo, y estarán más capacitados para idear y ejecutar planes para su avance. De este modo, pueden mantenerse al día con la amplia providencia de Dios. CMM 13.2

Se debiera poner en práctica un esfuerzo constante para reclutar nuevos obreros. Los talentos debieran ser captados y reconocidos. De-biera animarse a las personas que poseen piedad y habilidad para ob-tener la educación necesaria, a fin de que puedan ser aptas para ayudar en la propagación de la luz de la verdad. Todos los que sean compe-tentes para hacerlo debieran ser llevados a participar en algún ramo de la obra según sus capacidades (Testimonies for the Church, t. 5, p. 722). CMM 14.1

3. Ayuda para estudiantes de Medicina. Mi esposo y yo misma nos unimos para apartar a tres jóvenes de sus trabajos humildes, colo-cando mil dólares en las manos de cada uno de ellos para que se pre-parasen como médicos. Esta ha sido la selección que el Señor puso en la mente de mi esposo. El Señor había concedido inteligencia y había manifestado su preferencia por estos tres jóvenes, y ellos debían dedi-carse a la práctica de la medicina (Mensajes selectos, t. 2, p. 238). CMM 14.2

4. Fundar escuelas en varios lugares. El Señor invita a nuestros jóvenes a ingresar en nuestras escuelas, y a prepararse rápidamente para servirlo. Deben establecerse escuelas en diferentes lugares, fuera de las ciudades, donde nuestra juventud pueda recibir una educación que la prepare para la evangelización y la obra médico-misionera[...] CMM 14.3

Debemos organizar grupos e instruir a sus miembros muy cabal-mente para que lleguen a ser enfermeros, evangelistas, predicadores, colportores y estudiantes bíblicos, que vayan adquiriendo un carácter semejante al carácter divino. Nuestro blanco actual debe ser preparar-nos para recibir la educación superior de la escuela celestial. CMM 14.4

Por las instrucciones que el Señor me ha dado repetidas veces, sé que algunos obreros debieran hacer en las ciudades y las aldeas giras de obra médico-misionera. Los que emprendan esta obra obtendrán una abundante cosecha de almas, tanto de las clases superiores de la sociedad como de las inferiores. Y, con el fin de preparar el terreno para una obra tal, nada iguala a los esfuerzos de un fiel colportor (Joyas de los testimonios, t. 3, pp. 369, 370). CMM 14.5

5. Cómo preparar médicos misioneros. Recuerde, hermano mío, que la obra misionera médica no consiste en sacar hombres del ministerio, sino en colocar hombres en el campo, mejor calificados para servir debido a sus conocimientos de la obra misionera médica. Hombres jóvenes debieran recibir educación médica y luego debieran salir para relacionarse con los ministros. No debieran ser influenciados para que se dediquen exclusivamente a la obra de rescatar a los que han caído y se encuentran degradados. Esa obra se encuentra en todas partes y debe combinarse con la obra de preparar a la gente para que convierta la verdad bíblica en su defensa contra los engaños de los mundanos y de la iglesia caída. El tercer ángel debe proseguir con gran poder. Que nadie ignore esta obra ni la trate como si fuera de poca importancia. Hay que proclamar la verdad al mundo, para que hombres y mujeres vean la luz (Consejos sobre la salud, pp. 520, 521). CMM 15.1

6. Palabras de precaución. Los que están recibiendo educación médica, de vez en cuando escuchan insinuaciones que desmerecen la iglesia y el ministerio. Estas insinuaciones son semillas que brotarán y producirán fruto. Sería mejor educar a los estudiantes para que comprendieran que la iglesia de Cristo en la tierra debe ser respetada. Necesitan un conocimiento claro de las razones de nuestra fe. Este conocimiento deben poseerlo a fin de servir a Dios en forma aceptable. Línea sobre línea, precepto sobre precepto, deben recibir la evidencia bíblica de la verdad tal como se la encuentra en Jesús. CMM 15.2

Le ruego que no ponga en las mentes de los alumnos ideas que les harán perder confianza en los ministros designados por Dios. Pero eso es precisamente lo que usted está haciendo, ya sea que se dé cuenta de ello o no. El Señor, en su providencia, lo ha colocado en una posición en la que puede realizar una buena obra para él en relación con el ministerio evangélico, al colocar la verdad ante muchas personas que de otro modo no la conocerían. Usted se sentirá tentado a pensar que para llevar a cabo la obra médica misionera debe mantenerse separado de la organización de la iglesia o de su disciplina. Al hacerlo, se colocaría sobre una base insegura. La obra realizada por los que acuden a usted en busca de instrucción, no está completa a menos que sean educados para trabajar en conexión con la iglesia. CMM 15.3

La obra médica misionera no debe ser constituida en el todo. En este sentido, usted está llevando las cosas a un extremo. Hay una obra importante que debe realizarse. Hay que hacer circular por todas partes publicaciones que enseñen la verdad. Los alumnos de medicina no debieran ser animados a difundir únicamente los libros que tratan de la reforma pro salud. Tenga cuidado de que no se lo encuentre trabajando solamente para favorecer sus propios planes y con desprecio por los planes de Dios (Consejos sobre la salud, pp. 523, 524). CMM 16.1

7. Errores en la preparación de los médicos misioneros. Siento un peso en mi alma. Hay jóvenes a quienes se anima a estudiar algún ramo de la medicina que de la manera más resuelta debieran estar pre-parándose para proclamar el mensaje del tercer ángel. No es necesario que nuestros estudiantes de medicina pasen tanto tiempo en estudios médicos como lo hacen ahora. Debieran emplear más tiempo en el es-tudio de la Palabra de Dios. Se les inculcan ideas totalmente innecesa-rias, y las cosas necesarias no reciben la atención debida. CMM 16.2

Al educarse así a los alumnos, se los vuelve más incapaces de rea-lizar una labor aceptable para el Maestro. El agotamiento que expe-rimentan con el propósito de adquirir un conocimiento dentro de la línea de estudios médicos los inhabilita para trabajar como debieran en el ramo ministerial. El cansancio físico y mental es ocasionado por la fatiga excesiva del estudio, y porque a los estudiantes se los insta a trabajar indebidamente en favor de las personas marginadas y degra-dadas de la sociedad. Por eso algunos se descalifican para realizar la obra que podrían haber hecho si hubieran iniciado una obra misionera donde fuese necesario hacerla, y permitido que la fase médica fuera introducida como parte esencial para relacionarse con la obra del ministerio evangélico en general, así como la mano está unida al cuerpo. La vida no ha de ponerse en peligro al procurar una educación médica. En algunos casos existe el peligro de que los estudiantes arruinen su salud y se inhabiliten para rendir el servicio que habrían podido prestar si no se les hubiera animado de modo impropio a tomar el curso de Medicina[...] CMM 16.3

La obra médica misionera no debe separarse de la organización eclesiástica. Que no se les ocurra pensar, a los estudiantes de medicina, que son responsables solamente ante los jefes de la obra médica. Hay que permitir que queden libres para recibir los consejos de Dios. No han de comprometer su futuro a nada que algún ser humano imperfecto les trace. Que ni un hilo de egoísmo vaya a entretejerse en la tela; que no se conciba ningún proyecto que tenga el menor asomo de injusticia. El yo no ha de dominar ninguna línea de trabajo. Recordemos que es-tamos trabajando individualmente en plena vista del universo celestial (Ibíd., pp. 175, 176). CMM 17.1

8. No competir con las escuelas de Medicina del mundo . Los que desean proseguir con éxito la obra médico-misionera en relación con la obra del mensaje del tercer ángel deben estimar cada vez menos la enseñanza según el ideal del mundo. Debe enseñárseles a obedecer a la conciencia; y, cuando sigan concienzuda y fielmente los buenos mé-todos en el tratamiento de las enfermedades, esos métodos terminarán por ser reconocidos como preferibles a los que están en boga y que implican el uso de drogas tóxicas. CMM 17.2

Actualmente, no debemos tratar de rivalizar con las escuelas de Me-dicina del mundo. Si lo hiciésemos, nuestras perspectivas de éxito serían muy pocas. No estamos en situación de crear grandes facultades de Medicina. Por otra parte, si seguimos los métodos de práctica médica según el uso del mundo, exigiendo honorarios elevados como lo hacen los médicos del mundo, nos alejaremos de los planes según los cuales Cristo quiere que ejerzamos nuestro ministerio en favor de los enfermos. CMM 17.3

Debería haber, en nuestros sanatorios, hombres y mujeres inteli-gentes, capaces de enseñar los métodos de Cristo. Bajo la dirección de maestros competentes y consagrados, los jóvenes pueden ser hechos participantes de la naturaleza divina y aprenderán a huir de la corrup-ción que reina en el mundo por la concupiscencia. Se me ha mostrado que deberíamos tener un número mayor de mujeres capaces de tratar especialmente las enfermedades de su sexo, y muchas enfermeras que puedan cuidar a los enfermos de un modo sencillo, sin usar drogas. CMM 17.4

No está de acuerdo con las instrucciones dadas en el Sinaí que los médicos deban cumplir el oficio de parteras. La Biblia nos muestra a parturientas atendidas por otras mujeres, y así debiera ser siempre. De-biera instruirse a mujeres y prepararlas de manera que puedan desem-peñar con éxito el cargo de parteras y de médicas junto a las personas de su sexo. Tal es el plan de Dios. Enseñemos de una manera inteligente a las señoras a cuidar las enfermedades de su sexo. Deberíamos tener una escuela en la que las mujeres fuesen instruidas por médicas misio-neras para el tratamiento de las enfermedades de señoras de la manera más eficaz. En nuestra denominación, la obra médica debiera estar en su apogeo (Joyas de los testimonios, t. 3, pp. 374, 375). CMM 18.1

9. Escuelas cerca de los hospitales. Sería conveniente que nues-tras escuelas de evangelistas fueran establecidas en la proximidad de nuestras instituciones de salud, de manera que los alumnos pudieran familiarizarse con los principios de una vida sana. Tienen un gran valor las instituciones que producen obreros capaces de dar razón de su fe, y que estén animados por una fe que obra por la caridad y purifica el alma. He recibido claras instrucciones en el sentido de que doquiera que se pueda deben establecerse escuelas cerca de los sanatorios, de modo que esas instituciones puedan ayudarse mutuamente. El que creó al hombre se interesa por los que sufren. Ha dirigido el establecimiento de nuestros sanatorios y la creación de nuestras escuelas cerca de ellos, a fin de que esas instituciones sean medios eficaces para formar hombres y mujeres para la obra que tiene por objeto aliviar los padecimientos de la humanidad (Ibíd., t. 3, pp. 376, 377). CMM 18.2

10. Reconocer la ayuda divina. Mi hermano, como cirujano, se ha tenido que encargar de los casos más críticos, y a veces le ha sobrevenido el temor. Para llevar a cabo esos deberes difíciles, sabe que debe hacerse un trabajo rápido y que no debe hacer movimientos en falso. Una y otra vez ha tenido que pasar de una tarea a otra. ¿Quién ha estado junto a usted al llevar a cabo estas operaciones críticas? ¿Quién lo mantuvo en calma y sereno en las crisis, y le dio discernimiento rápido y agudo, buena vista, nervios estables y habilidosa precisión? El Señor Jesús envió a su ángel a su lado para decirle qué hacer. Una mano se puso sobre su mano. Jesús, y no usted, ha guiado los movimientos de su instrumento. A veces se ha dado cuenta de esto, y le sobrevino una calma maravillosa. No se atrevía a apresurarse, y no obstante trabajó rápidamente, sabiendo que no había ni un momento que perder. CMM 18.3

El Señor lo ha bendecido grandemente. Ha estado bajo la conducción divina. Otros que no sabían nada de la Presencia conductora que trabajaba con usted le dieron toda la gloria a su persona. Médicos eminentes han presenciado sus operaciones y alabaron su habilidad. Esto ha sido agradable para usted. Ha sido grandemente honrado por Dios, para que el nombre de él, no el suyo, sea magnificado; pero usted no siempre ha sido capaz de soportar la mirada del Invisible. Ha sentido deseos de distinguirse, y no todas las veces ha colocado toda su dependencia en Dios. No ha estado dispuesto a prestar atención a los consejos de los siervos de Dios. En su propia sabiduría, usted ha planificado muchas cosas. El Señor haría que usted respete el ministerio evangélico. En el preciso momento en que necesitaba discernimiento, para que pudiese ver no solo un aspecto de la obra sino todos los aspectos, usted eligió como consejeros a hombres reprobados por Dios. Estuvo dispuesto a relacionarse con ellos si ellos apoyaban sus propuestas (Testimonies for the Church, t. 8, pp. 187, 188). CMM 19.1