La Gran Esperanza

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9—Esperanza real

La promesa de que Cristo vendrá por segunda vez para completar la gran obra de la redención es la nota tónica de las Sagradas Escrituras. Desde el Edén los hijos de la fe han esperado la venida del Prometido, quien les traería de nuevo el paraíso perdido. GE 67.1

Enoc, en la séptima generación descendiente de los que habitaron en el Edén, y quien por tres siglos caminó con Dios, declaró: “¡He aquí que viene el Señor, con las huestes innumerables de sus santos ángeles, para ejecutar juicio sobre todos!” (S. Judas 14, 15, VM). Job, en la noche de su aflicción, exclamó: “Yo sé que mi Redentor vive, y que al fin se levantará sobre el polvo... en mi carne he de ver a Dios. Lo veré por mí mismo; mis ojos lo verán, no los de otro” (Job 19:25-27). GE 67.2

Los poetas y los profetas de la Biblia se han espaciado en la venida de Cristo con ardientes palabras de fuego celestial. “¡Alégrense los cielos, y gócese la tierra!... delante de Jehová; porque viene, sí, porque viene a juzgar la tierra. ¡Juzgará al mundo con justicia, y a los pueblos con su verdad!” (Salmo 96:11-13, VM). GE 67.3

Dijo el profeta Isaías: “Se dirá en aquel día: ‘¡He aquí, este es nuestro Dios! Lo hemos esperado, y nos salvará. ¡Este es Jehová, a quien hemos esperado! Nos gozaremos y nos alegraremos en su salvación” (Isaías 25:9). GE 67.4

El Salvador consoló a sus discípulos con la seguridad de que él vendría otra vez: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay... voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me voy... vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo”. “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones” (S. Juan 14:2, 3; S. Mateo 25:31, 32). GE 67.5

Los ángeles repitieron a los discípulos la promesa de su regreso: “Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como lo habéis visto ir al cielo” (Hechos 1:11). San Pablo testificó: “El Señor mismo, con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, descenderá del cielo” (1 Tesalonicenses 4:16). Y el profeta de Patmos escribió: “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá” (Apocalipsis 1:7). GE 68.1

Entonces será quebrantado el poder del mal que perdurara por tanto tiempo: “Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 11:15). “Jehová, el Señor, hará brotar justicia y alabanza delante de todas las naciones” (Isaías 61:11). GE 68.2

Entonces el reino de paz del Mesías será establecido: “Consolará Jehová a Sion; consolará todas sus ruinas. Cambiará su desierto en un edén y su tierra estéril en huerto de Jehová” (Isaías 51:3). GE 68.3

La venida del Señor ha sido, en todos los siglos, la esperanza de sus verdaderos seguidores. En medio de sufrimientos y persecuciones, “la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” era la “esperanza bienaventurada” (Tito 2:13). San Pablo señaló que la resurrección ocurriría en ocasión de la venida del Salvador, cuando los muertos en Cristo se levantarían, y junto con los vivos serían arrebatados para encontrar al Señor en el aire. “Y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras” (1 Tesalonicenses 4:17, 18). GE 68.4

En Patmos, el discípulo amado oyó la promesa: “Ciertamente vengo en breve”, y su respuesta es un eco de la oración de la iglesia: “¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús!” (Apocalipsis 22:20). GE 68.5

Desde la cárcel, la hoguera y el patíbulo, donde santos y mártires dieron testimonio de la verdad, resuena a través de los siglos la expresión de su fe y esperanza. Como dice uno de esos cristianos: Estando “seguros de la resurrección personal de Cristo y, por consiguiente, de la suya propia a la venida del Señor, ellos despreciaban la muerte y la superaban”. 1 Los valdenses acariciaban la misma fe. Wiclef, Lutero, Calvino, Knox, Ridley y Baxter * anticiparon con fe la venida del Señor. Tal fue la esperanza de la iglesia apostólica, de la “iglesia en el desierto” y de los reformadores. GE 68.6

La profecía no solamente predice la manera y el propósito de la segunda venida de Cristo, sino también presenta las señales por las cuales los hombres habrían de saber cuándo ese día estaría cerca. “Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas” (S. Lucas 21:25). “El sol se oscurecerá y la luna no dará su resplandor. Las estrellas caerán del cielo y las potencias que están en los cielos serán conmovidas. Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en las nubes con gran poder y gloria” (S. Marcos 13:24-26). El revelador describe de esta manera la primera de las señales que habría de preceder a la segunda venida: “Hubo un gran terremoto. El sol se puso negro como tela de luto, la luna entera se volvió toda como sangre” (Apocalipsis 6:12). GE 69.1

El Salvador predijo el estado de apostasía que existiría precisamente antes de su segunda venida. Para los que vivieran en ese tiempo, Cristo dejó esta amonestación: “Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y de embriaguez y de las preocupaciones de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día... Velad, pues, orando en todo tiempo que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre” (S. Lucas 21:34, 36). GE 69.2

El llamado a prepararse - Ante la proximidad de este gran día, la Palabra de Dios llama a su pueblo para que despierte y busque el rostro del Señor con arrepentimiento: GE 69.3

“Viene el día de Jehová, porque está cercano... ¡Proclamad ayuno, convocad asamblea, reunid ai pueblo, santificad la reunión, juntad a los ancianos, congregad a los niños... salga de su alcoba el novio y de su lecho nupcial la novia! Entre la entrada y el altar lloren los sacerdotes ministros de Jehová”. “Convertios ahora a mí con todo vuestro corazón, con ayuno, llanto y lamento. Rasgad vuestro corazón y no vuestros vestidos, y convertios a Jehová, vuestro Dios; porque es misericordioso y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia” (Joel 2:1, 15-17, 12, 13). GE 69.4

Debía realizarse una gran obra de reforma para preparar al pueblo con el fin de que estuviera en pie en el Día de Dios. En su misericordia, el Señor estaba por enviar un mensaje para despertar a quienes profesaban ser su pueblo e inducirlos a prepararse para la venida del Señor. GE 70.1

La amonestación se encuentra en Apocalipsis 14. Aquí hay un mensaje triple que se presenta como proclamado por seres celestiales, seguido de inmediato por la venida del Hijo del Hombre para segar “la mies de la tierra”. El profeta vio, en medio del cielo, “volar otro ángel que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los habitantes de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo. Decía a gran voz: ‘Temed a Dios y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado. Adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas’ ” (Apocalipsis 14:6, 7). GE 70.2

Este mensaje es una parte del “evangelio eterno”. La obra de predicar ha sido confiada a los hombres. Santos ángeles la dirigen, pero la verdadera proclamación del evangelio la realizan los siervos de Dios que están sobre la Tierra. * GE 70.3

Peligro de resistir el llamado del evangelio - La destrucción de Jerusalén es una solemne advertencia dirigida a todos los que resisten los clamores de la misericordia divina. La profecía del Salvador concerniente a los juicios sobre Jerusalén ha de tener otro cumplimiento. En la suerte corrida por la ciudad escogida podemos ver la condenación de un mundo que ha rechazado la misericordia de Dios y pisoteado su Ley. Negros son los registros de la miseria humana que el mundo ha presenciado. Terribles han sido los resultados de rechazar la autoridad del cielo. Pero una escena aún más tenebrosa es lo que se presenta en las revelaciones del futuro. Cuando el Espíritu restrictivo de Dios se haya retirado totalmente, para no frenar más los arrebatos de las pasiones humanas y de la ira satánica, el mundo contemplará, como nunca antes, los resultados del gobierno de Satanás. GE 70.4

En ese día, como en la destrucción de Jerusalén, será librado el pueblo de Dios (ver Isaías 4:3). Cristo vendrá la segunda vez para reunir a sus fieles consigo. “Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo, y todas las tribus de la tierra harán lamentación cuando vean al Hijo del Hombre venir sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Enviará a sus ángeles con gran voz de trompeta y juntarán a sus escogidos de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro’’ (S. Mateo 24:30, 31). GE 71.1

Guárdense los hombres de descuidar las palabras de Cristo. Así como advirtió a sus discípulos acerca de la destrucción de Jerusalén para que huyeran de ella, así advierte al mundo acerca del día de la destrucción final. Todos los que quieran pueden huir de la ira que vendrá. “Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes” (S. Lucas 21:25; ver también S. Mateo 24:29; S. Marcos 13:24-26; Apocalipsis 6:12-17). La advertencia del Señor es: “Velad, pues” (S. Marcos 13:35). Los que escuchen la advertencia no serán dejados en tinieblas. GE 71.2

El mundo no está más dispuesto a creer el mensaje para este tiempo que lo que estaban los judíos para recibir la advertencia del Salvador con relación a Jerusalén. Venga cuando viniere, el Día de Dios sobrevendrá en forma inadvertida para los impíos. Cuando la vida continúe su curso invariable; cuando los hombres estén absortos en el placer, los negocios y el hacer dinero; cuando los líderes religiosos estén magnificando los progresos del mundo y la gente esté adormecida en una falsa seguridad, entonces, así como el ladrón entra a medianoche en una casa sin custodia, vendrá destrucción repentina sobre los descuidados impíos, “y no escaparán” (1 Tesalonicenses 5:2-5). GE 71.3

Satanás trata de mantener a la gente bajo su poder — Por medio de dos grandes errores -la inmortalidad del alma y la santidad del domingo-, Satanás colocará a la gente bajo sus engaños. En tanto que el primer error coloca el fundamento del espiritismo, el último crea un lazo de simpatía con Roma. GE 71.4

Por medio del espiritismo Satanás aparece como un benefactor de la humanidad, alguien que sana enfermedades y presenta un nuevo sistema de fe religiosa, pero al mismo tiempo conduce a las multitudes a la ruina. La intemperancia destrona la razón; le siguen la sensualidad, las disensiones y el derramamiento de sangre. La guerra excita las peores pasiones del alma y envía a la eternidad a sus víctimas sumergidas en el vicio y la pasión. El gran enemigo tiene el plan de incitar a las naciones a la guerra, porque de esta manera puede distraer a la gente de la preparación necesaria para estar en pie en el Día de Dios. GE 72.1

Satanás ha estudiado los secretos de la naturaleza, y él emplea todo su poder para controlar los elementos hasta donde Dios se lo permite. Es Dios quien protege a sus criaturas del destructor. Pero el mundo cristiano ha manifestado desprecio por la Ley del Altísimo, y el Señor hará lo que él ha declarado que hará: retirar su cuidado protector de los que se rebelan contra su Ley y obligan a otros a hacer lo mismo. Satanás tiene el dominio de todos aquellos a quienes Dios no protege en forma especial. Él favorecerá y prosperará a algunos, con el fin de hacer adelantar sus propios designios; y traerá aflicciones sobre otros, para inducir a los hombres a creer que es Dios el que los aflige. GE 72.2

Si bien aparecerá como un gran médico que puede sanar todas las enfermedades, por otro lado Satanás acarreará enfermedad y desastres hasta que ciudades populosas sean reducidas a la ruina. Mediante accidentes en mar y tierra, por medio de grandes guerras, usando tornados y tormentas de granizo, tempestades, inundaciones, ciclones, mareas que inundan la tierra y mil otras formas, Satanás está ejerciendo su poder. Destruye la cosecha que madura, y a esto le siguen el hambre y la aflicción. Arroja al aire un efluvio letal, y miles perecen. GE 72.3

Luego el gran engañador persuadirá a los hombres a culpar de todos estos males a aquellos cuya obediencia a los mandamientos de Dios es una perpetua reprobación para los transgresores. Se declarará que los hombres ofenden a Dios al violar la observancia del domingo, que este pecado trae calamidades y que ellas no cesarán hasta que la observancia del domingo sea impuesta estrictamente. “Los que destruyen la reverencia del domingo están impidiendo la restauración del favor divino y la prosperidad”. De este modo se repetirá la acusación hecha en la antigüedad contra el siervo de Dios: “Cuando Acab vio a Elias le dijo: ¿Eres tú el que perturba a Israel?” (1 Reyes 18:17). GE 72.4

Los que honran el sábado bíblico serán denunciados como enemigos de la ley y el orden, quebrantadores de las restricciones morales de la sociedad, causantes de anarquía y corrupción, y provocadores del derramamiento de los juicios de Dios sobre la Tierra. Serán acusados de desobediencia al gobierno. Predicadores que niegan la obligación de cumplir la ley de Dios presentarán desde el púlpito el deber de obedecer a las autoridades civiles. Los que observan los mandamientos serán condenados en los tribunales y en las cortes de justicia. Se dará una falsa interpretación a sus palabras; se atribuirán las peores intenciones a sus motivos. GE 73.1

Los dignatarios de la Iglesia y del Estado se unirán para persuadir o para obligar a todos a honrar el domingo. Aun en la libre nación de Estados Unidos los gobernantes y legisladores cederán a la demanda popular para dictar una ley que imponga la observancia del domingo. La libertad de conciencia, que ha costado un sacrificio tan grande, no será ya respetada. En el conflicto inminente veremos ejemplificadas las palabras del profeta: “El dragón se llenó de ira contra la mujer y se fue a hacer la guerra contra el resto de la descendencia de ella, contra los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo” (Apocalipsis 12:17). GE 73.2

Siervos de Dios, con sus rostros iluminados por su santa consagración, se apresurarán de lugar en lugar para proclamar el mensaje del cielo. Seguirán milagros, y los enfermos sanarán. Satanás también obrará con milagros mentirosos, aun haciendo descender fuego del cielo (ver Apocalipsis 13:13). Así los habitantes de la Tierra serán preparados para hacer su decisión. GE 73.3

El mensaje avanzará no tanto mediante argumentos sino gracias a la profunda convicción obrada por el Espíritu de Dios. Los argumentos han sido presentados, las publicaciones han ejercido su influencia; sin embargo, muchos se han visto impedidos de comprender en forma plena la verdad. Ahora ésta aparece con toda su claridad. Los vínculos familiares, las relaciones con la iglesia, son impotentes para detener a los honestos hijos de Dios. A pesar de las fuerzas combinadas contra la verdad, un gran número de personas tomará su lugar en las filas del Señor. GE 73.4

Los que honran la Ley de Dios serán considerados como la causa de la terrible lucha y el derramamiento de sangre que llenan la Tierra de desgracia. El poder que acompaña a la última advertencia ha encolerizado a los malvados, y Satanás excitará el espíritu de odio y persecución contra todos los que han recibido el mensaje. GE 74.1

Una fe que permanece - El tiempo de aflicción y angustia que está delante de nosotros requiere una fe que soporte el cansancio, la demora y el hambre, una fe que no desfallezca por severa que sea la prueba. La victoria de Jacob es una evidencia del poder de la oración importuna. Todos los que se aferren a las promesas de Dios, como lo hizo Jacob, tendrán el mismo éxito que él obtuvo. ¡Luchar con Dios!; ¡cuán pocos saben lo que esto significa! Cuando las olas de la desesperación envuelven al suplicante, ¡cuán pocos se aferran con fe a las promesas de Dios! GE 74.2

Pronto ocurrirán en los cielos, como una demostración del poder de los demonios obradores de milagros, sucesos terribles de carácter sobrenatural. Espíritus de demonios “irán a los reyes de la tierra”, en todo el mundo, para instarlos a unirse con Satanás en su última batalla contra el gobierno del Cielo. Surgirán personas que pretenderán ser Cristo mismo. Ellas realizarán milagros de sanamiento y profesarán tener revelaciones del Cielo que contradicen las Escrituras. GE 74.3

El acto culminante - Como acto culminante en el gran drama de en-gaño, Satanás mismo se hará pasar por Cristo. Por largo tiempo la iglesia ha esperado el advenimiento del Salvador como la consumación de sus esperanzas. Ahora el gran engañador hará parecer como que Cristo ha venido. Satanás se manifestará como un ser majestuoso de brillo deslumbrante, imitando la descripción del Hijo de Dios que hay en el Apocalipsis (ver Apocalipsis 1:13-15). GE 74.4

La gloria que lo rodea no es sobrepasada por cosa alguna que los ojos mortales hayan observado. Resuenan los clamores de triunfo: “¡Cristo ha venido!” La gente se postra ante él. Y él levanta sus manos y los bendice. Su voz es suave, y a la vez llena de melodía. En tonos compasivos presenta algunas de las verdades celestiales que pronunciara el Salvador. Sana a los enfermos y luego, en su presunto carácter de Cristo, asevera haber cambiado el reposo del sábado al domingo. Declara que quienes observan el séptimo día están blasfemando su nombre. Este es el engaño más poderoso, casi su-premo. Multitudes prestan oído a estos sortilegios y dicen: “Este es el gran poder de Dios” (Hechos 8:10). GE 74.5

El pueblo de Dios no resulta engañado - Pero el pueblo de Dios no resulta engañado. Las enseñanzas de este falso Cristo no están de acuerdo con las Escrituras. Pronuncia su bendición sobre los adoradores de la bestia y de su imagen; es decir, precisamente sobre la clase de gente que, según declara la Biblia, recibirá la ira de Dios sin mezcla de misericordia. GE 75.1

Además, a Satanás no se le permite falsificar la forma en que se producirá el advenimiento de Cristo. El Salvador ha advertido a su pueblo contra el engaño en este punto. “Se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si es posible, aun a los escogidos... Así que, si os dicen: ‘Mirad, está en el desierto’, no salgáis; o ‘Mirad, está en los aposentos’, no lo creáis, porque igual que el relámpago sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre” (S. Mateo 24:24-27; ver también 25:31; Apocalipsis 1:7; 1 Tesalonicenses 4:16, 17). No existe posibilidad alguna de falsificar esta venida, pues será presenciada por el mundo entero. GE 75.2

Sólo los diligentes estudiosos de las Escrituras, quienes han recibido el amor de la verdad, se hallarán escudados contra el poderoso engaño que cautiva al mundo. Por medio del testimonio de la Biblia, éstos descubrirán al engañador detrás de su disfraz. ¿Están los hijos de Dios hoy tan firmemente establecidos en la Palabra que no cederán a las evidencias de sus propios sentidos? En una crisis semejante, ¿se aferrarán ellos a la Biblia, y a la Biblia solamente? GE 75.3