Sermones Escogidos Tomo 2

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2—El deber de pastores y laicos de trabajar unidos en favor de las almas

Quiero decirles estimados hermanos y hermanas que este congreso —los estudios bíblicos y las discusiones, así como todo lo relacionado con él—, me ha interesado mucho y agradezco a Dios haber disfrutado de las reuniones, ya que nunca había participado yo anteriormente en convocatorias de este tipo. Sé que hemos contado con la presencia y la bendición de Dios en nuestro medio. Estamos a punto de partir. Nuestros pastores se marcharán a ocupar sus diferentes puestos de labor; luego surge la pregunta: ¿nos reunimos de nuevo? ¿Nos reuniremos nuevamente en un congreso? Probablemente no. Quizá jamás nos juntemos en una reunión como la de hoy. SE2 21.1

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Sermón presentado en una última reunión de! congreso bíblico celebrado en Battle Creek, Michigan, el martes 20 de noviembre de 1883. Manuscrito 5, 1883.

En la reunión de esta mañana, mientras escuchaba los testimonios presentados y se cantaba el último himno que hablaba de reunimos para jamás separamos, prácticamente me olvidé de todo. Mi mente se trasladó a la otra orilla, al día cuando habrá una inmensa reunión en la ciudad de Dios, alrededor del gran trono blanco. Los redimidos estarán celebrando con cánticos su triunfal victoria y alabando a Dios y al Cordero. Fue algo que me llenó de un solemne e inmenso gozo; que enterneció mi corazón, y no pude impedir que las lágrimas brotaran. Oh, qué felicidad disfrutaremos, reunidos alrededor del trono; vestidos con las blancas túnicas de la justicia de Cristo. No más dolor, no más separación; sino que moraremos en paz, para vivir felices; vivir en gloria por los infinitos siglos de la eternidad. ¡Qué comunidad feliz, cuán felices seremos! SE2 22.1

Ahora, pensemos en algunos de esos mismos privilegios al tomar en cuenta el infinito sacrificio de nuestro Salvador para que podamos convertimos en hijos de Dios y miembros de la familia celestial. Cuando consideramos ese gozo y que todos esos privilegios serán nuestros, y que pueden ser nuestros a diario; que podemos disfrutar de los privilegios que les pertenecen a los hijos e hijas de Dios, ¿como podrá alguien proferir alguna palabra de queja? ¿Podrá alguien expresar una sola palabra de murmuración? ¿Cómo van a poder semejantes ideas alojarse en nuestros corazones? SE2 22.2

Deberíamos ser la gente más agradecida del mundo. Nuestra felicidad depende de nuestra fe en Dios; de nuestra confianza en él. Cuando pensamos en la esperanza que tenemos, en la fe que tenemos; que llega prácticamente hasta el otro mundo. Reconociendo que esa esperanza perdurará por las edades sin fin de la eternidad, desearía saber cómo se sienten ustedes respecto a las apelaciones que se les han presentado esta noche. Ellas implican llamamientos para que un ministro de aquí y otro de allí se encaminen a diferentes campos, y es casi imposible sacar un ministro para que acuda a otro territorio sin sustraerlo de aquel de donde proviene. Cuando consideramos que hay grandes ciudades donde no se ha realizado una obra especial, ¿cómo se sienten ustedes mis hermanos? Bien, yo me siento como si una espada me traspasara el corazón. Creo que ha llegado el momento para que Dios levante hombres que se aboquen a esa tarea. SE2 22.3

Si hay algo con que yo puedo contribuir a esta obra, lo haré. Sin embargo, hay muchos que están dispuestos a aportar de sus recursos, pero se abstienen. ¿Por qué no hay más personas dedicadas a esta obra? Es porque el egoísmo constituye la raíz del problema. Hay algunos que llegan a esta institución educativa, y acuden a ella con el propósito de trabajar en la obra; pero se han realizado pocos esfuerzos y ha habido muy poco aprecio por el propósito y objetivo de ellos, muy poco celo en ayudarlos, hasta el punto que se han desanimado. El incentivo ha sido mínimo, muy poca la ayuda que se les ha prestado; por ese motivo muchos han postergado su dedicación al ministerio. Ha habido jóvenes que podrían haberse dedicado al ministerio. SE2 22.4

No es por falta de capacidad, tampoco porque no hubiera esperanza respecto a su idoneidad para el ministerio; sino que el egoísmo constituye la raíz del problema. Pensaron que podían ganar un poco más en los negocios mundanos, por eso el egoísmo los alejó de la obra. Podría haber veinte obreros donde hay solo uno que ha salido de las aulas preparado para la tarea. Existe una falta de interés en trabajar para Dios. SE2 23.1

¿Qué es lo que sucede? La verdad que presentamos no es popular; es de lo más impopular que jamás se haya visto, porque la verdad del sábado siempre incluye una cruz. Hay bastantes hombres que están dispuestos a predicar, pero pocos están en disposición de ser obreros; evitan lo que tiene que ver con el trabajo. No están dispuestos a visitar los hogares, a llevar la Biblia para enseñar sus sagradas doctrinas en el seno familiar, a asumir la responsabilidad por las almas, a llorar entre el pórtico y el altar, gimiendo: «Perdona, Jehová, a tu pueblo, y no entregues al oprobio tu heredad” (Joel 2: 17). No están dispuestos a interesarse por aquellos que escuchan sus sermones, a familiarizarse individualmente con los miembros de cada familia; a realizar esfuerzos personales a favor de ellos, a orar por ellos y con ellos; a mostrarles a los jóvenes que tienen un profundo amor por sus almas; a guiarlos al redil de Cristo bondadosamente, con ternura, con amor. SE2 23.2

Ese tipo de labor llevará al ministro a arrodillarse en oración, a acudir a su Biblia, y le hará sentir la necesidad de confiar en Dios, y de caminar por fe, sembrando la semilla de la verdad junto a las aguas orando para que Dios la riegue. Eso es trabajar: es el tipo de labores que se espera de cada ministro de Cristo. La razón por la que algunos de nuestros a nuestros pastores no tienen suficiente fe, la causa por la que con desánimo caminan bajo una nube, es porque no trabajan como debería hacerlo un fiel pastor, cuidando de las almas como quien debe responder por ellas. Los verdaderos centinelas son pastores fieles. Las cualidades de un ministro no residen en la grandeza de sus talentos, ya que esta convicción podría ser motivo de su ruina. Consiste en la total entrega a Dios del corazón, para ser moldeado e impresionado según lo decida él. SE2 23.3

Cuando Cristo llamó a sus ministros no acudió a una «escuela de los profetas», sino a pescadores. Tomó a aquellos hombres con el fin de que se compenetraran con él, para colocarles su sello. Ese es el tipo de obreros que el Señor desea: hombres que estén dispuesto a sentarse a los pies de él; hombres que estén decididos a trabajar en cualquier lugar y a hacer cualquier cosa por el Señor; que no estén continuamente esforzándose por sobresalir. SE2 24.1

Si ustedes creen que la responsabilidad del campo que hemos de cosechar es demasiado grande, hay otros tipos de trabajo ante ustedes. Ustedes podrían dedicarse a labores menores. Si desempeñan con fidelidad dichas tareas menores, estarán capacitándose para las tareas mayores, y así Dios les confiará una mayor responsabilidad. Aquí hay hombres que pueden hacerse cargo de una responsabilidad mayor en la obra proclamando la verdad, mientras que otros se adiestran para el colportaje. He pensado que podría realizarse una gran labor mediante el colportaje para así alcanzar los corazones y esparcir la semilla de la verdad. Prácticamente cualquier persona inteligente puede llevar a cabo una labor aceptable, y si el yo se esconde en Jesucristo, esa misma persona puede sembrar el conocimiento de la verdad de Dios entre sus vecinos, así como en las grandes ciudades donde no hemos penetrado; porque Cristo las apoyará en sus esfuerzos. Los miembros laicos se sienten muy débiles debido a que no llevan a cabo la obra que deben. SE2 24.2

Cuando escuché el testimonio del hermano Conradi, pude entender por qué ha tenido tanto éxito: él se dedicaba con todo empeño a su labor. Se ocupa en ella como quien se propone hacer algo. No es la habilidad lo único que determina el éxito, aunque un talento santificado y la destreza son instrumentos especiales en las manos de Dios; más bien hay que ser muy cuidadoso en el esfuerzo realizado. Cuando el obrero tiene acceso a los corazones de la gente, ella dirá: «Bien, ese hombre es dedicado, él es de buen corazón”. SE2 24.3

En cierta ocasión alguien hablaba en la calle Market en forma sencilla y con gran convicción. Uno de los presentes era un hombre que estaba en camino a América del Sur. Él asistió a la reunión y luego dijo: «Ese orador está completamente entregado a sus convicciones, lo que dice parece verdad. Algo debe haber en lo que se ha presentado”. Él les dijo a los hermanos que estaba por partir rumbo a América del Sur, afirmando: «Llevaré todas las revistas y folletos que ustedes me entreguen”. El hermano Loughborough le suministró las publicaciones y él las llevó todas consigo. SE2 24.4

Escuchen hermanos, no deseamos actuar como algunos lo han hecho. He escuchado acerca de un hombre que estaba por cruzar un puente, por lo que preguntó: «¿Se puede confiar en este puente?». Otro contestó: «Lo he cruzado varias veces, pero no era muy seguro; sin embargo, después de todo, pasé por él sin problemas». Llegó bastante cerca del puente, cuando otro hombre se le acercó gesticulando y gritándole: «¡No cruce ese puente; si lo hace correrá peligro! ¡Es peligroso!». Ante todo aquello esperaríamos que aquel hombre en-tendiera la condición del puente, y supiera que era arriesgado cruzar lo. ¿Por qué fue el segundo hombre el que lo detuvo, y no el primero? Pues porque el segundo hombre era alguien firme en sus convicciones. Estaba preocupado por la seguridad de su prójimo. SE2 25.1

Lo que el Señor desea en su servicio es hombres de profunda convicción. Si ha habido alguna indolencia de parte nuestra. Si ha habido indiferencia, descuido y poca atención entre los que tratan con verdades solemnes y que ponen a prueba al individuo, el Señor desea que eliminemos todo eso. Él desea que ustedes actúen como si creyeran la verdad y que manifiesten celo y diligencia al compararla con la misma verdad que ustedes profesan cuando presenten la verdad a la gente. SE2 25.2

No repitan un mismo discurso una y otra vez. Den una oportunidad para que el Espíritu de Dios los impresione, para que les dé ideas frescas y más luz. Todos necesitamos corazones que sean susceptibles al Espíritu de Dios, corazones totalmente inspirados por su Espíritu. De esa manera lo que aprendamos en la escuela de Cristo será la mansedumbre y la sencillez de corazón. Debemos continuamente aumentar nuestros conocimiento, ser escudriñadores de la Biblia. Si estudiamos las Escrituras con el deseo de aprender y entenderlas, no dejaremos de encontrar ideas frescas y más luz. No preparen sus sermones trillando el mismo terreno, con las mismas conclusiones; sin dar la oportunidad al Espíritu de Dios para que aporte a las mentes de ustedes cosas nuevas y viejas, sacadas del tesoro de la verdad. SE2 25.3

Hemos de meditar y estudiar con diligencia, con el fin de presentar la verdad en forma clara y convincente, de modo que inspire confianza y fe respecto a que lo hemos aprendido de Jesús. Un destello de luz iluminará las páginas y brillantes gemas de la verdad le serán reveladas, y será la voz de Dios para usted y como un fuego que arde dentro de sus huesos. Usted deseará comunicar las verdades de la Biblia, porque pensará que son el más grande de los tesoros, un tesoro que el mundo no puede dar, y que mientras usted le habla a la gente se proyectará una luz desde el cielo. Deseamos escudriñar las Escrituras por nosotros mismos y estar completamente dedicados a esa labor. SE2 25.4

Además, queridos hermanos, no existe el sentido de amor y la expresa dedicación que debería haber en sus diferentes responsabilidades en el campo de labor. El amor es una planta delicada y celestial que necesita un constante cuidado. Nos reunimos aquí en este congreso como una familia de seres escogidos por Dios. Debido a que somos hijos de Dios no habrá en nosotros cosa alguna que propicie las contiendas o las luchas internas. Debemos ser cuidadosos, para no derribar lo que nuestros hermanos o nosotros mismos hemos estado edificando. Cuando se sientan inclinados a disentir, piensen que no procede, que no procede. SE2 26.1

Cristo dijo: «En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos por los otros” (Juan 13: 35). Esta es, por lo tanto, la credencial que presentamos al mundo de que ciertamente somos hijos de Dios. Satanás sabe que si dejamos de cultivar el amor, llevaremos su marca en lugar del sello del cielo. Deberíamos preguntar: ¿Viviremos juntos en el cielo? Luego, debemos permanecer en paz y armonía y debemos aprender a armonizar aquí en este mundo. Nuestra obra, nuestros sentimientos, nuestras acciones deben ser semejantes a las de Cristo. SE2 26.2

Hay obreros que pueden trabajar unidos armoniosamente. Hay hombres íntegros, a quienes Dios anhela incorporar a su obra y que cada uno de ellos viva en Cristo. Muchos afirman que están en Cristo y predican la verdad que proviene del cielo. Sin embargo, sus palabras y obras ponen de manifiesto que sospechan de sus hermanos ministros y los envidian; no están tratando de levantar la obra, sino que actúan el uno contra el otro. Uno quiere sobresalir por encima del otro; no en humildad, o en sencillez de corazón, sino en la estima de los demás. SE2 26.3

Algunos de ustedes luchan entre sí, sin embargo afirman que están en Jesús. ¿Hay algo en Cristo que lucha en contra de Cristo? Esto, mis hermanos no puede ser. Si acaso hay alguna contienda es porque hay algún enemigo en el campamento. Es Satanás que obra en los corazones suscitanto enemistades entre ustedes, y no el amor de Cristo. SE2 26.4

Hay quienes se desanimarán y no harán nada si no existe una com-petencia, si no pueden recibir el crédito por una tarea superior que piensan los encumbrará. No ha habido, a Dios gracias, mucho de esto en nuestras filas, pero no debería sembrarse en ningún caso entre nosotros una primera semilla de ese tipo. SE2 26.5

Mientras Cristo y sus discípulos iban andando de un lugar a otro entre los doce comenzaron a disputar respecto a cuál debería ser el mayor en el reino de los cielos. Jesús les preguntó de qué discutían por el camino. Luego tomó a un niño pequeño y lo colocó en medio de ellos diciendo: «De cierto os digo que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos» (Mat. 18: 3). SE2 27.1

Esa cultivada suficiencia propia, ese espíritu combativo, ese egoísmo y la terquedad, separan el alma de Jesús. Lo deseable es que toda esa obstinación y empeño se canalicen apropiadamente. Hermanos, que nuestra voluntad sea la de Dios. Es apropiado que tengamos voluntad y determinación propias, pero que sean la determinación y la voluntad divinas. Cuando la mente y la voluntad se encaucen por el canal correcto, tendremos éxito. SE2 27.2

Los ángeles de Dios se agradarán mucho más y serán atraídos a nosotros cuando los siervos en el campo de labor se unan y se inclinen rostro en tierra unidos, y oren con lágrimas y con corazones contritos, cuando hablen acerca de la obra, sin importar de quién sea: ya sea la obra del hermano Olsen, del hermano Cudney o de cualquiera otro. Si Cristo interviene en ese sentido los obreros se amarán unos a otros. Ellos se abrazarán, y en momentos de dolor y tristeza se confortarán, orarán los unos por los otros y se bendecirán mutuamente. SE2 27.3

¡Oh, cuán bueno es que seamos hijos de Dios! ¡Ojalá cada uno sea un humilde hijo o hija de Dios! Ojalá que podamos recibir otro toque del Espíritu Santo, y que cada corazón sea conmovido antes de que salgamos de este lugar. Ojalá que recibamos el bautismo del Espíritu Santo antes de que nos separemos. Ojalá que el amor de Jesús conforte nuestros corazones con las más dulces melodías celestiales, y que la malicia sea eliminada de nuestros corazones, de modo que pueda decirse: «Vean cómo se aman estos hermanos”. SE2 27.4

Dios desea que cada uno de nosotros apoye a los hermanos alemanes que trabajarán en el mismo vecindario con hermanos de habla inglesa. Si cada uno de nosotros se esforzara por tener ese amor que debería existir en nuestros corazones, seríamos una fuerza terrenal poderosa inigualable. Nadie conoce esto mejor que Satanás. Él trata de sembrar en los corazones de los hermanos las semillas de la envidia y del odio, en lugar del amor. SE2 27.5

Dos hermanos están trabajando en el mismo campo. Cada uno tiene su tarea, pero Satanás los ha tentado y existen diferencias entre ellos. ¿Deberían trabajar esos hermanos en forma separada porque no están en armonía? ¿Deberíamos separarlos si no pueden estar en armonía aquí? No, no. Que trabajen unidos hasta que actúen en concordia. En el cielo deberán obrar en armonía mediante cánticos de triunfo elevados para glorificar a Dios y al Cordero. Bien, ¿cuándo deberá efectuarse esa unión? ¿Debemos esperar hasta que lleguemos al cielo? No, tiene que conseguirse aquí antes de que abandonemos este lugar de reunión. El ardiente poder de Dios debe sentirse aquí y las asperezas de nuestros corazones deberían ser limadas de inmediato. Desde nuestros corazones debe emanar el amor, la paz y la armonía. SE2 28.1

Jesús entrará si usted le abre la puerta. Quite toda la inmundicia que Satanás ha colocado en la puerta del corazón para que Jesús entre. Él dice: «Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él y él conmigo” (Apoc. 3: 20). SE2 28.2

¿Abrirá usted la puerta? Jesús participará de esa comunión y usted podrá tener su luz y reposo. ¿Tendrá todo esto impacto? ¿Podrá haber alguna disensión? Bien, cuando pienso en ello no sé qué decir. Mi corazón está lleno de ternura y de amor por todos. Si algún derecho tenemos al cielo es gracias a que el brazo humano de Jesús nos rodea a todos. «Porque habéis muerto y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios» (Col. 3: 3). Allí está lo que nos vincula: «Escondidos con Cristo en Dios”. SE2 28.3

Entonces, ¿cómo se atreverán a abrigar tan solo un pensamiento en contra de un hijo de Dios? ¿Cómo se atreverán a hacerlo? Deseamos que esa ardiente misericordia se derrame sobre nosotros. Jesús afirma que no es posible que el Padre nos ame si nosotros no nos amamos mutuamente. Sí, es posible que nos amemos mutuamente. Por tanto, no deberían ustedes convencerse de que no pueden hacerlo. SE2 28.4

Pero él dice: «Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado” (Juan 15: 12). Oh, alma mía, profesamos amar la Biblia, ¿no es cierto? ¿Nos afirmamos en la Palabra de Dios tal cual es? Iba a decirles algo de lo que pienso. Deseamos experimentar que somos una familia, redimida mediante la preciosa sangre de Cristo. Él ruega por nosotros y dice: «He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida” (Isa. 49: 16). Lo que anhelamos es la religión de Cristo. Desearemos beber más abundantemente una vez que somos hombres y mujeres que se han convertido. SE2 28.5

Puedo decirles que no solamente podemos alimentar a las ovejas, sino también a los corderos. Tres veces le preguntó Cristo al impetuoso Pedro: «Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?” (Juan 21: 15-17). Él respondió: «Sí, Señor”. Pedro debía apacentar no solamente a las ovejas sino también a los corderos, a aquellos que necesitan que se les muestre ternura. Hermanos, ¿podemos hacer eso? «Si me aman, apacienten mis corderos”. Deseamos tener un más profundo conocimiento del amor de Dios. SE2 29.1

Quizá estén haciendo algo. A ustedes no les toca seleccionar lo que más les agrada, sino escoger lo que le agrada al Maestro. He encontrado luz y gozo al inclinarme en perfecta sumisión al Maestro. Lo amo porque él me ha sido revelado en su gran conmiseración. Él descendió para alcanzarme y luego me levantó. ¿Imitarán ustedes ese espíritu de conmiseración? ¿Dejarán ustedes su egoísmo y dignidad para alcanzar las almas por las que Cristo murió? ¿Qué sacrificio harán? Hay algunos que están vestidos con los gloriosos mantos de humildad. SE2 29.2

Ustedes podrían contar con cien obreros egresados del colegio universitario; pero hay hombres que ocupan puestos de responsabilidad que se han estado doblegando a las influencias del mundo, que tienen motivos terrenales y la impronta del mundo, y así es como el espíritu y los sentimientos de mundanalidad han hecho su entrada. Demos respuesta al objetivo de Dios. Trabajemos todos para Dios. ¿Únicamente los ministros deben ser los que realicen esta obra? No, son los hombres y las mujeres de la iglesia. SE2 29.3

Permítanme decirles que ustedes no conocen a Cristo. Ustedes no se han amistado con él. Si comenzaran a estudiar y a esforzarse por conocer los medios que podrían utilizar para llevar almas al conocimiento de la verdad, con la misma dedicación que utilizan otros medios para desarrollar sus intereses egoístas; entonces podrían salvar muchas almas. La sangre de las almas caerá sobre muchos que aquí en Battle Creek han descuidado sus responsabilidades. Ojalá que el Dios del cielo tenga misericordia de ellos. SE2 29.4

Por otro lado están los ministros de Jesucristo que velan en las murallas de Sion, para dar la voz de alarma al pueblo, a los laicos. ¿No llevarán a cabo su labor unidos con sus hermanos, para que los celos no surjan en ustedes porque consideran que sus hermanos trabajan un poco más que ustedes? Sin embargo, ustedes deben velar por las almas. Hay demasiado trabajo para que haya siquiera una palabra de discordia en los corazones de ustedes. Sin embargo, el comportamiento de ustedes pondrá de manifiesto sus intereses, y sus talentos los expresarán. SE2 29.5

Bien, me alegra decir que esta es la mejor reunión a la que he asistido en toda mi vida. Ha sido como una fiesta para mi alma, de principio a fin. Experimento un gozo que es mucho mayor de lo que podría expresar cuando existe la posibilidad de que mis hermanos vayan al campo de labor, para trabajar en diversos ramos de la obra. SE2 30.1

Hermanos y hermanas, Jesús nos ha amado con un amor que no se puede expresar. Así que, mis hermanos y hermanas, amémonos mutuamente con ese amor con el que Cristo nos ha amado. Cuando el mal se levante en contra de algún hermano, inclinémonos en oración pidiendo que Dios lo bendiga, y que los corazones latan juntos en armonía. SE2 30.2

Alimenten mis ovejas, alimenten mis corderos. Esa es la obra en la que necesitan actuar con delicadeza, siendo corteses y bondadosos. Deberían mostrar la cortesía cristiana por doquier, demostrando que ustedes son hijos o hijas de Dios. Ustedes, los que profesan guiar a otros al cielo y haber sido comisionados por el reino de los cielos para ir y proclamar el evangelio. SE2 30.3

¡Qué responsabilidad es salir a proclamar el evangelio por todas partes! Cuando ustedes salgan, ¡qué gran responsabilidad asumen! ¿Cómo podrán asumirla? Oh, Dios es capaz de ayudar en todo eso. Lo he sentido. ¿Quién es suficiente para cumplir con todo eso? SE2 30.4

Dios hará que su bendición descanse sobre nosotros si le abrimos nuestros corazones. Cada paso será dado por fe. Tendremos que conocer basados en la experiencia, lo que significa pelear la buena batalla de la fe. Pero, por amor de sus almas, por el amor de Cristo, no expresen ni una sola palabra de desconfianza o falta de fe. Cuando abriguen una expresión de gratitud en sus corazones, no habrá ni una palabra de murmuración, sino más bien de alabanza. Todo el que ofrece alabanzas glorifica a Dios. No es tan solo nuestro privilegio, sino nuestro deber alabar a Dios y mantener una melodía en nuestros corazones. SE2 30.5

Bien, estoy tomando demasiado tiempo. Ahora bien, mis hermanos y hermanas quiero expresar mi gratitud a Dios por la luz y la unidad que ha caracterizado a la obra. Una gran responsabilidad descansa sobre los ministros. Mientras ellos están empeñados en el servicio de Dios, están en el lugar donde Dios puede bendecirlos. SE2 30.6

«Los que enseñan la justicia a la multitud» brillarán, «como las estrellas, a perpetua eternidad” (Dan. 12: 3). Esa es la forma en que brillaremos. La gloria de Dios descansará sobre ustedes. No podrán interesarse en un alma a no ser que un ángel de Dios esté cerca de ustedes, y estimule a dicha alma. SE2 30.7

Si desean que los ángeles los acompañen, empiecen a trabajar, entonces no tendrán tiempo para chismes ni para participar de la extendida mala costumbre de chismear. Que Dios los ayude a trabajar para este tiempo y para la eternidad. SE2 31.1

Quizá jamás vuelva a tener el privilegio de estar otra vez en este lugar, pero quiero decirles hermanos y hermanas que yo amo a Jesús. Quizá nunca nos reunamos aquí nuevamente; pero, ¿nos reuniremos alrededor del gran trono blanco? Ojalá que trabajemos para llevar una cosecha de almas al Maestro. SE2 31.2

La influencia del Espíritu Santo se ha retirado de los pastores porque ha habido un espíritu de contienda. Eso tiene que acabarse de una vez por todas. Acudan al Maestro y permitan que él infunda su dulce Espíritu en los corazones de ustedes. La tierna planta del amor debe ser cuidada. Si no tenemos el privilegio de reunimos aquí de nuevo en un congreso, ¡qué gran reunión será aquella cuando nos saludemos, cuando Cristo venga en las nubes del cielo con poder y gran gloria! ¡Qué gran escena de gloria será! Si podemos escuchar que se nos diga: «Bien hecho siervo fiel», la luz y la gloria de Dios nos iluminará saliendo del rostro de Jesucristo. Oraré por ustedes. ¡Cuánto he orado por ustedes en las noches, para que ustedes rescaten a otras almas! SE2 31.3

Cuando lleguemos a nuestro hogar en el cielo y miremos a nuestro alrededor, diremos: «Aquí hay una, y allí hay otra. Con cuanto fervor trabajé por la salvación de él o ella. Aquí están, con sus coronas de gloria engalanando su cabeza». Oh, veremos a aquellos que hemos llevado a Dios mediante nuestra labor. Satanás no podrá intervenir para crear divisiones y separaciones. SE2 31.4

Trabajen en amor. Caminen en unidad. Aprecien a los demás más que a ustedes mismos. Un poquito más, un poco de tiempo más y veré el comienzo del milenio. Ojalá que pueda ver al Rey en su hermosura, con todos sus inigualables rasgos. Ojalá que marchemos en la luz hasta que podamos entrar en jubilosamente al reino de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo. SE2 31.5