Sermones Escogidos Tomo 2

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10—Utilizar nuestros talentos al máximo

ME PARECE QUE hay demasiada indiferencia respecto a identificar los talentos y a hacer el mejor uso de los mismos. Me duele, según lo entiendo, que no podamos hacer que nuestros pastores despierten ante la necesidad de estimular a hombres y mujeres para que acudan a nuestro colegio para educarse. Cuando se les hablaba de este tema, la respuesta siempre era: «Bueno, eso es algo que requerirá muchos recursos». Pero yo supliqué que se hiciera algo. SE2 105.1

Las ideas del hermano Fargo eran muy limitadas y estrechas, y yo quise que se colocara a alguien en su lugar para que pudiera lograrse un cambio. Alguien que estimulara a los pastores, sin tomar únicamente en cuenta los recursos que se requerirían para capacitar a esos hombre para que ocupen cargos de confianza, y que no pensaran SE2 105.2

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Charla presentada ante la Junta de la Asociación General, en Lake Goguac, el 14 de julio de 1890. Manuscrito 19b, 1890. que quizá algunos de ellos finalmente serían un fracaso. Alguien que se preocupara por el futuro y que comenzara a proyectar sus labores, pensando en la prosperidad y en la salud de la obra.

En la reunión celebrada en Jackson, el hermano Butler dijo: «Aceptaré la presidencia de la Asociación de Michigan”. Luego tomé asiento frente a él y presenté en la mejor y más clara forma que me fue posible, lo que el Señor desea que hagan quienes ocupan cargos de responsabilidad. Tienen que buscar colaboradores. Él necesitaba alguien a su lado, y ojalá hubiera dos o tres que pudieran trabajar junto a él; ya que lo mejor sería que él no tratara de hacer el trabajo sino formarlos. De esa forma serían capacitados para la obra. SE2 106.1

—¿Qué vamos a hacer? —le pregunté—. Llegaremos aquí sin ningún obrero. SE2 106.2

—Eso es lo más apropiado —contestó él. Aunque jamás levantó un dedo, ni siguió las instrucciones que se le dieron respecto a un asunto que yo sé. SE2 106.3

La importancia de esta cuestión me ha sido repetidamente presentada, y yo quisiera insistir en la necesidad de analizar la situación de los pastores. Sin embargo, ha habido fracasos. Los jóvenes a menudo poseen rasgos poco prometedores, mientras que hay otras cosas que prometen más, y los poco prometedores son más que los que prometen algo. Siento un gran dolor al ver todo esto, a pesar de las instrucciones que se han dado, y no me cabe en la cabeza que se haya hecho tan poco al respecto. SE2 106.4

Cuando en esta temporada fui a California, pude observar la gran necesidad de obreros que tenemos. El hermano Gates y el hermano Underwood saben lo mucho que trabajamos en el congreso campestre de California. Pero después de haber hecho todo lo que estaba a nuestro alcance, no hubo ni absolutamente nadie que estuviera dispuesto a completar la tarea. También está el hermano [E. P.] Daniels que necesitaba que alguien estuviera a su lado y le dijera qué hacer y cómo había que hacerlo. En cambio lo abandonaron, como si él fuera el peor personaje que jamás haya existido, Otros, en cambio, han intentado disfrazar su actuación para que no pareciera tan mala a pesar de todo. Nadie, sin embargo, se quedó para poder concluir el trabajo. SE2 106.5

Han estado llegando cartas en las que me piden ayuda. Veo la urgencia y la necesidad de obreros fieles y consagrados. El pastor Loughborough no debería ser dejado otro año como presidente de esa Asociación. El hombre está exhausto, apenas le quedan fuerzas. Miren al hermano Olsen, ahí lo tienen, completamente agotado. SE2 106.6

¿De qué vale —qué valor tiene— realizar esfuerzos en diferentes lugares en los que se emplean nuestra fuerza y vitalidad al máximo, para luego marcharnos y dejar que todo se vaya desvaneciendo sin que nadie se encargue de atenderlo? SE2 107.1

Ahora bien, permítanme mencionar mi experiencia. Luego que pisé tierra americana, a mi regreso de Europa, no me dirigí a una casa sino que fui a un hotel, comí allí y después fui a New Bedford. Ese era el lugar, de entre todos, adonde debían haberse hecho planes para mantener a alguien con el fin de consolidar la obra. Había allí personas adineradas, profundamente convencidas y contábamos con un maravilloso interés. La gente acudía a las reuniones, se sentaba a escuchar con lágrimas en los ojos; se sentía profundamente impresionada. Pero todo acabó sin que nadie le diera seguimiento a aquel interés; se permitió que todo quedara como al principio. A Dios eso no le agrada. Quizá estemos tratando de abarcar demasiado terreno e intentando hacer demasiado, o por otro lado las cosas no se han organizado como es debido. SE2 107.2

Estamos fallando en otro aspecto, y es que los hombres que pueden hacer el trabajo deberían estar relacionados con otros menos experimentados, para que estos últimos adquieran una experiencia apropiada. Los que no tienen experiencia no deberían ser enviados ellos solos, sino que deberían estar al lado de pastores de más edad y con más experiencia, que puedan enseñarles, que deberían decirles: «Ustedes no deben imitar mis gestos, ni el tono de mi voz, de modo que nadie dude si están hablando ustedes o si soy yo el que hablo. Ustedes deben utilizar su propia armadura, con su propio comportamiento santificado por Dios. No deben imitar mi forma de ser, tampoco mis gestos, ni mi tono de voz, ni mis expresiones o mis palabras». SE2 107.3

Creo que esto se me ha mostrado veinte veces a lo largo de mi vida, y he intentado comunicarlo a los hermanos; pero el mal no se ha remediado. Cuando uno de estos hombres que no tiene experiencia en la obra, permanece a su lado él no debe pensar en la forma que usted piensa, y verlo todo como usted lo ve; al punto que si usted fuera a abandonar la verdad él dijera: «Yo también creo que voy a dejarla». Los noveles deben estar en condiciones de adquirir rectitud de carácter del Dios del cielo; tampoco es que deben abrigar las ideas de ustedes ni que ustedes ejerzan sobre ellos una influencia modeladora; sino que deberían dirigirlos a la Biblia como el modelo que deben seguir. Me ha sido mostrada la importancia de todo eso tantas veces que siento una obligación al respecto. SE2 107.4

Nuestros congresos campestres son poderosos cuando se celebran en un lugar donde la comunidad es alcanzada. Tienen mucho más impacto en ellos que entre nuestra misma gente. Se debía aprovechar la impresión que causan nuestras reuniones campestres. Si algo se hace para mantener el interés, muchas almas podrían ganarse. SE2 108.1

Es tanto nuestro deber velar por los después de un congreso campestre por los que se han interesado en el mensaje, como lo es velar por los demás que ya se habían interesado antes, ya que si los que han sido convencidos no se rinden a esa convicción, la próxima vez que ustedes acudan allí será más difícil impresionar sus mentes que al principio, y no podrán ustedes alcanzarlos de nuevo. SE2 108.2

Hay otro tema del que deseo hablar. Es acerca de las prédicas en nuestras reuniones campestres. En nuestros congresos campestres hay dos veces más prédicas de las que debería haber. Se descuidan totalmente muchos pequeños detalles que llevan a asuntos de mayor importancia. Parece ser que lo único que importa es predicar. Los ministros están tan cansados que ya no tienen fuerzas cuando se llega a esos pequeños detalles que deben ser tenidos muy en cuenta, y que cierran las puertas a males mayores. No hay tiempo para meditar y orar, para mantenerse en el amor de Dios durante las reuniones. SE2 108.3

Los sermones deberían presentarse no en forma mecánica, sino como que brotan de un corazón que rebosa del amor de Dios; que está sometido y suavizado por su gracia; de modo que cuando hablen los ángeles de Dios estén al lado de ustedes, Cristo esté a su lado, y sea Cristo quien impacte a los oyentes. SE2 108.4

Bien, estas cosas se han descuidado en nuestras reuniones campestres. Hemos perdido las dos terceras partes de todo aquello que se intentó que lograran los congresos campestres. La idea de que todo lo que deben hacer es sermonear y sermonear, parece haber arraigado en las mentes de algunos. Aunque los sermones son buenos en su momento, uno tras otro que se dirija al pueblo no podrá ser retenido en su mente —es algo imposible— y lo que hacen es cansarse de tanto sermón. SE2 108.5

Hay otro aspecto que deseo que ustedes tengan bien en cuenta, pues es algo que agota a los ministros, desgastando sus órganos vitales. No es fácil acudir a un congreso campestre y hablarles a las congregaciones en un elevado tono de voz como muchos lo hacen. Se abusa de los órganos vitales aunque ustedes no se den cuenta debido al entusiasmo que genera el tema y el auditorio, pero luego ustedes se sienten como si los hubieran despojado de todas sus fuerzas. Lo próximo que dirán es: «No sé qué es lo que me pasa, no siento la presencia del Espíritu de Dios”. SE2 108.6

El impacto en el cerebro ha sido tan fuerte que surge un decaimiento. No puede ser de otra forma. Es algo natural. Lo próximo es la apostasía. Usted se siente demasiado cansado para seguir adelante, para creer que Dios lo escucha cuando usted ora, cree que algo le pasa, que está alejado de Dios, y que usted no sabe cuál es la causa. Por tanto, deja de orar una y otra vez, y finalmente se produce una terrible pérdida en este sentido. SE2 109.1

De acuerdo con la luz que Dios me ha dado, nuestros hermanos deben reunirse y analizar todo esto. Las reuniones campestres pierden las dos terceras partes de su efectividad y éxito debido a que la gente, después que han tenido que escuchar tantos sermones, en su cabeza hay tal confusión que no nada les queda claro. SE2 109.2

Debería dedicarse más tiempo a la búsqueda espiritual de Dios. Debería realizarse esfuerzos personales con cada uno. Después que terminen las reuniones, debería cada uno realizar una investigación personal. Cada quien debería preguntarse cómo habrá de reaccionar ante todo, si de veras quiere sacar enseñanzas para sí mismo de lo ocurrido. Una vez acabado todo deberían analizar lo sucedido y sacar conclusiones. SE2 109.3

Cinco palabras dirigidas en privado a ellos harán más bien que lo que pueda hacer un sermón completo. Pero ustedes pueden hace mucho más que eso. Pueden mostrar amor, bondad y cortesía, y al hacerlo desterrarán los prejuicios. Puede, sin embargo, que ellos digan: «No habían dicho que ustedes son un pueblo que no cree en la conversión y ahora me están hablando de la conversión; ustedes me están apelando respecto a la conversión». Y entonces ese prejuicio desaparecerá cuando ustedes hablen con las personas de esa forma. SE2 109.4

Pero las fuerzas se han agotado innecesariamente en nuestros congresos campestres, porque podemos contar con la ayuda constante de Dios que nos fortalezca en cada momento. SE2 109.5

Lo que Dios me ha mostrado, me han venido a la mente mientras descanso, como si estuviera bajo el dominio de la muerte enemiga. Y he dicho a quienes me rodean: «Estoy aprendiendo mi lección, y espero no tener que aprenderla de nuevo”. SE2 109.6

La lección consistía en que respecto a la educación de los jóvenes no debemos hacer que pienses que sermonear es lo mismo que realizar la obra. Lo decimos, pero que ellos vean los resultados de practicarlo. Una vez concluido el sermón deberíamos dedicar tiempo a buscar a Dios por nosotros mismos. Eso era lo que antes se hacía. Los pastores deberían reunirse para orar, y no separarse hasta que el Espíritu de Dios haya contestado sus oraciones. Saldrán de allí con sus rostros iluminados, y cuando hablen a la congregación sus palabras significa-rán algo. Llegaron al corazón de la gente porque el Espíritu de Dios que los ha bendecido había preparado los corazones para recibir el mensaje. SE2 109.7

Al allanar los caminos para que las almas se conviertan hay mucho más que es realizado por el cielo de lo que imaginamos. Hemos de trabajar en armonía con los mensajeros del cielo. Deseamos más de Dios. No debemos creer que por mucho hablar y sermonear ya hemos cumplido con nuestro deber. Es necesario que nos demos cuenta de que a menos que la gente sea alcanzada por Dios, jamás será alcan-zada. SE2 110.1

Cuando observamos a un joven prometedor, deberíamos utilizar nuestra influencia para que se matricule en el colegio. Si no tienen dinero —los jóvenes rara vez tienen dinero—, no digan: «Vayan y trabajen durante un año y luego vayan al colegio». No, sino que deben tratar de ayudarlos; preséntenlos a las iglesias; testifiquen diciendo «Hermanos, deseamos que ustedes ayuden a estos jóvenes para que se gradúen”. Y en todo momento mantengan ustedes su mirada en ellos, como si fueran sus tutores. SE2 110.2

Hay hombres que están hoy en sus tumbas aunque deberían estar vivos; y hay otros que están en ese camino. ¿Por qué motivo Dios no los levanta, restituyéndoles la salud? El Señor desea que aprendamos nuestra lección: que no podemos utilizar nuestras fuerzas vitales en forma irracional y agotarlas como si tuviéramos que hacer la obra y no hubiera un Dios en el cielo, y que estamos decididos a tener éxito incluso al precio de nuestra vida. Pues yo les digo que debemos creer que Dios es quien lleva adelante la obra, y que debemos incluirlo en nuestra labor. Le digo a él: «Tu Palabra ha dicho que siempre estarás con nosotros». No es que yo quiera poner a prueba a Dios, pero él lo ha prometido y lo cumplirá. Luego, en una forma directa presenten las enseñanzas prácticas de Cristo que la gente se desvive por conocer. SE2 110.3

—[Pastor Underwood:] ¿Predicamos sermones demasiado largos? SE2 110.4

—[Hermana White:] Sí que lo hacen; y yo también me aplico esto. Predico sermones muy largos. SE2 111.1

—[W. C. White:] Permítanme preguntar algo. ¿Debemos considerar su ejemplo como una muestra de lo que usted cree? SE2 111.2

—[Hermana White:] Bueno. ¿No acabo de realizar mi confesión? ¿Acaso no les he dado ejemplo? Me considero una excepción, pero creo que me he adentrado demasiado en dicha excepción. Pero les diré por qué me considero una excepción. Mi esposo me ha llevado a los carruajes y me ha colocado en el asiento. He asistido a un lugar de reunión y he estado en pie, aquejada de una parálisis durante semanas al punto de que no he podido pronunciar correctamente ni una sola frase. Sin embargo, he estado en pie ante el público y presentado mi testimonio en una forma recta, como la cuerda de un instrumento. El Espíritu del Señor ha descendido sobre mí. Todos no constituyen excepciones. Ahora, ¿cómo puedo determinar cuando llego demasiado lejos? Lo he hecho más de una vez. SE2 111.3

Aunque dije que había aprendido mi lección, después de haber estado tres días, como si hubiera sido zarandeada mentalmente por las olas de un océano sin costas; parecía que no podía ver tierra. Allí estaba con aquel pequeño bote en medio del mar. Podía ver carros, pero no los podía alcanzar. Los que me estaban dando un tratamiento dijeron: «Hermana White, ¿por qué no toca usted el ruedo del manto de Jesús?». Bueno, traté en la medida que pude. SE2 111.4

Luego vi que se acercaba una tormenta. Observé cómo se agolpaban las nubes a mí alrededor, y todo se volvía oscuro. Y luego durante la noche, apareció la silueta de Cristo ante mí, tan real como cualquiera de ustedes. En el preciso momento que vi aquella silueta dije: «¡Es Jesús, es Jesús. Estoy salvada!». En el preciso momento que lo vi me di cuenta de que era Jesús. Y todo problema y perplejidad desapareció, y sentí como si estuviera descansando. Entregué todo a Jesús. SE2 111.5

Pero había algo más; me dijo: «Satanás es el destructor, yo soy tu sanador. Te sanaré». Entonces me sentí inmensamente feliz, rebosante de alegría porque él me iba a sanar. No recuerdo las palabras pronunciadas, pero este es el resumen: «Tu prueba aún no ha concluido. Serás tentada; sufrirás aflicción; sufrirás; pero debes llegar a la conclusión por todo este sufrimiento, que Dios no es tu ayudador. Yo soy tu sanador. Fija tus ojos en Cristo». No me daba cuenta de lo que querían decir aquellas palabras. SE2 111.6

Al otro día me sentí feliz y di mi palabra; me pondrían en marcha por fe. Los pacientes me pidieron que hablara. Allí había gente adinerada. Al otro día cuando se me afectó el corazón fue como si alguien me hubiera golpeado en el pecho con una barra de hierro, y me pareció que allí mismo me iba a morir. Y el próximo golpe fue en los riñones, y estaba tan nerviosa que sentí que me moría. Si esto me hubiera sucedido antes de tener esa revelación, me habría rendido. Y lo primero que se me ocurrió fue: «Está visto que me voy a quedar paralítica”. Sentí un dolor como de reumatismo en todos los nervios y músculos de mi cuerpo. Eso fue un sábado. SE2 111.7

Entonces me dije: «¿Me voy a rendir ahora por todo esto?». De ningún modo. El hermano Biter vino y me tomó por un brazo, y la hermana Lockwood por el otro, y empecé a moverme poco a poco. Alguien me procuró una silla, y me llevaron al interior del edificio donde tomé asiento en la iglesia, en la plataforma; allí les hablé a los pacientes. Nunca en mi vida me había sentido con la mente tan clara. La bendición de Dios descansó sobre mí, aunque sentía dolor con cada respiración. SE2 112.1

Los pacientes, permanecieron sentados allí mientras las lágrimas les corrían por las mejillas. Dije: «Señor, tan solo soy un vaso todo roto en pedazos. Señor, tú puedes impactar la gente”. Y fueron impactados. Cada uno de aquellos pacientes quiso conocerme. Luego me dijeron: «¿No podría usted presentar algunas breves charlas con las damas en el recibidor, para que nos diga qué podemos hacer?». Y aún más: «¿Puede usted orar con nosotros?». Algunos acudían desde las habitaciones de quienes no pudieron asistir, y querían que yo fuera a orar con ellos. SE2 112.2

Fue un encuentro solemne e impresionante. El Señor fue mi ayudador. El impacto realizado vino de parte del Señor, y de lo que se habló —fe en Cristo y la justicia de Cristo—, eran cosas por las que ellos sentían hambre. Jamás vi gente que asimilara todo de esa forma. Una mujer de apellido Farmer dijo: «El Señor ha hablado hoy a través de usted. Jamás había escuchado nada así”. Y ese fue el sentimiento predominante. Cuando les hablé a los auxiliares se sintieron decepcionados porque creían que podían ser echados. SE2 112.3

Pero al sábado siguiente ya les pude hablar puesta en pie. Tuvimos un excelente encuentro. Medité en las palabras de Cristo: «Yo soy tu sanador”, y me he aferrado a ellas desde ese entonces. Cuando me enteré de la enfermedad de Mary y me puse en camino, pensé que los dos primeros días me quedaría en el camino, pero al tercer día comencé a recuperar fuerzas. SE2 112.4

Ustedes ven en que situación me he presentado. He tenido que seguir adelante únicamente por fe. Nunca me he recuperado del todo, y por eso no le pido a nadie que ore por mí, ya que esperan que yo sea sanada, y juzgando por el pasado no lo seré. Así que no me será hecho lo deseo ni en un sitio ni en un momento dados. Tengo que andar por fe. Tengo que seguir adelante sin ver ni sentir nada. Si dijera que he cambiado de opinión, mentiría, y hasta ahora nunca lo he hecho. Bueno, como ven, he tenido que actuar en estas condiciones, y el Señor me ha sostenido en todo momento. SE2 112.5

Ahora, ¿cuánto me queda por delante? He aceptado de que si el Señor me dice que debo preocuparme por la Iglesia de Battle Creek, se lo diré a ustedes. Pero, a menos que me sienta constreñida a ello, no tengo nada más que decir. Hablé en veintiuna ocasiones en ese mismo número de días en Battle Creek. No hablé a diario, pero algunos días hablé dos veces. SE2 113.1

Eso fue antes de marcharme y no pude descansar hasta que todo tuvo como consecuencia esta terrible enfermedad. Les dije en Fresno que sabía que estaba peleando mi último asalto. Y luego en aquellas reuniones privadas el esfuerzo fue peor que hablar en público, y teniendo que decirles directamente las cosas que tuve que comunicarles. SE2 113.2

Ahora bien, no sé si la pregunta de ustedes ha sido contestada o no. Quizá es algo parecido a un extenso sermón, pues está resultando tan largo que se ha perdido de vista el punto principal. SE2 113.3

—[Pastor White:] Bien he cuestionado en cierta medida si alguien tiene el derecho de ajustar su comportamiento de acuerdo con la experiencia de otra persona. He cuestionado si no era nuestra obligación actuar de acuerdo con nuestra propia experiencia. SE2 113.4

—[Hermana White:] Bueno, ahora, ha sido así. He estado enferma y sufriendo dolores. Y deseo decirles que no ha habido ni un solo momento en que yo me haya comprometido a algo, y que llegado el momento haya tenido que luchar con la más terrible de las afecciones del corazón, o con otra dolencia, que hace que parezca imposible que me presente ante el público. Aun así, tan pronto como me pongo en pie ante la gente, me siento tan segura de que los ángeles de Dios están justamente a mi lado, como si abriera los ojos y los mirara como lo hice en la ocasión en que Jesús me sanó. Me siento fuera y elevada por encima de mí misma. Me siento como si el juicio estuviera ante mí; como si el todo el cielo estuviera observándome, y como si tuviera que hacer ese esfuerzo y tuviera que hablarles a ellos aunque cayera muerta ante el púlpito. SE2 113.5

Bien, no creo que sea el deber de los demás hacer eso mismo. Todos los días me siento así. Es debido a me siento como si esas realidades tan impactantes me cubrieran completamente como un manto. SE2 113.6

Cuando el hermano Farnsworth y otro hermano cuyo nombre no recuerdo, vinieron a nuestra casa el invierno pasado para que yo asistiera a una reunión de jóvenes en el Tabernáculo, yo tenía tantos achaques que no me atreví a que pasara la noche sin que yo llamara al médico. Rara vez le pido a un médico que venga a verme, pero había mandado a buscar uno antes de que los hermanos llegaran. Y esos hermanos llegaron antes de que el médico lo hiciera, y fui a la reunión. Cuando el médico llegó, la paciente no estaba allí. Tuvimos una hermosísima experiencia durante aquella reunión. Pues así es como transcurre mi vida. SE2 114.1

—[Pastor Farnsworth:] ¿No cree usted, hermana White, que muchos de nuestros pastores se han visto muy influidos por su forma de hablar? SE2 114.2

—[Hermana White:] Claro que sí. Lo he podido comprobar muchas veces. Mi esposo se había acostumbrado a elevar el tono de voz a veces, y parece que no podía dejar de hacerlo. Ahí tenemos al hermano McCutcheon en Texas, que está al borde de la muerte como si él mismo se hubiera puesto un cuchillo en la garganta. Desde que llegué no he dejado de pensar en eso y tengo que escribirle. SE2 114.3

—[Pastor Kilgore:] A él se le ha hablado de esto. SE2 114.4

—[Pastor Farnsworth:] En todas las Asociaciones nos encontramos con casos así. SE2 114.5

—[Hermana White:] Cuando era más joven yo tenía la tendencia a hablar a gritos. El Señor me ha mostrado que no podría efectuar el impacto apropiado en la gente al elevar el tono de mi voz a un nivel poco natural. Luego se me presentó a Cristo así como su forma de hablar. Había una dulce melodía en su voz. Su voz, de manera lenta y calmada llegaba a todos los oyentes. Sus palabras penetraban sus corazones y ellos así podían captar todo lo que decía antes dijera lo que seguía a continuación. Hay quienes parece que creen que deben decirlo todo aceleradamente, si no podrían quedarse sin inspiración, y no podrían motivar al auditorio. Si eso es inspiración, ¡que la pierdan! Y cuánto antes, mejor. SE2 114.6

Bien, escribí un artículo acerca del tema mientras estuve en Santa Helena, debido a que me pareció que nuestros pastores estaban fracasando y que había motivo para ello. Están violando las leyes naturales que rigen su cuerpo, y sus órganos vitales están sufriendo. SE2 114.7

—[Pastor Farnsworth:] Volviendo atrás a algo que usted dijo en la primera parte de su charla, respecto a que hay demasiados sermons en nuestros congresos campestres, ¿tiene usted alguna sugerencia? Por ejemplo, que eliminemos parte de los servicios de predicación. ¿Hay algo que se podría sugerir respecto a la forma de llenar este vacío? SE2 114.8

—[Hermana White:] Cuando la congregación no es muy grande, mayormente compuesta por nuestros creyentes, la técnica sería dedicar menos tiempo en hablar y permitir que la gente tenga la oportunidad de testificar respecto a lo que han escuchado. Cuando el gentío esté presente, quizá eso no les interese. SE2 115.1

—[Pastor White:] Mamá, le he escuchado decir que deberíamos dedicamos más a la enseñanza y menos a la predicación; menos sermonear y más educar, hablando del tema de reunir a la gente para tener lecturas bíblicas. SE2 115.2

—[Hermana White:] Esa era la costumbre en los tiempos de Cristo. Él le hablaba a la multitud y esperaba que la gente le preguntara acerca del significado de aquello. Jesús era un educador. SE2 115.3

—[Pastor White:] Luego recuerdo claramente que en otra ocasión usted dijo: «Según nos acerquemos al tiempo del fin, he visto a nuestros congresos campestres con menos sermones y más estudio de la Biblia; pequeños grupos por todas partes sosteniendo sus Biblias, mientras otros dirigen un estudio de las Escrituras con intervención de los participantes. SE2 115.4

—[Hermana White:] Me ha sido mostrado que nuestros congresos campestres deberían tener más éxito y ser más interesantes. Hay quienes desean recibir más luz y más concreta. Hay otros a los que les toma más tiempo asimilar las ideas y entender lo que ustedes quieren realmente decir. Si pudieran tener el privilegio de que todo fuera un poco más sencillo, lo podrían ver y asimilar todo. Sería como un clavo encajado en un lugar seguro, sería como algo escrito en las tablas de sus corazones. SE2 115.5

Cuando las grandes multitudes se aglomeraban alrededor de Cristo, él les impartía sus lecciones y enseñanzas. Luego los discípulos, en diferentes lugares y situaciones, después de escucharlo repetían lo que Jesús había dicho. La gente había aplicado mal las palabras de Cristo, y los discípulos le aclaraban a la gente lo que decían las Escrituras, y lo que Cristo aseguraba que las Escrituras decían. Los discípulos estaban aprendiendo a ser educadores. Al lado de Cristo estaban recibiendo enseñanzas de él e impartiéndolas al pueblo. SE2 115.6

—[Pastor Olsen:] En nuestras reuniones campestres de ahora, excepto los sábados y los domingos, no ha habido más de uno, máximo dos sermones, cada día; muchas veces no más de uno. SE2 115.7

—[Hermana White:] Se presentan demasiadas cosas en nuestros congresos campestres. Pero los pastores deberían unirse a diario con el fin de ser conscientes de lo que están experimentando, así como sus impresiones espirituales. Ustedes deberían saber que todo se proyecta en líneas paralelas; que ustedes están, según se me presentó, hombro con hombro marchando al frente y no retirándose. Existe unidad de propósito cuando la obra se lleva a cabo así, y habrá armonía entre todos. Esa será una forma maravillosa para que las bendiciones de Dios sean derramadas sobre el pueblo. Debería haber horas fijas cuando los pastores se reúnan para orar a Dios. SE2 116.1

He evitado hacer ningún comentario, pues me pareció que algunos no los aceptarían; pero deseo decirles, de acuerdo con la luz que Dios me ha dado, que el entrenamiento para los colportores que se ofrece en nuestros congresos campestres debería llevarse a cabo en otra ocasión. Debería realizarse en varias iglesias y en reuniones especialmente designadas para ello. No debería hacerse en nuestras reu-niones campestres. SE2 116.2

Hay otros temas que no deberían ser tratados en estos congresos. La obra misionera y la distribución de folletos, la práctica de los detalles para llevar a cabo la obra. Las reuniones campestres son para la edificación espiritual del pueblo, y la parte espiritual de nuestra experiencia es de lo que tenemos que tratar. Cuando esto se haga el poder de Dios se verá como nunca antes. Esa es la luz que he recibido. Me duele ver que se haya dedicado tanto tiempo a la obra del colportaje. SE2 116.3

—[Alguien:] ¿Acaso el mismo principio es válido respecto a las clases de cocina? SE2 116.4

—[Hermana White:] Respecto a todo ello. SE2 116.5

—[Pastor Underwood:] ¿Diría usted, hermana White, que dedicar tiempo a adiestrar a los que trabajan en la Escuela Sabática no es asimismo adecuado? SE2 116.6

—[Hermana White:] Exactamente. No es el lugar para ello. Eso debe hacerse, pero es algo que tiene su momento y su lugar. SE2 116.7

—[Pastor Underwood:] ¿Entonces ¿se va a celebrar una convención de Escuela Sabática con ese propósito? SE2 116.8

—[Hermana White:] Sí; eso es correcto; que los que tienen que llevar esa responsabilidad no deberían hacer que la gente escuche todos esos detalles específicos, específicos, pues la mayoría no tiene nada en concreto en cuanto a esos aspectos de la obra. El tiempo es demasiado valioso para dedicarlo a esas cuestiones. Es algo que me ha sido repetido muchas veces: El día de la preparación de Dios consiste en preparar a un pueblo «para venir al encuentro de su Dios”, lo cual es altamente significativo para mí. La repetición de lo mismo vez tras vez en nuestras reuniones campestres es las que prácticamente ha destruido la eficiencia y poder de las mismas. Pero no conviene que se hagan cambios bruscos eliminando todas esas actividades de una vez, sino que es necesario que actuemos con esa idea y ese objetivo en mente, implementando en forma gradual los cambios. SE2 116.9

—[Pastor Underwood:] Me gustaría hacer una pregunta respecto a las reuniones sobre temas de familia donde se permite que nuestros hermanos y hermanas hagan preguntas sobre esos temas. ¿Qué piensa usted de eso, hermana White? SE2 117.1

—[Hermana White:] Así es como precisamente enseñaba Jesús. No debería haber ninguna controversia. Después de contestar a las preguntas que se hagan, asegúrense de que sus interlocutores sientan que realmente sus preguntas les han sido contestadas. No permitan que quede nada en el aire. No les diga que formulen la pregunta de nuevo. Más bien sea cuidadoso en su forma de proceder, considerando lo que se ha progresado. Cuando alguien acuda con un espíritu de controversia, dígales que la reunión no ha sido diseñada con ese propósito; sino que más bien es para educar a los oyentes y a los que no hayan entendido algunos aspectos de lo expuesto. No es para debatir ningún tema doctrinal o controvertido. SE2 117.2

¿Con qué propósito se celebran reuniones campestres en diferentes lugares? Es para que el pueblo sea educado, y es necesario que hagamos esfuerzos especiales para alcanzar a los no creyentes, a los cuales hemos de ir a buscarlos y decirles: «Deseamos y esperamos que ustedes acudan a nuestra reunión especial». Es preciso hacer obra misionera. «Ustedes son la luz del mundo». SE2 117.3

¿Por qué Cristo anduvo por los montes y por las riberas? Porque su anhelo era impartir al pueblo la palabra de vida. Ellos no lo vieron así en ese momento. Un buen número no lo consideran hoy al asumir sus actitudes. Pero esas cosas están moldeando sus vidas, y cuando el mensaje surja con una potente voz ellos estarán listos para recibirlo. Ya no seguirán vacilando, sino que saldrán y se colocarán en sus puestos. Hay una obra que no hemos hecho en nuestras reuniones campestres, y que es preciso que la llevemos a cabo. SE2 117.4