Sermones Escogidos Tomo 2

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35—El matrimonio y el hogar cristiano

ESTE ES UN IMPORTANTE momento de la vida de aquellos que comparecen ante ustedes para unir sus planes, sus gustos, su amor, su trabajo por los demás en el ministerio para salvar almas. En la relación matrimonial se da un paso trascendental: la unión de dos vidas en una. SE2 339.1

Me siento complacida con esta celebración. Creo que el Señor aprueba esta unión que está de acuerdo con la voluntad de Dios respecto a que el hombre y su esposa se vinculen con su obra con el fin de impulsarla en plenitud y en santidad. Ellos pueden hacer eso. SE2 339.2

Que la bendición de Dios se manifieste como la luz del cielo en el hogar formado por esta unión. Es la voluntad expresa del Señor que el hombre y su esposa se vinculen mediante santos lazos, en sujeción a Jesucristo; con él al SE2 339.3

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Conceptos presentados en la boda de Dores E. Robinson y Ella M. White, en el Sanatorio, California, el lº de mayo de 1905. Manuscrito 170, 1905. control y con su Espíritu como un guía; con su Espíritu Santo para escuchar las peticiones que asciendan a él. Él dice: «Donde dos o tres estén juntos, yo estaré en medio de ellos”.

Dios desea que el hogar sea el lugar más feliz de la tierra, un verdadero símbolo del hogar celestial. El esposo y la esposa pueden compartir la felicidad de esta unión que los ángeles aprobarán al llevar las responsabilidades del matrimonio al hogar, vinculando sus planes a Jesucristo y apoyándose en su brazo y en sus promesas. SE2 340.1

El matrimonio no disminuirá la utilidad de ellos, sino que la fortalecerá. Ellos deben hacer un ministerio de su vida conyugal con el fin de ganar almas para Cristo. Sé de lo que estoy hablando porque durante treinta y seis años mi esposo yo estuvimos unidos y fuimos a todo lugar donde el Señor nos ordenó que fuéramos. SE2 340.2

En ese sentido reconocemos haber obtenido la aprobación de Dios en relación marital. Por tanto, es una ordenanza sagrada. Siempre me ha parecido muy poco apropiado ver que la ceremonia de boda se asocie con risas, algarabía y con la simulación de algo. No. Casarse es un desafío establecido por Dios y debe ser tratado con la mayor solemnidad. Una relación familiar que se establece aquí en la tierra, se supone que sea una imagen de lo que debe ser la familia en el cielo. En todo momento la gloria de Dios debe ser lo primero. SE2 340.3

Hoy puedo tomar la mano de este nuestro hermano, a quien amamos en el Señor y que goza de nuestra confianza; asimismo tomar de la mano a usted su esposa al instarlos a que unidos lleven adelante la obra de Dios. Les recomiendo que hagan de Dios su consejero. Intégrese, únanse el uno al otro. Cada uno posee su propia individualidad, pero manteniendo la individualidad es indispensable la unidad. Debe haber un constante desarrollo de los talentos que Dios les ha concedido, que ustedes deben mejorar, y que ciertamente deben ser considerados en forma positiva por los ángeles celestiales. Nos preocupa eso mucho más que cualquier otra cosa. Permitan que la luz del cielo brille en el hogar, y creemos que lo hará, en cada palabra y en cada acción. SE2 340.4

A ninguno de los dos se le pide que abandonde su individualidad. Cada uno mantiene la suya. Puede que cada una de las individualidades no esté completamene acorde con la otra; pero se espera que exista la integración que Dios exige. El esposo es la cabeza de la familia, el sacerdote del hogar. La esposa es la maestra y debe ocupar su puesto en el hogar sin importar su profesión. Si ella tiene niños que cuidar y amamantar, permítanme decirles que existe una lección en todo ello; una gran enseñanza que Dios desea que todos aprendamos. La mujer, unida al marido en el temor de Dios, debe ser una fortaleza y un poder en la iglesia. Dios puede convertirlos en eso. SE2 340.5

Bien, entonces, ¿cómo deben integrarse el uno al otro? Consultándose mutuamente. Si existen algunas diferencias de opinión, les decimos: consúltense y la bendición de Dios llegará al corazón. SE2 341.1

Cristo asistió a las bodas de Caná. Allí él obró el milagro de transformar el agua en vino. Nuestro Salvador siempre honró la relación conyugal y deseamos decir que dondequiera que ustedes estén tendrán un Dios; alguien que nos ama, alguien a quien podemos honrar. Si lo honráramos, nuestros labios hablarán con sabiduría. Aquí está la esposa, la reina del hogar; la bendición de Dios puede descansar sobre ella para que sea la luz del sol, un rayo de sol en su hogar. Jamás, ni en forma alguna, hablen de manera irritante. La voz es un talento, un talento de Dios. Debe ser cultivada de forma que traiga paz, armonía, luz y amor. SE2 341.2

Aquí están estos dos hermanos que están unidos en la obra de Dios. Tenemos ante nosotros una gran tarea que realizar. No sabemos dónde se desarrollará su ministerio, pero al estar unidos ellos podrán llevar adelante la obra mucho mejor que por separado; podrán ayudarse el uno al otro, animarse mutuamente, ser una bendición mutua. El Espíritu Santo de Dios puede descansar sobre ellos mientras ministran a aquellos que tienen necesidad de su ayuda. SE2 341.3

Ambos poseen experiencia en este sentido; ambos sienten un intenso interés en cultivar al máximo y en la forma más elevada los talentos que Dios les ha dado. Si se mantienen en comunión con el Dios del cielo, ¡qué gran poder serán si permanecen unidos, fortaleciéndose mutuamente para llevar adelante la obra de Dios con inteligencia! SE2 341.4

Me siento agradecida hoy porque creo que el Señor está presente en esta reunión para aceptar esta ceremonia de casamiento. Agradecemos a todos los los presentes su asistencia, y quisiéramos decirle a cada uno de ustedes que existe una grande y expresa obra ante ustedes. Podemos discernirlo ahora. El tiempo corre imperceptible y gradualmente, y los poderes de las tinieblas acechan su oportunidad como un ladrón para realizar todo el mal posible. SE2 341.5

Como hombres y mujeres debemos permanecer en los puestos que se nos han asignado, ceñidos de toda la armadura de justicia. ¿Qué diremos de él? ¿Acaso ha de ceder ante los poderes de las tinieblas y ante cualquier influencia? ¡No! «Al vencedor le concederé que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido y me he sentado con mi Padre en su trono». Aquí tenemos la obra de los vencedores; los que no abandonan esta obra, sino que se unen para fortalecerse en la tarea y que marchan a cualquier lugar que la luz del cielo brille en su senda. SE2 341.6

Creemos que Dios los dirige; por lo tanto, estamos en plena avenencia con esa unidad, y creemos que el cielo está de acuerdo con ella. Por tanto, estos dos jóvenes que han trabajado en la causa de Dios, que han tratado de hacer su obra, podrán ahora duplicar su influencia, aumentando sus capacidades y talentos al integrarse a la obra de Dios. La tarea que está ante ellos no es menor, sino de más envergadura. Es más sagrada, es una obra más importante que la del pasado la que ellos tendrán que realizar en el futuro. Ojálá que la bendición de Dios descanse sobre ellos en este momento. SE2 342.1

Creo que sería un privilegio para mí arrodillarme en unión a este grupo y rogar al Señor que su bendición los acompañe. Luego que salga de aquí no sé cuándo los veré de nuevo; quizás nunca más. Tengo setenta y ocho años, y Dios me ha preservado la vida. Hay una gran tarea que debemos realizar, y yo deseo que cada uno de nosotros reconozca la importancia de realizar dicha obra con sabiduría; mano sobre mano, con todas las fuerzas del intelecto, con todas nuestras fuerzas; con el fin de llevar adelante la obra de Dios para buscar y salvar las almas que perecen. «Porque aún un poco y el que ha de venir vendrá, y no tardará». Deseo elevar una oración ahora por esta congregación, antes de irme. SE2 342.2

[Orando:] «Nuestro amante Padre celestial, acudimos a ti en este momento porque tú nos has invitado a hacerlo. Tú has dicho: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá”. Ahora, Padre nuestro, te pido que ellos recuerden tres conceptos cuando surjan las las dificultades y las pruebas, y la oposición que tendrán que enfrentar en la obra: pedir, buscar, llamar; con la seguridad de que serán escuchados, y que la bendición de Dios les llegará. SE2 342.3

»Señor Jesús, creemos en ti; confiamos en ti. Estamos muy agradecidos porque te acordaste de nosotros, porque dejaste los atrios celestiales y viniste a nuestro mundo a relacionarte con los seres humanos, con el fin de que ellos pudieran conectarse con lo divino al creer en ti. SE2 342.4

»Padre nuestro que estás en los cielos, disipa toda niebla y toda nube de oscuridad para que no se interpongan entre tu pueblo y las promesas que tú le has hecho. Entregaste tu vida; una vida de sufrimientos, de gran sufrimiento y maltratos. Por último, tu cuerpo fue clavado en el madero y moriste al ser crucificado. Ahora, Salvador nuestro, deseamos mantener ante nosotros el gran amor que tú nos manifestaste para que descansemos en tu amor. SE2 342.5

»Te suplicamos que tu bendición descanse sobre Dores, al igual que sobre Ella. Te pedimos que te encargues de ellos y que tu Santo Espíritu descanse sobre ambos. Que su única preocupación sea darte honra, y que siempre tengan en mente tus palabras: «Si alguien quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”. SE2 343.1

»Te rogamos, Señor, que reflejes el claro resplandor de tu gloria sobre ellos cuando se sientan agobiados y cargados, para que reflejen plenamente tu luz al mundo. La luz que les darás, que la puedan compartir. SE2 343.2

»Asimismo te pedimos que esta congregación aquí presente esta noche pueda reconocer la presencia de Dios, Salvador nuestro, con la corona de vida que se nos ofrece. Que nos animemos mutuamente a revestimos con toda la armadura de Dios para pelear las batallas del Señor. Para estar preparados para que cuando él venga en su gloria puedan decir: “¡He aquí, este es nuestro Dios! Le hemos esperado, y nos salvará” [Isa. 25: 9]. SE2 343.3

»Bendice, Señor, a este pueblo; bendice este sanatorio. Que la gloria de Dios se manifieste, y que la luz del cielo brille sobre ellos aquí; que la prosperidad acompañe a la obra médica misionera. Te rogamos que santifiques al pueblo y a todos los que acudan aquí. Tú, el todopoderoso Médico, puedes ayudarlos; tú puedes salvarlos si ellos te entregan sus corazones. Te suplicamos que tu poder y bendición descansen sobre el pueblo. Rodéalos con los brazos de tu misericordia y ámalos plenamente. SE2 343.4

»¡Mi Salvador, Salvador nuestro, “¿quién como tú?”. Nadie, ¡nadie!, puede “salvar perpetuamente”, sino tú. Nos entregamos a ti esta noche. Borra nuestros pecados; límpianos en la sangre del Cordero, para que estemos presentes cuando la familia se reúna en el reino de Dios, y nos convirtamos en miembros de la familia real y en hijos del Rey celestial. Entonces pulsaremos el arpa de oro y llenaremos el cielo con música y cánticos al Cordero. SE2 343.5

»Nos entregamos a ti esta noche. Acéptanos como tu pueblo y tu nombre recibirá toda la gloria. Amén”. SE2 343.6