Sermones Escogidos Tomo 1

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Vestidos con el traje de bodas

Todos deben estar vestidos con el traje de bodas para ser aceptados, para que no sean sorprendidos. SE1 15.1

¿No consideran importante que nos encontremos vestidos con el manto de justicia, que estemos listos cuando el esposo venga a participar en la cena de bodas? ¡Ojalá que prestemos atención a la invitación hecha y que nos preparemos para que podamos entrar en la mansión del Maestro! Para que él no le diga a ninguno de los que fueron convidados que no gustará su cena. En la parábola, los que fueron invitados no le dieron importancia a la invitación, sino que continuaron excusándose, regocijándose en los placeres de este mundo como lo hacen multitudes en la actualidad. SE1 15.2

Los siervos de Dios están invitándolos e implorándoles que se aparten de las tentadoras escenas de este mundo vano y fugaz, que se preparen para la cena de bodas, pero ellos no hacen caso. Les oímos decir: «No hay peligro, el día de mañana será como este, o mucho mejor. No necesitamos que nos molesten. Debemos atender las granjas, las mercancías y las cosas de esta vida para que no perdamos los intereses mundanos, empobrezcamos y tengamos necesidad”. Ellos se olvidan de que el que cuida de los gorrioncillos y viste los lirios del campo, tiene cuidado del alma humilde y confiada, que guiará y dirigirá a todos aquellos que están prestos para hacer su voluntad y les concederá a sus amados hijos todo lo que necesiten. Ha prometido entregar una corona de gloria inmarcesible, un manto de justicia y entrada en la hermosa ciudad de nuestro Dios a quienes alcancen la victoria mediante la paciencia y la perseverancia. SE1 15.3

Este mismo rey está enviando hoy a sus siervos. Está convidando a sus invitados, diciendo: «Venid, que ya todo está listo». El Señor de la boda viene pronto. He aquí, está a la puerta. No tarden en abrirla, no sea que no los reciba y no entren en el banquete de bodas. Abran la puerta y reciban al Maestro, para que puedan entrar en las mansiones de eterno descanso y gloria imperecedera preparada para todos aquellos que le aman. Quién se preparará para la venida de aquel que ha dicho: «¡Vengo pronto!, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra» (Apoc. 22: 12). SE1 15.4

Si descuidamos nuestros intereses espirituales y dejamos de ofrecer sacrificios agradables delante de Dios, que es nuestro verdadero deber, nos enredaremos en los asuntos menos importantes de esta vida. Si olvidamos siquiera una vez nuestra responsabilidad diaria de suplicar a Dios por su ayuda, su cuidado y protección, perderemos el gozo de ese día. Como no tenemos la dulce y enternecedora influencia del Espíritu Santo de Dios acompañándonos durante todo el día, con facilidad nos sentiremos abatidos y desalentados. El enemigo de las almas está listo para aprovecharse de nosotros y a menudo lo hace, llevándonos al cautiverio y al pecado. SE1 16.1