Manuscritos Inéditos Tomo 2 (Contiene los manuscritos 97-161)
Problemas relacionados con la alimentación en la sede central, 1887
He estado trabajando para poner las cosas en orden en este lugar. Hace una semana, el pasado sábado en la noche [2 de abril], sostuvimos una reunión con las familias para tratar algunos asuntos relacionados con la comida que debe ser preparada para los internos y sobre la influencia que hay que ejercer en las familias que alojan a los obreros. El Espíritu del Señor vino sobre mí, y presenté un sencillo e inequívoco testimonio. 2MI 132.5
Con anterioridad yo había hablado bastante en cuanto a los principios generales, pero eso no había aclarado las cosas. La idea de que sus prácticas eran perfectas estaba tan fijada en sus mentes que aquellos que necesitaban hacer cambios no entendieron nada del asunto. Me vi obligada a decir en forma clara, como lo hizo Natán con David: «Tú eres ese hombre» [2 Sam. 12: 7]. Les aseguro que eso produjo un revuelo entre ellos. Les dije que la preparación de sus comidas era incorrecta, y que la reforma de la salud no consistía en vivir mayormente a base de sopas, café y pan. Les dije que ingerir tantos líquidos no era una práctica saludable, que todos los que se alimentaban de esa manera recargaban sus riñones, y que tanto líquido debilitaba el estómago. 2MI 132.6
Yo estaba absolutamente convencida de que muchos en aquel lugar estaban sufriendo de indigestión debido al consumo de esos productos. Los órganos del sistema digestivo se debilitaron y su flujo sanguíneo se había debilitado. Su desayuno consistía de café y pan, al que añadían puré de ciruelas. Eso no era saludable. El estómago después del descanso y del sueño estaba en mejor condición para recibir una comida abundante, que cuando estaba cansado de trabajar. Luego, la comida del mediodía era por lo general una sopa, y en ocasiones carne. El estómago es pequeño, pero se recargará si el apetito insatisfecho recibe mayormente alimentos líquidos. 2MI 133.1
Las ensaladas son preparadas con aceite y vinagre y ello provoca una fermentación en el estómago, la comida no se digiere sino que se descompone o entra en putrefacción. Como consecuencia la sangre no se nutre, sino que se llena de impurezas, y aparecen problemas en el hígado y en los riñones. Las irregularidades en el corazón, inflamaciones y muchos males son el resultado de ese tipo de hábitos que no solo afectan el cuerpo, sino también las normas morales y la vida religiosa. 2MI 133.2
Yo les dije que a menos que ellos cambien su alimentación, el resultado será ciertamente decadencia física, mental y moral. Nuestros cuerpos deben recibir alimentos sencillos, apropiados y abundantes, de otra forma la sangre será pobre. 2MI 133.3
Luego hablé en detalle de la influencia que rodea al alma, y de la importancia de sostener, en la mesa y en todo momento que nos relacionemos con los demás, conversaciones sobre temas edificantes. Bien, hablé de muchas cosas, y ahora espero que ellos se recuperen de la sacudida que han recibido antes de administrarles otra dosis. Me he sentido profundamente motivada respecto a este tema.— Carta 9, 1887, pp. 13 (a J. H. Kellogg, 15 de abril de 1887). 2MI 133.4
Patrimonio White,
1958
El número 113, sin procesar