Manuscritos Inéditos Tomo 2 (Contiene los manuscritos 97-161)
Manuscrito 136—Mantener la unidad Aferrarse a la verdad No todos profetizarán Estudiar los Testimonios
En la Palabra de Dios ni se dice ni se recomienda nada que pueda hacer pensar, a los creyentes en el mensaje del tercer ángel, que pueden separarse del conjunto. Es algo que nadie puede negar. Son quimeras de mentes no santificadas que fomentan la desunión. Los sofismas humanos pueden parecerles acertados, aunque no se ajusten ni a la verdad ni a la justicia. «Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. Él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, [...] para crear en sí mismo de los dos un solo 2MI 179.1
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Solicitado por Arthur L. White para utilizarlo en su correspondencia y en su magisterio. y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades” [Efe. 2: 1316].
Cristo es el eslabón unificador en la áurea cadena que une a los creyentes en Dios. No debe haber motivos de separación en este duro tiempo de prueba. Los miembros del pueblo de Dios son «conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo. En él todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor” [Efe. 2: 19, 20]. 2MI 180.1
Los hijos de Dios constituyen un solo cuerpo en Cristo, que presenta su cruz como el centro de máxima atracción. Todo el que cree, se hace uno con él. Los sentimientos personales llevarán a los seres humanos a asumir la obra como algo personal, y esto hará que el edificio se vuelva desproporcionado. Por tanto, el Señor emplea diversos dones para que el edificio conserve el equilibrio. Ni un solo elemento de la verdad debe ser ocultado o minimizado. Dios no puede ser glorificado a menos que el edificio «bien coordinado», vaya «creciendo para ser un templo santo en el Señor” [vers. 21]. Un gran tema está aquí resumido, y quienes entienden la verdad para este tiempo deben conocer cómo escuchan y cómo edifican, e instruyen a los demás para que lo pongan en práctica.— Manuscrito 109, 1899, pp. 9, 10 («The Need of Equalizing the Work» [Aplicar las mismas normas a toda la obra], 3 de agosto de 1899). 2MI 180.2
La Palabra de Dios ha guiado nuestros pasos desde el inicio del tiempo del fin en 1844. Hemos escudriñado las Escrituras, hemos edificado sólidamente; y no hemos tenido que sustituir nuestros fundamentos por otros. Lo que siempre resulta seguro es presentar un «Así ha dicho Jehová”. Debemos colocar nuestra confianza en un «Así dice Jehová» [2 Sam. 14: 17; 2 Rey 19: 6, 20, 32; Isa. 37: 33, etc.], para de esa forma arraigarnos en la fe.— Carta 24, 1907, p. 3 (a Arthur G. Daniells, 4 de febrero de 1907). 2MI 180.3
Desde que asistí a la reunión de Berrien Springs [1904], mi trabajo ha sido incesante y gravoso. Cuando estuve allí me di cuenta que tendremos que volver a reunirnos. La única forma en que podemos avanzar en nuestra obra es actuando en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El Libro que contiene la voluntad de Dios para nosotros está en nuestras manos. Los que en realidad sean hijos de Dios disfrutarán de una bendita unidad. Por sus palabras y acciones, no harán que nadie dude con relación a un Dios personal, o respecto al Santuario y su ministerio. 2MI 180.4
Hemos de tener siempre en mente el tema del Santuario. Que el Señor nos libre de la verborrea que brota de labios humanos para que no se minimice la creencia de nuestro pueblo en la verdad de que hay un Santuario en el cielo, y que hubo un modelo de dicho Santuario construido en este planeta. Dios desea que su pueblo se familiarice con ese modelo, pensando siempre en el Santuario celestial, donde Dios lo es todo. Debemos fortalecer nuestras mentes mediante la oración y el estudio de la Palabra de Dios, con el fin de que hagamos nuestras esas verdades.— Carta 233, 1904, pp. 3, 4 (a Edwin R. Palmer, 8 de julio de 1904). 2MI 181.1
No permitan que su mente se aparte de los principales conceptos de la verdad presente para espaciarse en teorías y problemas irrelevantes. Si alguien les presenta problemas triviales para que ustedes los solucionen, dígale a esa persona que a usted Dios le ha encomendado una obra que realizar. Dígale está empeñado en una gran tarea, y que no puede detenerse a tratar de solucionar pequeñeces. Usted posee el mensaje para este tiempo —el mensaje del tercer ángel — para comunicarlo al mundo. Esta es su misión. Mantenga firme hasta el mismo fin su confianza del principio. La verdad debe ser repetida, renglón tras renglón, precepto tras precepto.— Carta 11, 1901, pp. 6, 7 (a Merritt G. Kellogg, 21 de enero de 1901). 2MI 181.2
En nuestra mesa no servimos ni carne ni mantequilla, y únicamente tomamos dos comidas al día. Si alguno de mis empleados desea tomar una cena frugal no me opongo.— Carta 363, 1907, p. 5 (a Daniel H. Kress, 5 de noviembre de 1907). 2MI 181.3
De vez en cuando me llegan noticias respecto a declaraciones que supuestamente ha realizado la hermana White, pero que a mí me resultan completamente nuevas, y que no hacen más que confundir al pueblo en cuanto a mis verdaderas opiniones y enseñanzas. Una hermana, en carta dirigida a sus amigos, habla con gran entusiasmo de una declaración realizada por el hermano Jones respecto a que la hermana White cree que ha llegado el tiempo en que, si mantenemos la relación correcta con Dios, todos pueden recibir el don de la profecía, como todos los que actualmente están recibiendo visiones. ¿Quién la ha autorizado a hacer semejante afirmación? Me gustaría creer que esta hermana no entendió al hermano Jones, ya que no creo que él se inventara algo así. La autora continúa: «El hermano Jones dijo anoche que así será. No es que Dios vaya a hablar únicamente a todos para beneficio de los demás, sino para beneficio individual, y eso cumplirá la profecía de Joel». Él afirmó que esto se está cumpliendo en muchos casos. Habló como si creyera que nadie tendría una posición prominente como la hermana White, y que ella todavía ocupa. Se refirió a Moisés un caso similar. Moisés era un dirigente, pero se dice que muchos otros profetizaban, aunque sus profecías no son conocidas. El hermano Jones no dará permiso para que este tema, esto que se ha leído, sea reproducido para conocimiento de todos; pues salió de la pluma de una hermana. 2MI 181.4
Estas ideas con relación a profetizar, lo digo sin vacilar, lo mejor sería que jamás se hubieran expresado. Declaraciones de este tipo abren el camino para situaciones que Satanás seguramente aprovechará para introducir prácticas espúreas. Existe el peligro, no tan solo de que mentes inestables sean llevadas al fanatismo, sino que determinadas personas se aprovechen de este revuelo a favor de sus propósitos egoístas. Jesús ha dado una voz de alarma: «Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis» [Mat. 7: 15, 16]. «Así ha dicho Jehová de los ejércitos: “No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan; os alimentan con vanas esperanzas; hablan visión de su propio corazón, no de la boca de Jehová”» [Jer. 23: 16]. «Entonces, si alguno os dice: “Mirad, aquí está el Cristo”, o “Mirad, allí está”, no le creáis, porque se levantarán falsos cristos y falsos profetas, y harán señales y prodigios para engañar, si fuera posible, aun a los escogidos. Pero vosotros ¡tened cuidado! Os lo he dicho todo de antemano» [Mar. 13: 2123].— Carta 6a, 1894, pp. 3, 4 (a «Dear Brethren and Sisters” [Estimados hermanos y hermanas], 16 de marzo de 1894). 2MI 182.1
Como médicos misioneros del Señor, nuestra tarea es guiar a todos por la senda de la esperanza, la fortaleza y la solidaridad. Por tanto, debemos hacer que nuestras palabras y acciones sean semejantes a las de Cristo. Debemos ser movidos por motivos altruistas que lleven a la gente a forjar sendas de justicia para sus pies «para que el cojo no sea desviado» de su camino [Heb. 12: 13, RV15]. 2MI 182.2
El Espíritu Santo es el autor de las Escrituras así como del Espíritu de Profecía. Así que tienen que estar libres de alteraciones y tergiversaciones para que no digan lo que los seres humanos desean y expongan ideas y sentimientos humanos, aplicando peligrosas estratagemas humanas. «Y muchos seguirán su libertinaje, y por causa de ellos, el camino de la verdad será blasfemado. Llevados por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas» [2 Pedro 2: 2, 3]. Hemos de permanecer cual vigilantes centinelas, cuidando que no se introduzca ningún principio erróneo.— Carta 92, 1900, p. 3 (a John H. Kellogg, 2 de julio de 1900). 2MI 182.3
El gran apóstol recibió muchas visiones. El Señor le mostró muchas cosas que a ningún ser humano le resulta posible expresar. ¿Por qué no pudo él contarles a los creyentes lo que había visto? Para que no aplicaran mal las grandes verdades presentadas, pues no habrían podido comprenderlas. No obstante, todo lo que le fue mostrado a Pablo sirvió de marco a los mensajes que Dios le dio para que los trasmitiera a las iglesias.— Carta 161, 1903, p. 2 (a Arthur G. Da niells y William W. Prescott, 30 de julio de 1903). 2MI 183.1
Escribo esto porque no me atrevo mantenerlo oculto. Usted se halla muy lejos de estar haciendo la voluntad de Dios, lejos de Jesús, lejos del cielo. No me sorprende que Dios no haya bendecido sus esfuerzos. Usted podría decir «Dios no le ha dado a la hermana White una visión respecto a mi caso, ¿por qué, entonces, me escribe de este modo?». He visto situaciones en que otras personas como usted, están descuidando sus deberes. He visto muchas otras cosas en el caso de usted, relacionadas con experiencias del pasado. Cuando entro a un hogar y observo prácticas que Dios desaprueba y condena, me siento apenada y desconsolada, ya sea que haya visto algún pecado en concreto, o los pecados de alguien que ha descuidado deberes parecidos. Es algo que conozco, por tanto puedo hablar de ello. Me preocupa bastante el asunto. Así que, por amor a Cristo, le digo que se apresure a colocarse en terreno firme y apréstese para la batalla.— Carta 52, 1886, p. 10 (a Augustin C. Bourdeau, 20 de noviembre de 1886). 2MI 183.2
Quizá me censure usted por no haber leído todo lo que me mandó por escrito. No lo leí, ni tampoco leí las cartas que envió el Dr. Kellogg. Tenía un mensaje de fuerte reprensión para la casa editora, y sabía que si yo leía la correspondencia que me habían enviado; más tarde, cuando se enviara el testimonio, usted y el Dr. Kellogg podrían sentirse tentados a pensar: «Nosotros fuimos la fuente de su inspiración”.— Carta 301, 1905, p. 3 (a Frank Belden, 20 de octubre de 1905). 2MI 183.3
Anoche, en una visión lo vi a usted escribiendo. Alguien miró por encima de su hombro y dijo: «Usted, mi amigo, está en peligro”. [...] 2MI 183.4
Permítame contarle algo que vi mientras estaba en Oakland. Algunos ángeles revestidos de hermosos ropajes, como ángeles de luz, estaban escoltando al Dr. Kellogg de un lugar a otro y lo inducían a pronunciar palabras de presuntuosa exaltación de sí mismo que ofendían a Dios. [...] 2MI 184.1
Poco después del Congreso de Oakland, el Señor me presentó en sueños una escena en la que Satanás, muy atractivamente vestido, se encontraba muy cerca, al lado del Dr. Kellogg. Fue mucho lo que vi y escuché. Noche tras noche me desvelé en medio de una gran agitación, mientras ese personaje hablaba con nuestro hermano. [...] En Oakland, colocaron ante mis ojos un extenso documento redactado por abogados, repleto de conceptos legales. Era una copia de las estipulaciones de acuerdo con las cuales el sanatorio había emitido una serie de bonos. Las condiciones de esta emisión de bonos determinaban que el dinero recibido de diferentes partes del país debe permanecer depositado a largo plazo en el sanatorio de Battle Creek.— Carta 220, 1903, pp. 1, 4, 7, 11 (a David Paulson, 14 de octubre de 1903). 2MI 184.2
Se me ha encargado que diga a nuestras iglesias: «Estudien los Testimonios». Han sido escritos para nuestra admonición y advertencia en cuanto a los acontecimientos finales del mundo. Si el pueblo de Dios no hace caso de dichos mensajes que les son enviados vez tras vez, serán culpados por haber rechazado la luz. Renglón tras renglón, precepto tras precepto, un poquito aquí y otro poquito allá; Dios está haciendo llegar instrucciones a su pueblo. Obedezcan esas instrucciones, sigan esa luz. El Señor está disconforme con su pueblo debido a que anteriormente no ha sido atendidas sus instrucciones ni se han seguido sus orientaciones. 2MI 184.3
He estado leyendo el tomo 6 de los Testimonios [para la iglesia], y encuentro en ese folleto enseñanzas que serán de ayuda para enfrentar diversas vicisitudes. ¿Cuántos han leído en dicha obra la sección «La obra evangélica”? Recomiendo que estas instrucciones, advertencias y señalamientos sean leídos a nuestro pueblo en algún momento en que esté reunido. Son muy pocos los miembros de nuestro pueblo que posee estos libros.— Carta 292, 1907, pp. 3, 4 (a James Edson White, 21 de septiembre de 1907). 2MI 184.4
Recibimos muchas cartas de nuestros hermanos y hermanas pidiendo consejos respecto a muy diversas cuestiones. Si estudiaran los Testimonios publicados, encontrarían la luz que necesitan. Motivemos a nuestro pueblo a estudiar estos libros y a que los diseminen. Que sus enseñanzas fortalezcan nuestra fe. 2MI 184.5
Estudiemos con mayor diligencia la Palabra de Dios. La Biblia es muy sencilla y clara para que la entiendan todos los que lo deseen. Demos gracias al Señor por su preciosa Palabra, y por los mensajes de su Espíritu que tanta luz aportan. Me ha sido dicho que, cuanto más estudiemos el Antiguo y el Nuevo Testamento, más cuenta nos iremos dando de que ambos están íntimamente relacionados entre sí, y que recibiremos más evidencias de su inspiración divina. Comprobaremos claramente que tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento tienen el mismo autor. El estudio de estos preciosos tomos nos enseñará cómo edificar caracteres que revelen los atributos de Cristo.— Manuscrito 81, 1908, 7 («Words of Explanation and Warning” [Palabras de aclaración y advertencia], 26 de junio de 1908). 2MI 185.1
Patrimonio White,
16 de febrero de 1962