Manuscritos Inéditos Tomo 2 (Contiene los manuscritos 97-161)
Manuscrito 131—El evangelio y la reforma prosalud
Si la maquinaria viviente se cuidara adecuadamente, los sufrimientos actuales serían mil veces menores. Somos hijos de Dios, así que tenemos que ser aplicados estudiantes de la filosofía de la salud. Si estamos bien, deberíamos aprender a mantenernos saludables estudiando para ello los principios de la reforma prosalud. Los adventistas del séptimo día no deberían practicar los malos hábitos del mundo que destruyen la salud, por muy de moda que estén.— Manuscrito 4, 1905, p. 2 («The Prevention of Consumption” [La prevención de la tisis], 27 de diciembre de 1904). 2MI 173.1
Una gran luz ha estado brillando respecto a la obra médica misionera. Si nuestro pueblo hubiera aceptado dicha luz desde el primer momento en que fue presentada, ¡qué gran cambio se habría visto en las filas de los observadores del sábado! Si no obedecemos esa luz, nuestro candelabro será ciertamente quitado de su lugar [Apoc. 2: 4]. El Señor ha estado retirando su presencia de algunos que han recibido una gran luz y que no han caminado de acuerdo con la misma. 2MI 173.2
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Solicitado por R. F. Waddell para utilizarlo en su tesis sobre medicina preventiva.
La obra médica misionera debe ser para la causa de Dios, igual que un brazo para el cuerpo. [El evangelio y la obra médica misionera deben avanzar juntos]. El evangelio debe estar unido a los principios de la verdadera reforma prosalud. El cristianismo debe ser incorporado a la vida práctica. Es necesario realizar una enérgica y concienzuda obra de reforma. La verdadera religión de la Biblia es realmente un desbordamiento del amor de Dios por la humanidad caída. El pueblo de Dios debe marchar al frente sin desviarse, con el fin de impactar los corazones de aquellos que andan en busca de la verdad y que desean cumplir como es debido con la parte que les corresponde en esta intensamente agitada época. Tenemos la responsabilidad de presentar ante la sociedad los principios de la reforma prosalud, haciendo todo lo que podamos para que hombres y mujeres reconozcan la necesidad de dichos principios y los pongan en práctica.— Manuscrito 78, 1900, 9, 10 («I Know Thy Works” [Conozco tus obras], 19 de diciembre de 1900). 2MI 174.1
Es parte de nuestra tarea como reformadores de la salud, dar a conocer al mundo los principios de la reforma prosalud. La cuestión de la alimentación tiene gran importancia para todos. Me ha sido encomendado que pida a nuestros obreros que ejemplaricen el valor de los principios de la reforma prosalud, ya que esa demostración les permitirá tener una mayor influencia en los demás. En nuestras iglesias se deben impartir cursos sobre los principios de una vida saludable. Necesitamos una fe que obre con eficacia.— Carta 172, 1909, p. 3 (al pastor James Edson White y esposa, 22 de diciembre de 1909). 2MI 174.2
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No diga nada que pueda molestar u ofender. El Señor desea que usted preste atención a todos los rasgos de su carácter. Usted puede ser una bendición comunicando a los demás sus conocimientos de la verdad y de la reforma prosalud, pero no entre en explicaciones detalladas de las funciones corporales, como lo ha hecho a menudo. Aténgase a lo que es necesario que se conozca para conservar la salud, utilizando palabras sencillas que hasta los niños las puedan entender. Ahora bien, los tecnicismos, que un médico debe dominar en su profesión, no interesan a las personas no conocedoras de la materia. 2MI 174.3
El Señor lo ama, y desea que usted lleve a cabo con poder la tarea que se le ha encomendado. Cuando hable con la gente, no intente presentar algo original y nuevo. Presente charlas breves y concretas sobre asuntos prácticos. De esa forma usted podrá alimentar a las almas hambrientas. 2MI 174.4
Me preocupa que, en nuestra edad madura, nosotros que hemos conocido la verdad durante tanto tiempo, no seamos receptivos en lo espiritual y en nuestros métodos de trabajo; para entender las importantes y amplias verdades del mensaje del tercer ángel, para recibir dichas verdades en el amor de Dios, y para que las transmitamos a los demás. 2MI 175.1
Mi hermano, usted no debe pensar que ya es demasiado mayor para educar su voz. Usted habla en un tono muy bajo. Abra su boca y utilice sus músculos abdominales para proyectar el sonido. En estos momentos usted está en muy buenas condiciones para aprender a hablar con claridad y precisión. Cuando hable con los empleados, respire profundamente y haga que el tono de su voz sea regular y enérgico. De esa forma usted tendrá más salud. Su expresión mejorará y sus esfuerzos para ayudar a los demás serán coronados por el éxito. [...] 2MI 175.2
El Señor no se ha olvidado de usted. Él desea que usted crezca en gracia y que aumente su capacidad para ayudar a los demás. Una vez que usted haya captado la atención del auditorio, debe hablar con claridad y concreción, y reducir el tiempo de sus disertaciones a la mitad. 2MI 175.3
No puedo aceptar la idea de que ninguno de nuestros creyentes de más edad pierda su influencia y eficiencia. El Señor desea que usted coopere con él haciendo todo lo que esté a su alcance. Si usted se une voluntariamente con él en esta obra, sus años finales serán los más brillantes y productivos. Aplique los consejos que le he dado. Manténgase del lado de los claros principios de la verdad, y no permita que su su volumen de voz sea tan bajo que quienes lo escuchan apenas puedan captar lo que dice. Usted se beneficiará mucho desde el punto de vista de la salud, si realiza un claro esfuerzo para que su voz se oiga. Mejorar el habla es un mandato de Dios, y eso usted lo puede lograr si lo intenta con determinación.— Carta 11, 1901, pp. 13 (a Merritt G. Kellogg, 21 de enero de 1901). 2MI 175.4
Patrimonio White,
1961
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Mensaje de advertencia respecto a la presentación del mensaje de salud; enviado a un experimentado médico adventista del séptimo día, que promovía el establecimiento de instituciones médicas en Australia. 2MI 175.5