Manuscritos Inéditos Tomo 3 (Contiene los manuscritos 162-209)
El trabajo en las iglesias en 1862
El 7 de noviembre mi esposo y yo salimos de Battle Creek rumbo a Monterey [...]. Nos aventuramos en una fría tormenta de nieve [...]. A mitad del día hizo más calor. Seleccionamos un lugar al lado de la carretera, en el bosque, a modo de hotel, y dimos de comer a los caballos y tomamos nuestro almuerzo. 3MI 125.4
Llegamos a casa del hermano Day —ochenta kilómetros— poco después de la puesta de sol. Estábamos muy cansados, con dolor de garganta y pulmones doloridos. A la mañana siguiente intenté orar, pero pensé que debería parar para toser, pero, alabado sea el Señor, me ayudó cuando más lo necesitaba [...]. Fui muy bendecida por Dios y no sentí más problemas con pulmones débiles en el viaje [...]. 3MI 125.5
Las reuniones celebradas en Monterey para los niños fueron, creo, las mejores [...] de cualesquiera a las que hayamos asistido [...]. Todos empezaron a buscar al Señor y a preguntar: ¿Qué haré para ser salvo? Todos los que querían ser cristianos fueron invitados a ocupar los asientos delanteros, que se había solicitado que quedaran vacíos. Ahí había una cruz para los jóvenes. Sabíamos que si podían dar este primer paso, obtendrían fuerza para dar el siguiente [...]. 3MI 125.6
Uno tras otro pasaron delante hasta que casi todos los alumnos de la Escuela Sabática que tenían edad suficiente para saber lo que era el pecado hubieron llenado los asientos vacíos [...]. Teníamos ganas de tomar a estos queridos niños en los brazos de nuestra fe y ponerlos a los pies de Jesús [...]. Sabíamos que el Señor trabajaba para que lleváramos a estos queridos pequeños a su redil [...]. 3MI 126.1
Estos niños deseaban ser bautizados. Cada uno se puso de pie y con lágrimas y sollozos dieron su entrecortado testimonio de que deseaban ser cristianos y vencer las tentaciones del enemigo y al fin estar de pie sobre el monte Sion. Creo que los ángeles de Dios llevaron al cielo estos breves y entrecortados testimonios y que quedaron anotados en el libro de memoria de Dios [...]. 3MI 126.2
El martes diez muchachas se juntaron en el agua para ser bautizadas [...]. 3MI 126.3
Empatizamos profundamente con una niña encantadora Ella decidió bautizarse. Acudió con sus compañeras al agua, pero su dificultad reapareció. No podía contemplar el agua ni pudo ver el bautismo de ninguna de sus amigas. Todas habían sido bautizadas, salvo ella, y no era posible convencerla de que entrara en el agua. Nos pareció que Satanás se oponía a la buena obra, él deseaba estorbarla, pero que ella debía seguir adelante [...]. 3MI 126.4
Le puse la túnica y la insté a entrar al agua. Vaciló. Elevamos con fe la mirada a Dios. Mi esposo a un lado y yo al otro, y su padre suplicándole, intentamos alentarla todo el tiempo, pero su peculiar pavor al agua la hacía retroceder. La convencimos de que avanzara hasta la orilla del agua y de que se mojara las manos y la cabeza. Accedió [...]. Tenía la cabeza y las manos mojadas, y entonces avanzó mientras el pastor repitió varias veces estas palabras: «En el nombre del Señor, avanza”. Con calma entró en el agua y fue sepultada a semejanza de la muerte de Cristo. Con calma salió del agua [...]. Todos nos regocijamos de no haber consentido en desprendernos de la niña [...]. A la mañana siguiente vino a la casa del hermano Day, donde estábamos alojados [...]. Ella expresó su gozo de que no la hubiéramos dejado a sus temores [...]. Nos regocijamos con ella de haber obtenido una victoria tan valiosa. 3MI 126.5
Al día siguiente |...] cinco varones jóvenes expresaron su deseo de ser bautizados. Fue un espectáculo interesante ver a aquellos jóvenes, todos aproximadamente de la misma edad y la misma altura, de pie unos junto a otros profesando su fe en Cristo [...]. 3MI 126.6
Después del bautismo nos preparamos para transitar ocho kilómetros por una mala carretera. Los recorrí con mucho temor, porque estaba muy oscuro y no sabíamos cómo evitar los atolladeros, y casi volcamos. La reunión fue provechosa en la pequeña iglesia de Allegan [...). 3MI 127.1
Viajamos por carreteras llenas de baches y de lodo, y aunque decidí andar de tres a cinco kilómetros por caminos de troncos llenos de baches, me sentí agradecida a Dios por la salud y la fuerza que me había dado desde que salí de mi casa. Nuestras reuniones en Wright fueron bendecidas por Dios [...]. 3MI 127.2
Nuestras reuniones continuaron el lunes, el martes y el miércoles. La tarde del miércoles fueron bautizadas once personas. Nueve de las once eran jóvenes [...]. 3MI 127.3
El jueves de tarde viajamos por cruces de caminos, barro, fangales y caminos de troncos. De nuevo fui a pie parte del camino porque las carreteras eran malísimas. Viajamos todo el viernes para llegar a Greenville. Llegamos allí antes de la puesta de sol [...]. En Orleans nos alojamos en casa del hermano King [...]. Nos alegró ver a los tres hijos del hermano King tomar la cruz y expresar su decisión de ser cristianos [...]. 3MI 127.4
A la mañana siguiente , temprano, nos separamos de nuestros queridos amigos y viajamos rumbo a casa. El Señor nos trajo sin percances a nosotros y a nuestros hijos a nuestro propio hogar [en Battle Creek] después de un viaje de dos días.— Manuscrito 9, 1862. 3MI 127.5