Manuscritos Inéditos Tomo 3 (Contiene los manuscritos 162-209)

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Manuscrito 206 - Material variado

El padre, el hermano Pocock, es carrocero de profesión, y también carpintero, pero, desgraciadamente, lo echaron del trabajo, y la observancia del sábado lo ha mantenido sin trabajo. De aspecto, es un caballero refinado, pero lleva varios años viviendo con su familia en la ladera de una montaña a tres kilómetros del vecino más cercano. Tuvo que llevar sobre su espalda, montaña arriba, el material del que está construida su casa. El terreno está cubierto de rocas, por lo que no puede ser cultivado. 3MI 337.1

Sabíamos que el hermano Pocock estaba sin trabajo, y lo mandamos a buscar para que viniera a pintar el edificio de la escuela. El domingo pasado hizo una semana desde su llegada, pero cuando supimos por el hermano Starr y su esposa la situación de su familia, su profunda pobreza y su falta de comida nutritiva, le aconsejamos que volviera y trajera su familia a Cooranbong. 3MI 337.2

El hermano Pocock ha sido el medio para traer a tres familias a la verdad. El hermano Starr fue enviado a bautizar a estas personas, y por este medio supimos de la necesidad del hermano Pocock. Pedimos dinero fiado y se lo prestamos a él para permitirle traer a su familia, y le dijimos que se olvidara de su chabola. Debe venir. Llegó ayer. Habíamos apalabrado para ellos una casa con dos habitaciones pequeñas con el Sr. Hughes, el cual dijo que no les cobraría ningún alquiler. Ahora están instalados donde estarán cómodos. No queremos verlos padecer privaciones. Todos se alegraron de llegar aquí [...]. Ahora haremos cuanto esté en nuestra mano para conseguirles un pequeño hogar en el terreno de la escuela, y los ayudaremos dándole trabajo a él. Domina dos buenos oficios, y podrá soportar ampliamente a su familia. La experiencia de ellos, ciertamente, ha sido difícil, pero nunca han murmurado, jamás se han quejado. Si nos hubieran dicho algo de su situación, los habríamos instado a dejar aquel lugar hace tres años.— Carta 63, 1899, pp. 1, 2 (al hermano John Wessels y su esposa, 4 de abril de 1899). 3MI 338.1

El sábado 8 de noviembre de 1851 los hermanos predicaron. Jaime habló dos veces basándose en la Palabra; el hermano Holt, una. Fue un momento muy interesante. La verdad nunca pareció tan evidente y clara. Hubo cien personas presentes. Fue un momento precioso, alabado sea el Señor. 3MI 338.2

El domingo 9 de noviembre el hermano Holt predicó antes del mediodía y Jaime por la tarde. En la reunión de la mañana, antes de que comenzara a predicar el hermano Holt, la hermana E. P. Butler, que vino a la reunión y estaba obligada a guardar cama casi de continuo, confesó en la reunión que había actuado mal. Después el hermano Butler habló muy bien; hubo una confesión general con llanto. 3MI 338.3

Entonces me levanté y relaté mi visión sobre los hermanos Baker, Hart y otros. Nunca la tuve de manera más clara. Dije al hermano Baker que el que él fuera a las iglesias a proclamar el mensaje del tercer ángel había sido un error completo, pues tuvo que diluir el mensaje, o no habría podido entrar en las iglesias, y que había estado quitando el pan de los hijos y dándoselo a los perros. Le conté exactamente cómo se me mostró su caso, y también les dije a todos que los mensajeros de Dios deberían estar perfectamente unidos en sus puntos de vista de la verdad bíblica y deberían consultarse mutuamente, y no deberían promover ningún punto de vista nuevo hasta que primero acudieran a los mensajeros y examinaran esas opiniones con la Biblia, y si eran correctas dejar que todos los mensajeros las difundan, y si eran erróneas, ponerlas a un lado. Entonces la semilla del evangelio seria sembrada en unión y se levantaría con fuerza; y todos los mensajeros, en el Este y el Oeste, el Norte y el Sur, contarían la misma historia. 3MI 338.4

Después de que yo acabara de hablar, era momento de que comenzara la predicación, así que nadie hizo ninguna observación. Por la tarde, después de que hablara Jaime, el hermano Baker se levantó; nadie sabía lo que estaba a punto de decir. Les dijo que cada palabra de la visión relatada antes del mediodía con respecto a él era verdad: exactamente, tal como eran las cosas. (Vi en visión que el hermano Baker no había tenido ningún sentimiento de amargura hacia nosotros, como otros). Se refirió a esto en particular: él sabía que era exactamente así. «Ahora bien», dice él, «dirán ustedes: “¿Qué va a hacer el hermano Baker con las visiones?”. Yo se lo diré a ustedes. Es hora de que yo decida que no hay medias tintas en este asunto; las visiones son todas de Dios, o ninguna de ellas es de Dios. “Bien”, dicen ustedes, “Qué va a hacer el hermano Baker?”. Creer las visiones. Veo que están inseparablemente conectadas con el mensaje del tercer ángel, y si abandono las visiones debo abandonar el mensaje del tercer ángel; y si abandono el mensaje del tercer ángel, abandono lo que hemos tenido: el primero y el segundo; y si abandono lo que hemos tenido —los mensajes de los ángeles primero, segundo y tercero—, abandono la palabra de Dios, mi experiencia cristiana y soy de inmediato un infiel”. 3MI 339.1

Nunca presencié con anterioridad tal momento de ternura y llanto. El hermano Butler había adoptado su postura el día anterior y dijo en público a los hermanos y las hermanas dónde encontrarlo: del lado de las visiones. «Creo que son de Dios. Soy creyente convencido en las visiones, así que ustedes pueden saber dónde encontrarme». Otros expresaron sus respectivas creencias, y el hermano Hart y otros hicieron confesiones sinceras. Nunca presencié un momento tan poderoso [...]. Nos despedimos de los hermanos y las hermanas, prevaleciendo entre todos un amor y una unión preciosos.— Carta 8, 1851, pp. 4, 5 (al hermano Howland y su esposa, 12 de noviembre de 1851). 3MI 339.2

Si Satanás puede trabajar por convertir toda la corriente de las aguas de la vida en los canales más contaminados, es la obra misma en que lo regocijaría ver ocupado a todo el pueblo adventista del séptimo día. Desea que agotemos de esta manera todos los recursos disponibles, para que no quede nada para sostener las misiones extranjeras. Pero Dios quiere que su obra vaya de la forma misma que él ha ordenado que vaya. No ha inaugurado un nuevo plan o método para salvar al mundo [...]. 3MI 339.3

Procuren salvar al Dr. Kellogg de sí mismo. No está atendiendo el consejo que debería atender. No está satisfecho, porque el Señor ha indicado que la obra misionera no consiste únicamente en la labor en los barrios bajos de Chicago. Esa obra, que se piensa que es lo grande e importante que hay que hacer, es una obra muy defectuosa y cara. Ha absorbido los recursos y ha privado a nuestros campos misioneros extranjeros, que están en la miseria, de la ayuda que Dios se propuso que tuvieran. El uso de recursos en lo que se denomina obra médica misionera necesita la investigación más cabal. Se han consumido y seguirán consumiéndose recursos en una obra que no es la mayor ni la más importante que ha de hacerse en nuestro mundo. Dios llama a su iglesia que conoce la verdad a que se levante y resplandezca; porque su luz ha venido, y la gloria del Señor ha nacido sobre ella. 3MI 340.1

El Señor ha indicado que el trabajo misionero restaurador de la salud nunca se separará del ministerio de la palabra. El Señor Jesús nos ha mostrado en su propio ejemplo la forma en la que ha de hacerse su obra en la restauración de la humanidad sufriente [...]. 3MI 340.2

Donativos grandes y abundantes han llegado a las manos del Dr. Kellogg. Estos no deberían haberse consumido en hacer lo que el mundo habría hecho en gran medida, pero el mundo no hará la obra que Dios ha encomendado a su pueblo. Requiere que estemos bien despiertos para preparar el camino para la segunda venida de Cristo. Esta obra está incluida en el encargo que Cristo dio a sus discípulos. Nos manda: «¡Alza tu voz como una trompeta! ¡Anuncia a mi pueblo su rebelión y a la casa de Jacob su pecado!” [Isa. 58: 1].— Carta 3, 1900, pp. 2-5 (al pastor G. A. Irwin y su esposa, 1 de enero de 1900). 3MI 340.3