Manuscritos Inéditos Tomo 3 (Contiene los manuscritos 162-209)

70/80

Manuscrito 203 - Material para la Semana de Énfasis en el Espíritu de Profecía en escuelas adventistas del séptimo día

Tema general: «Elena G. de White y la obra mundial»

Día uno: El viaje propuesto a través de las llanuras y la travesía del océano hasta el Viejo Mundo eran, para mí, un asunto pavoroso, pero era voluntad de la Asociación General que visitara Europa.— Manuscrito 16, 1885, p. 3 (diario, 7-12 de julio de 1885). 3MI 315.1

Día dos: No podía hallarse sitio para que todos los que entraran se quedaran aunque sea de pie. La gente llenaba el pasillo y flanqueaba la puerta. Escuchaba con el más profundo interés. La sala estaba tan densamente atestada que una mujer se desmayó [...]. Las habitaciones de los lugares de reunión no son saludables ni seguras.— Manuscrito 26, 1885, p. 7 (primera visita a Suecia, diario, 15 a 30 de octubre de 1885). 3MI 316.1

Día tres: Por la tarde hubo una reunión de oración y testimonios [...]. Casi todos los presentes participaron [...]. 3MI 316.2

23 de mayo de 1886. Después de la comida recorrimos unos dieciséis kilómetros para visitar un viejo convento de casi doscientos años de antigüedad. De camino, empezaron a juntarse las nubes, fulguraban los rayos y retumbaban los truenos, y pronto sobrevino una violenta granizada, siendo algunos granos del tamaño de pacanas. El ganado, las vacas y los caballos corrían desbocados como locos. 3MI 316.3

Subimos la capota de nuestro carruaje, nos pusimos los mantos y nos sentíamos muy cómodas, pero el caballo tiraba del pesado carruaje subiendo el terreno empinado y avanzaba lentamente. El hermano Oscar Roth guiaba. Llamó a voces a los hombres de una casa de labranza, los cuales abrieron de par en par las puertas de su granero, y entramos, el caballo y el carruaje. Estuvimos agradecidos de encontrar un refugio. 3MI 316.4

Un hombre y su hermana vivían en la casa adjunta a este granero —porque generalmente el granero es la mitad de la casa—. La mitad menor es la parte habitable para la familia. Estos dos, hermano y hermana, son católicos convencidos y están dedicados a la religión católica, pero nos trataron con la mayor cortesía. Querían ponernos café o té, o servirnos tarta y vino, pero declinamos todo esto. Nos instaron a entrar en las habitaciones de la familia, pero yo podía seguir sentada en el carruaje y mirar al exterior por las grandes puertas abiertas y ver la granizada, y no quise entrar en la casa, donde quedaría privada de esta vista [...]. Juntamos puñados de granizo y los comimos. 3MI 316.5

El dueño de la casa quitó los arreos al caballo y lo puso en el establo y le dio a comer cereal. Conocía bien a Oscar Roth [...]. Consideramos que esta es una pequeña experiencia interesante 3MI 316.6

Una vez que cesó la lluvia, proseguimos nuestro viaje. Nos libramos del polvo y todo en la naturaleza parecía fresco y sonriente. Nos encontrábamos a gran altura y el paisaje en los pinares de verdor oscuro, entremezclados con el verde brillante y vivo del arce y el fresno de las laderas de los montes, creaba una imagen en la naturaleza a la que de ninguna manera puede aproximarse un diestro esbozo artístico a carboncillo.— Manuscrito 64, 1886, pp. 5, 6 («Labores en Suiza”, nº 5, diario, 30 de abril a 23 de mayo de 1886). 3MI 316.7

Hablé en la capilla nacional. El pastor nacional inició la reunión con oración y canto. Hablé durante casi dos horas con mucha facilidad de palabra y mientras la gente escuchaba con la mayor atención. No había nadie que estuviera dormido o se sintiera incómodo.— Manuscrito 29, 1887, p. 3 («Labores en Suiza», nº 8, diario, 1 de enero a 15 de mayo de 1887). 3MI 317.1

Día cuatro : Poco me imaginaba yo que alguna vez sería una misionera pionera en el extranjero [...]. Pero cuando llegó el llamamiento para ir a Europa, yo acepté. Después, cuando se nos recomendó que fuéramos a Australia, fui, a pesar de que ya tenía más de sesenta años de edad. Durante diez años trabajé en ese territorio antes de volver a Estados Unidos. El 26 de noviembre [de 1902] cumpliré 75 años; y, no obstante, el espíritu misionero está dentro de mí, y tengo la sensación [...] de que podría ir a los confines de la tierra si tan solo pudiera llevar a las almas a un conocimiento de la verdad para esta época. 3MI 317.2

Cuando fuimos a Australia, encontramos allí un grupito de obreros haciendo lo que podían; pero necesitan de mucha ayuda. Nos unimos a ellos en el trabajo que habían iniciado, y durante nuestra estancia en ese país se constituyeron unas quince iglesias y se construyeron quince salones de reuniones; se fundó una escuela; y se dio inicio a la obra médica misionera, abriéndose pequeñas instituciones en varios lugares [...]. 3MI 317.3

Contribuimos a fundar a una escuela desde los cimientos, yendo a los bosques de eucalipto y acampando allí mientras los árboles eran talados, se despejaban los terrenos y se erigían los edificios de la escuela.— Manuscrito 126, 1902, pp. 12, 13 (sermón misionero, Fresno, California, Campamento, 11 de octubre de 1902). 3MI 317.4

Cuando me fui de Australia, de verdad pensaba que podría volver en dos años [...]. Si el Señor me descargara de mi trabajo en Estados Unidos, no conozco ningún lugar en el que me apeteciese estar más que en Cooranbong [...]. No conozco ningún lugar en la tierra tan querido para mí como Avondale, donde libramos tantas batallas y obtuvimos tantas victorias.— Carta 113, 1902, pp. 7, 8, 11 (a G. A. Irwin, 15 de junio de 1902). 3MI 317.5

De forma elegante y vacilante, dijeron: «Supongo que usted no tendrá fuerzas para hablamos esta noche, ¿verdad?». Dije: «Si lo desean, hablaré para ustedes, porque el barco no zarpa del puerto hasta las dos de la madrugada” [...]. 3MI 318.1

Encontramos una buena congregación en la Iglesia Adventista del Séptimo Día de este lugar. Les hablé del amor de Jesús [...]. Los padres y las madres trajeron a sus hijos y me los presentaron, y yo hablé con cada uno, hasta con el más pequeño entre ellos. Luego tomamos el tranvía y nos pusimos en camino hacia el barco [...]. Cuando los dejábamos, los hermanos dijeron: «Dennos más trabajo lo antes posible [...]. Envíennos un predicador» [...]. 3MI 318.2

El Señor sabe que no cruzamos el gran océano para ver el país, ni para distraemos. Jesús me dará fuerza para todo lo que requiera que yo haga.— Carta 32a, 1891, pp. 7-9 (al Sr. J. E. White y su esposa, 7 de diciembre de 1891). 3MI 318.3

No entiendo por qué estoy aquí tumbada incapaz de trabajar para el Señor; pero Dios comprende, y eso me basta.— Manuscrito 31, 1892, p. 1 (fragmento del diario, abril de 1892). 3MI 318.4

El Señor es bueno, y se acerca a mí cuando elevo a él mi corazón en oración [...]. 3MI 318.5

Tengo un anhelante deseo de estar bien para poder proclamar la verdad en este país [...]. Procuro no estar preocupada ni sentirme inquieta ni insatisfecha.— Manuscrito 32, 1892, p. 2 (diario, 9-22 de mayo de 1892). 3MI 318.6

Mi mano derecha no está enferma. Desde el codo de mi brazo derecho, puedo usar la mano y el antebrazo [...]. Tengo un armazón que está adaptado a la posición de mi cuerpo, para que pueda usar mi pluma. Puedo hacer que me lleven la mecedora de la habitación al salón. Mis hermanos vinieron a [...] presentarme cosas especiales para que decidiera por ellos en asuntos de iglesia. Todos pueden arrodillarse, salvo yo.— Manuscrito 30, 1892, pp. 1, 2 (fragmento del diario, 1 de marzo de 1892). 3MI 318.7

Hago cuanto puedo, y el Señor me ayuda [...]. Me parece una realidad que su presencia está conmigo y que él bendice mis palabras cuando las pronuncio [...]. La verdad nunca ha estado impresa con más claridad en mi mente que durante esta enfermedad, y alabo al Señor por tener voz para expresar las palabras que él me da.— Manuscrito 29, 1892, pp. 1, 2 (diario, 13-29 de febrero de 1892. Preston, Melbourne, Victoria). 3MI 318.8

Ahora puedo arrodillarme [...]. Durante más de un año fui incapaz de doblar las rodillas para arrodillarme, pero mi salud está mejorando continuamente, por lo cual alabo al Señor, que es tan bueno conmigo.— Manuscrito 84, 1893, p. 2 (diario, 15-23 de agosto, 1893, «Labores en Hastings y Napier», Nueva Zelanda). 3MI 319.1

Hoy fuimos a las colinas, llevando con nosotros el almuerzo. Todo estaba recubierto de un verde vivo, y era muy bonito de contemplar [...]. A mediodía tomamos nuestro almuerzo bajo un árbol grande y de gran copa, y luego volvimos a casa.— Manuscrito 37, 1892, p. 7 (diario, 1-30 de octubre de 1892, Adelaida, Australia Meridional). 3MI 319.2

Y hablé durante aproximadamente media hora. Había presentes varios no creyentes, y parecieron muy interesados.— Manuscrito 38, 1892, p. 3 (diario, 3-30 de noviembre de 1892). 3MI 319.3

Hemos visto la construcción de templos, y en cada uno de ellos tengo una inversión desde 30 dólares hasta más de 100 dólares [...]. 3MI 319.4

Los candidatos fueron sumergidos en un río que discurría atravesando un bonito prado verde de terreno ondulado, salpicado con grupos de árboles. Salieron unas doscientas personas a presenciar el bautismo y, además de estas, había por lo menos cien en la orilla opuesta del río. Pusieron un órgano debajo de un grupo de árboles cerca del río, y los cánticos fueron excelentes [...]. Siete preciosas almas fueron enterradas con nuestro Señor en el bautismo [...]. La semana pasada recibí una carta que me pedía que volviera a Mait- land. Hay ocho más para ser bautizados.— Carta 15, 1900, pp. 2-4 (al hermano George Lay, 1 de febrero de 1900). 3MI 319.5

Las dos chicas de la familia Scobie pasaron al frente sin inmutarse. La madre, cuando vio presentes a tantos de sus conocidos, tembló un poco, pero cuando empezaron los aullidos del gentío, se volvió tan firme como una roca, contenta de identificarse con el pueblo de Dios observador de los mandamientos [...]. 3MI 319.6

La noche que siguió a esta manifestación, salió un gran número de personas a la reunión en la carpa. Hace seis meses no había ni un observador del sábado en Maitland. Ahora esperamos que se levante una gran iglesia.— Carta 32, 1900 pp. 4, 5 (a «Queridos hijos, Edson y Emma White”, mecanografiado el 27 de febrero de 1900). 3MI 319.7

Separarme de ella parece como desgarrarme en pedazos [...]. No escatimamos esfuerzos por ganar almas para la verdad [...]. La palabra del Señor vino constantemente a mí: «Avanza. Anexiónate nuevo territorio. Forma grupos de creyentes; construye casas de adoración [...]. Habla la verdad con fervor”. Llevamos nueve años haciendo este trabajo.— Manuscrito 96, 1900, pp. 1, 7, 8 (diario, 29 de agosto y septiembre de 1900, volviendo de Australia a Estados Unidos). 3MI 319.8

En mi última visión se me mostró que [...] la labor misionera debe extenderse. Se me mostró también que se publicaría una revista en la costa del Pacífico, y que a no mucho tardar debe establecerse allí una editorial. Este será un punto fuerte de la obra. Los brillantes rayos que Dios nos ha dado saldrán de ella a todas partes de nuestro mundo [...]. El comienzo será pequeño, pero la obra avanzará y se extenderá [...]. Nuestro mensaje ha de ir con poder a todas partes del mundo —a Oregón, Inglaterra, Australia, a las islas del mar, a todas las naciones, lenguas y pueblos—. Muchos países aguardan la luz avanzada que el Señor tiene para ellos, y la fe de ustedes debe acrecentarse [...]. Vayan adelante y hacia arriba; Dios obrará según la fe y la devoción de ustedes para el avance de su causa.— Manuscrito 1, 1874, pp. 16, 17 («Trabajo en las ciudades”, 1 de abril de 1874). 3MI 320.1