Manuscritos Inéditos Tomo 3 (Contiene los manuscritos 162-209)
Manuscrito 180 - Material solicitado para ser usado en una tesis sobre evangelización adventista del séptimo día (1901 -1940)
Han de oírse voces en cada ciudad proclamando el último mensaje de misericordia al mundo.— Carta 416, 1907, p. 5 (a A. G. Daniells, 30 de diciembre de 1907). 3MI 191.1
Hay una gran obra que hacer en las ciudades y los pueblos que no se está haciendo.— Carta 316, 1908, p. 1 (a A. G. Daniells y a los oficialmente relacionados con él, 25 de octubre de 1908). 3MI 191.2
Para la conducción de los asuntos en los varios centros de nuestra obra, debemos tratar, tanto como sea posible, de encontrar hombres consagrados que hayan sido preparados en las ramas comerciales. Debemos cuidar, en estos centros de influencia, de no atar a hombres que podrían hacer una obra más importante en la plataforma pública, presentando delante de los incrédulos las verdades de la Palabra de Dios. 3MI 191.3
Cuando pienso en las muchas ciudades que aún no han recibido la advertencia, no puede descansar. Es angustioso pensar que lleven tanto tiempo descuidadas [...]. 3MI 192.1
Se ha hecho algo en Washington y en otras ciudades del Sur y el Este; pero para alcanzar la mente del Señor tendremos que planear la realización de un trabajo trascendental y sistemático. Debemos acometer esta obra con una perseverancia que no permita ninguna negligencia en nuestro empeño hasta que veamos la salvación de nuestro Dios. Esto nos dará confianza para seguir la obra en otros lugares. 3MI 192.2
Todas estas ciudades del Este en las que los mensajes de los ángeles primero y segundo fueron proclamadas con poder, y en las que el mensaje del tercer ángel fue predicado en los primeros días de nues- tra historia como un pueblo separado peculiar, deben ser trabajadas ahora de nuevo. Ahí está Portland, Maine; ahí están Boston y todas las muchas ciudades que la rodean; ahí están Nueva York y las populosas ciudades cercanas; ahí están Filadelfia, Baltimore y Washington. No es preciso que enumere todos estos lugares; ustedes saben dónde están. El Señor desea que proclamemos el mensaje del tercer ángel con poder en estas ciudades [...]. 3MI 192.3
¡Ay, si pudiéramos ver las necesidades de estas grandes ciudades como Dios las ve! Debemos hacer planes para colocar en esas urbes a hombres capaces que puedan presentar el mensaje del tercer ángel de una manera tan poderosa que conmueva el corazón. No podemos contentamos con reunir a los hombres que son capaces de realizar esto en un solo lugar, para que hagan la obra que otros debieran hacer [...]. 3MI 192.4
Hay una gran obra que hay que hacer aquí en la ciudad de Washington que aún está por hacer. Hay una gran obra que hacer en el Sur, y en el Este; y nuestra Asociación General ha de hacer su parte en proporcionar los hombres que salgan a estos campos [...]. Y cuando hombres y mujeres sean llevados a la verdad en las ciudades, los recursos empezarán a entrar. Con tanta certeza como que se convertirán almas honestas, sus medios serán consagrados al servicio del Señor y veremos un aumento en nuestros recursos. 3MI 192.5
Pregunta de G. A. Irwin, vicepresidente de la División de Norteamé- rica: En todo lo que usted ha dicho en cuanto al trabajo del pastor Prescott, ¿quiere decir que debe seguir siendo editor del periódico y también salir a predicar en las ciudades ocasionalmente? 3MI 193.1
Elena G. de White: No, no; debe entregarse a la obra del ministerio. Su fuerza no debería dividirse. Ha de entregarse a la obra de evangelización; porque allí donde no hay talento alguno en la actua- lidad, se necesita el mismo talento que, si no, usaría para contribuir a llevar la obra adelante en este centro de Washington. En lugares a los que pueda ir, la obra tendrá que edificarse sólidamente en frentes diversos. Habrá llamamientos especiales para que se distribuyan entre la gente publicaciones especiales. 3MI 193.2
Al abordar este problema, recordemos que el Señor no ve como ve el hombre. Contempla el terrible descuido de las ciudades. No quiero repetir lo que he dicho sobre este descuido. No es en absoluto plan de Dios que estas ciudades queden sin recibir una advertencia, sin trabajar. Ello es consecuencia de los planes del hombre. Hay un mundo por salvar.— Manuscrito 53, 1909, pp. 2, 3, 6, 8, 9 («Proclamación del mensaje del tercer ángel en ciudades nacionales y extranjeras”, 11 de junio de 1909). 3MI 193.3
Dios tiene una obra para ser hecha por el hermano Prescott de llevar la luz de la verdad presente a los que no la han visto. No es sabio que se quede continuamente en Washington. Tiene capacidad especial para impartir la obra de Dios a la gente [...]. No está donde el Señor querría que estuviera. Sería receptor de mucha mayor fuerza espiritual si pasara gran parte del tiempo fuera, extramuros, procurando llevar almas a la luz de la verdad. 3MI 193.4
Hermano Prescott, se necesita su capacidad pastoral en la obra que Dios requiere que se haga en las ciudades. Estas ciudades no han de quedar sin instrucción ni advertencia. Abra usted los ojos para ver la obra que ha de ser hecha en la siembra de las semillas de la verdad en nuevos lugares.— Manuscrito 41, 1909, pp. 1, 2 («Mensaje a hombres responsables y miembros de iglesia». Mecanografiado el 3 de junio de 1909). 3MI 193.5
Por la mañana del día que salimos de Washington (11 de junio), asistí a una reunión celebrada en el edificio del seminario, y dirigí a los hermanos congregados unas palabras muy claras relativas a las zonas sin recursos, y sobre la gran obra que debe hacerse en muchos lugares. Los insté a no retener a los pastores en Takoma Park, porque hay un trabajo por hacer en todas nuestras ciudades que no han oído la verdad del mensaje del tercer ángel. A algunos no les hizo ni pizca de gracia la idea de perder al pastor Prescott, pero les hablé con claridad.— Carta 98, 1909, pp. 1, 2 (al pastor J. E. White, 16 de junio de 1909). 3MI 193.6
Me alegra mucho oír que usted ha logrado entender por sí mismo la condición de las ciudades en las que no se ha trabajado [...]. Si esta obra se hubiera acometido hace años, mucha gente habría sido traída al conocimiento de la verdad [...]. Lo digo muy en serio, y, oh, le suplico que aliente a nuestro pueblo a redimir el tiempo.— Carta 84, 1910, pp. 1, 2 (al pastor A. G. Daniells, 26 de julio de 1910). 3MI 194.1
He recibido las cartas de usted relativas al concilio celebrado en Nueva York y el empeño que se está poniendo en pro de las multitudes en las grandes ciudades [...]. La posición que usted ha adoptado es acorde con el plan del Señor, y ahora yo lo animaría con las palabras: Prosiga como ha empezado, usando su posición de influencia como presidente de la Asociación General para el avance de la obra que se nos llama a hacer [...]. 3MI 194.2
Con plena confianza, ahora puedo esforzarme junto con usted para la ejecución de la obra que reposa sobre nosotros. El Señor en su misericordia perdonará el fracaso del pasado. Él será su ayudador. Él le dará su gracia sustentadora y tiraremos [de la cuerda] con usted y le brindaremos toda la ayuda que podamos para usar su posición de influencia como presidente de la Asociación, y para actuar sabiamente en la capacitación de otros para trabajar en las ciudades [...]. 3MI 194.3
Estoy muy agradecida de que usted nos haya escrito de qué modo se ha entregado a esta obra. Los ángeles de Dios estarán con usted, y usted puede usar toda la influencia que su cargo de presiente de la Asociación le ha dado, para alentar a otros a acometer el mismo trabajo [...]. 3MI 194.4
En conclusión, diré: Redima el tiempo perdido de los nueve pasados años siguiendo adelante ahora con la obra en nuestras ciudades, y el Señor lo bendecirá y lo sostendrá a usted.— Carta 68, 1910, pp. 1, 2 (a A. G. Daniells, 11 de agosto de 1910). 3MI 194.5
Patrimonio White,
noviembre de 1965