El Camino A Cristo
Capítulo 13 - La Fuente De Regocijo Y Felicidad
LOS HIJOS DE DIOS están llamados a ser re presentantes de Cristo y a mostrar siempre la bondad y la misericordia del Señor. Así como Jesús nos reveló el verdadero carácter del Padre, así tenemos que revelar a Cristo a un mundo que no conoce su amor tierno y compasivo. Jesús dijo: “Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo... Yo en ellos, y tú en mí... para que el mundo conozca que tú me enviaste”. 1 El apóstol Pablo dice a los discípulos de Jesús: “Es evidente que ustedes son una carta de Cristo”, “conocida y leída por todos”. 2 En cada uno de sus hijos, Jesús envía una carta al mundo. Si eres seguidor de Cristo, él envía en ti una carta a la familia, al pueblo, a la calle donde vives. Jesús, morando en ti, desea hablar a los corazones de quienes no lo conocen. Tal vez no leen la Biblia o no oyen la voz que les habla en sus páginas; no ven el amor de Dios en sus obras. Pero si eres un verdadero representante de Jesús, puede ser que gracias a ti sean inducidos a entender algo de su bondad y sean ganados para amarlo y servirlo. CC 116.1
Los cristianos son colocados como portaluces en el camino al cielo. Tienen que reflejar sobre el mundo la luz de Cristo que brilla sobre ellos. Su vida y su carácter deben ser tales que por ellos adquieran otros una idea justa de Cristo y de su servicio. CC 117.1
Si representamos verdaderamente a Cristo, haremos que su servicio parezca atractivo, como lo es en realidad. Los cristianos que llenan su alma de amargura y tristeza, murmuraciones y quejas, están dando a otros una falsa representación de Dios y de la vida cristiana. Dan la impresión de que Dios no se complace en que sus hijos sean felices, y en esto dan un falso testimonio contra nuestro Padre celestial. CC 117.2
Satanás está exultante cuando puede inducir a los hijos de Dios a la incredulidad y el desaliento. Se regocija cuando nos ve desconfiar de Dios, dudando de su buena voluntad y de su poder para salvamos. Le agrada hacemos sentir que el Señor nos hará daño por medio de sus providencias. Es la obra de Satanás representar al Señor como falto de compasión y piedad. Tergiversa la verdad respecto a él. Llena la imaginación de ideas falsas concernientes a Dios; y en vez de espaciamos en la verdad con respecto a nuestro Padre celestial, muchísimas veces fijamos la mente en las falsas representaciones de Satanás y deshonramos a Dios desconfiando de él y murmurando contra él. Satanás siempre procura hacer la vida religiosa una vida de tristezas. Desea hacerla aparecer penosa y difícil; y cuando el cristiano presenta en su propia vida este panorama de la religión, está, por su incredulidad, secundando la falsedad de Satanás. CC 117.3
Muchos, al recorrer el camino de la vida, se espacian en sus errores, fracasos y desengaños, y su corazón se llena de dolor y desaliento. Mientras yo estaba en Europa, una hermana que había estado haciendo esto y que se hallaba profundamente apenada, me escribió pidiéndome algunas palabras de ánimo. La noche que siguió a la lectura de su carta soñé que yo estaba en un jardín y que alguien, al parecer el dueño, me conducía por los senderos del jardín. Yo estaba recogiendo flores y gozando de su fragancia cuando esta hermana, que había estado caminando a mi lado, me llamó la atención a algunos feos zarzales que le estorbaban el paso. Allí estaba, lamentándose y afligiéndOseas No caminaba por el camino siguiendo al guía, sino que transitaba entre las espinas y los abrojos. “¡Oh! -se quejaba-, ¿no es una lástima que este hermoso jardín esté echado a perder con las espinas?” Entonces el guía nos dijo: “No hagan caso de las espinas, porque sólo les molestarán. Corten las rosas, los lirios y los claveles”. CC 117.4
¿No ha habido en tu experiencia algunas horas fe-lices? ¿No has tenido algunos momentos preciosos en que tu corazón palpitó de gozo en respuesta al Espíritu de Dios? Cuando abres el libro de tu experiencia pasada, ¿no encuentras algunas páginas agradables? ¿No son las promesas de Dios como fragantes flores que crecen a cada lado de tu camino? ¿No permitirás que su belleza y dulzura llenen tu corazón con gozo? CC 118.1
Las espinas y los abrojos únicamente te herirán y causarán dolor; y si sólo recoges esas cosas y las presentas a otros, ¿no estás, además de menospreciando la bondad de Dios, impidiendo que los demás transiten por el camino de la vida? CC 118.2
No es sabio reunir todos los recuerdos desagradables de la vida pasada -sus iniquidades y desengañospara hablar vez tras vez de ellos y llorarlos hasta estar abrumados de desánimo. Una persona desanimada se llena de tinieblas, expulsa de su propia alma la luz divina y proyecta una sombra sobre el sendero de los demás. CC 119.1
Gracias a Dios por las hermosísimas imágenes que nos ha presentado. Reunamos las benditas pruebas de su amor para poder contemplarlas continuamente: El Hijo de Dios que deja el trono de su Padre y reviste su divinidad con la humanidad para poder rescatar al hombre del poder de Satanás; su triunfo en favor de nosotros, que abre el cielo a los hombres y revela a la visión humana la sala de audiencia donde la Deidad descubre su gloria; la raza caída, levantada de lo profundo de la ruina en que el pecado la ha sumergido, puesta de nuevo en relación con el Dios infinito y, después de soportar la prueba divina a través de la fe en nuestro Redentor, vestida de la justicia de Cristo y exaltada a su trono; éstas son las imágenes que Dios desea que contemplemos. CC 119.2
Cuando parece que dudamos del amor de Dios y desconfiamos de sus promesas, deshonramos y con-tristamos a su Santo Espíritu. ¿Cómo se sentiría una madre si sus hijos estuvieran quejándose constantemente de ella, como si no tuviera buenas intenciones para con ellos, cuando el esfuerzo de su vida entera ha sido sustentar sus intereses y proporcionarles comodidades? Imagínate que dudaran de su amor; quebrantarían su corazón. ¿Cómo se sentiría un padre si asi lo trataran sus hijos? ¿Y cómo puede considerarnos nuestro Padre celestial cuando desconfiamos de su amor, que le ha inducido a dar a su Hijo unigénito para que tengamos vida? El apóstol escribió: “El que ni aun a su propio Hijo perdonó, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos ha de dar también, de pura gracia, todas las cosas?” 3 Y sin embargo cuántos están diciendo con sus hechos, si no con sus palabras: “El Señor no dijo esto para mí. Tal vez ame a otros, pero a mí no me ama”. CC 119.3
Todo esto está destruyendo tu propia alma, pues cada palabra de duda que pronuncias atrae las tentaciones de Satanás; fortalece en ti la tendencia a dudar, y es un agravio de tu parte a los ángeles ministradores. Cuando Satanás te tiente, no salga de ti ninguna palabra de duda o tinieblas. Si eliges abrir la puerta a sus sugerencias, tu mente se llenará de desconfianza y cuestionamientos rebeldes. Si hablas de tus sospechas, cada duda que expreses no reaccionará solamente sobre ti, sino que será una semilla que germinará y dará fruto en la vida de otros, y tal vez sea imposible contrarrestar la influencia de tus palabras. Puede ser que por ti mismo te recobres del momento de tentación y del lazo de Satanás; pero puede ser que otros, quienes hayan sido dominados por tu influencia, no puedan escapar de la incredulidad que les insinuaste. ¡Cuán importante es que hablemos sólo las cosas que darán fuerza y vida espirituales! CC 120.1
Los ángeles están atentos para oír qué clase de in-formes das al mundo acerca de tu Maestro celestial. Sea tu conversación acerca del Ser que vive para in-terceder por ti ante el Padre. Esté la alabanza de Dios en tus labios y tu corazón cuando estreches la mano de un amigo. Esto atraerá sus pensamientos a Jesús. CC 120.2
Todos tenemos pruebas; duras aflicciones que sobrellevar y fuertes tentaciones que resistir. Pero no cuentes tus tribulaciones a tu prójimo mortal; antes bien, lleva todo a Dios en oración. Tengamos por regla nunca proferir palabras de duda o desaliento. Si hablas palabras de esperanza y santo regocijo, puedes hacer muchísimo para iluminar el camino de otros y fortalecer sus esfuerzos. CC 121.1
Hay muchas almas valientes acosadas en extremo por la tentación, casi a punto de desmayar en su conflicto contra el yo y los poderes del mal. No la desalientes en su dura lucha. Alégrala con palabras de valor, ricas en esperanza, que la impulsen por su camino. De este modo puede resplandecer desde ti la luz de Cristo. “Ninguno de nosotros vive para sí”. 4 Por medio de nuestra influencia inconsciente pueden los demás ser alentados y fortalecidos, o desanimados y apartados de Cristo y de la verdad. CC 121.2
Hay muchos que tienen ideas erróneas acerca de la vida y el carácter de Cristo. Piensan que carecía de calidez y alegría, que era austero, severo y triste. Para muchos toda la vida religiosa se presenta bajo este aspecto sombrío. CC 121.3
A menudo se dice que Jesús lloraba, pero que nunca se supo que haya sonreído. Nuestro Salvador fue en verdad un Varón de dolores, experimentado en quebrantos, porque abrió su corazón a todas las miserias de los hombres. Pero aunque su vida era abnegada y estaba ensombrecida por dolores y cuidados, su espíritu no quedaba abrumado por ellos. En su rostro no se veía una expresión de amargura o dolor, sino siempre de paz y serenidad. Su corazón era un manantial de vida y, dondequiera que iba, llevaba descanso y paz, gozo y alegría. CC 121.4
Nuestro Salvador fue profundamente serio y tomó muy en serio todo lo que hacía, pero nunca fue sombrío o huraño. La vida de los que lo imitan estará por cierto llena de propósitos serios; tendrán un profundo sentido de responsabilidad personal. Reprimirán la liviandad; entre ellos no habrá estrepitosa diversión ni bromas groseras; pues la religión de Jesús da paz como un río. No extingue la luz del gozo, ni impide la jovialidad, ni oscurece el rostro alegre y sonriente. Cristo no vino para ser servido sino para servir; y cuando su amor reine en nuestro corazón, seguiremos su ejemplo. CC 122.1
Si siempre tenemos presente las acciones egoístas e injustas de los demás, encontraremos que es imposible amarlos como Cristo nos ha amado; pero si nuestros pensamientos se espacian continuamente en el maravilloso amor y en la piedad de Cristo por nosotros, manifestaremos el mismo espíritu hacia otros. Deberíamos amamos y respetamos mutuamente, a pesar de las faltas e imperfecciones que son más que evidentes. Deberíamos cultivar la humildad y la desconfianza en nosotros mismos, y una paciencia llena de ternura para con las faltas ajenas. Esto destruirá todo egoísmo estrecho y nos hará de corazón amplio y generoso. CC 122.2
El salmista dice: “Confía en Jehová y haz el bien; habitarás en la tierra y te apacentarás de la verdad”. 5“Confía en Jehová”. Cada día trae sus aflicciones, sus cuidados y perplejidades; y cuando nos encontramos con ellas, ¡cuán prestos estamos para hablar de nuestras dificultades y pruebas! Intervienen tantas preocupaciones prestadas, se abrigan tantos temores, se expresa tal peso de ansiedades, que cualquiera podría suponer que no tenemos un Salvador compasivo y misericordioso, dispuesto a oír todas nuestras peticiones y a ser nuestro protector constante en cada hora de necesidad. CC 123.1
Algunos temen siempre y toman preocupaciones prestadas. Todos los días disfrutan de las pruebas del amor de Dios, todos los días gozan de las bondades de su providencia, pero pasan por alto estas bendiciones presentes. Su mente siempre está espaciándose en algo desagradable que temen pueda venir; o puede ser que realmente exista alguna dificultad que, aunque pequeña, ciega sus ojos a las muchas bendiciones que demandan gratitud. Las dificultades con que tropiezan, en vez de guiarlos a Dios, única fuente de ayuda, los alejan de él, porque les despiertan desasosiego y pesar. CC 123.2
¿Hacemos bien en ser así de incrédulos? ¿Por qué ser ingratos y desconfiados? Jesús es nuestro amigo; todo el cielo está interesado en nuestro bienestar. No debemos permitir que las perplejidades y cuidados cotidianos desgasten la mente y oscurezcan nuestro semblante. Si lo hacemos, siempre habrá algo que nos moleste y fatigue. No debemos dejamos dominar por los cuidados que sólo nos desgastan y destruyen, pero que no nos ayudan a soportar las pruebas. CC 123.3
Puedes estar perplejo en los negocios; tu perspectiva puede ser cada día más sombría y puedes estar amenazado por pérdidas; pero no te descorazones; confía tus cargas a Dios y permanece sereno y tranquilo. Ora por sabiduría para manejar tus negocios con discreción, y así evitarás pérdidas y desastres. Haz todo lo que esté de tu parte para obtener resultados favorables. Jesús nos ha prometido su ayuda, pero no sin que hagamos nuestro esfuerzo. Cuando, confiando en tu Ayudador, hayas hecho todo lo que puedes, acepta con gozo los resultados. CC 124.1
No es la voluntad de Dios que su pueblo sea abrumado por el peso de las preocupaciones. Pero nuestro Señor no nos engaña. Él no nos dice: “No temas; no hay peligros en tu camino”. Él sabe que hay pruebas y peligros, y nos lo ha manifestado abiertamente. Él no tiene la intención de quitar a su pueblo de en medio de un mundo de pecado y maldad, pero le presenta un refugio que nunca falla. Su oración por sus discípulos fue: “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal”. Y dice: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”. 6 CC 124.2
En el Sermón del Monte, Cristo enseñó a sus discípulos lecciones preciosas en cuanto a la necesidad de confiar en Dios. Esas lecciones tenían por fin animar a los hijos de Dios a través de los siglos, y han llegado a nuestra época llenas de instrucción y consuelo. El Salvador llamó la atención de sus seguidores a las aves del cielo: cómo entonan sus dulces cantos de alabanza, sin estar abrumadas por los cuidados de la vida, a pesar de que “no siembran ni siegan”. Sin embargo, el gran Padre provee a sus necesidades. El Salvador pregunta: “¿No valéis vosotros mucho más que ellas?” 7 El gran Proveedor de los hombres y las bestias abre su mano y alimenta a todas sus criaturas. Las aves del cielo no son tan insignificantes como para que no las note. El no toma el alimento y se lo da en el pico, pero hace provisión para sus necesidades. Deben juntar los granos que él ha esparcido para ellas. Deben preparar el material para sus niditos. Deben alimentar a sus pichones. Ellas van cantando a su trabajo porque “vuestro Padre celestial las alimenta”. Y “¿no valéis vosotros mucho más que ellas?” ¿No eres tú, como adorador inteligente y espiritual, de más valor que las aves del cielo? ¿No suplirá nuestras necesidades el Autor de nuestro ser, el Preservador de nuestra vida y el que nos formó a su propia imagen divina, si tan sólo confiamos en él? CC 124.3
Cristo señaló a sus discípulos las flores del campo, que crecen en rica profusión y brillan con la sencilla hermosura que el Padre celestial les ha dado, como una expresión de su amor hacia el hombre. Él decía: “Considerad los lirios del campo, cómo crecen”. 8 La belleza y la sencillez de estas flores naturales sobrepujan en excelencia, por mucho, al esplendor de Salomón. El atavío más esplendoroso producido por la habilidad del arte no se puede comparar con la gracia natural y la belleza radiante de las flores creadas por Dios. Jesús pregunta: “Si Dios viste así a la hierba del campo, que hoy es y mañana es echada en el homo, ¿cuánto más a vosotros, hombres de poca fe?” 9 Si Dios, el Artista divino, da a las sencillas flores que perecen en un día sus delicados y variados colores, ¿cuánto mayor cuidado no tendrá por los que ha creado a su propia imagen? Esta lección de Cristo es un reproche al pensamiento ansioso, a la perplejidad y a la duda del corazón sin fe. CC 125.1
El Señor quiere que todos sus hijos e hijas sean felices, llenos de paz y obedientes. Jesús dice: “Mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo”. 10 “Estas cosas os he hablado para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea completo”. 11 CC 126.1
La felicidad buscada por motivos egoístas, fuera de la senda del deber, es desequilibrada, espasmódica y transitoria; pasa y deja al alma llena de soledad y tristeza; pero en el servicio de Dios hay gozo y satisfacción; no se abandona al cristiano para que camine en caminos inciertos; no se lo abandona a pesares vanos y contratiempos. Si no tenemos los placeres de esta vida, aún podemos gozamos mirando la vida venidera. CC 126.2
Pero aun aquí los cristianos pueden tener el gozo de la comunión con Cristo; pueden tener la luz de su amor, el perpetuo consuelo de su presencia. Cada paso de la vida puede acercamos más a Jesús, puede damos una experiencia más profunda de su amor y llevamos un paso más cerca del bendito hogar de paz. No pierdas, pues, tu confianza, sino ten firme seguridad, más firme que nunca antes. “¡Hasta aquí nos ha ayudado Jehová!”, 12 y nos ayudará hasta el fin. Miremos los monumentos conmemorativos, recordemos lo que Dios ha hecho para confortamos y salvamos de la mano del destructor. Tengamos siempre frescas en nuestra memoria todas las tiernas misericordias que Dios nos ha mostrado -las lágri-mas que ha enjugado, los dolores que ha aliviado, las ansiedades que ha alejado, los temores que ha disipado, las necesidades que ha suplido, las bendiciones que ha derramado-, fortificándonos así para todo lo que está delante de nosotros por el resto de nuestra peregrinación. CC 127.1
No podemos menos que esperar nuevas perplejidades en el conflicto venidero, pero podemos mirar lo pasado, tanto como lo futuro, y decir: “¡Hasta aquí nos ha ayudado Jehová!” “Según tus días serán tus fuerzas”. 13 La prueba no excederá a la fortaleza que se nos dé para soportarla. De modo que sigamos con nuestro trabajo dondequiera que lo hallemos, creyendo que para cualquier cosa que venga, él nos dará fuerza proporcional a la prueba. CC 127.2
Pronto las puertas del cielo se abrirán para admitir a los hijos de Dios, y de los labios del Rey de gloria resonará en sus oídos, como la música más rica, la bendición: “Vengan ustedes, a quienes mi Padre ha bendecido; reciban su herencia, el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo”. 14 CC 127.3
Entonces los redimidos serán bienvenidos al hogar que Jesús les está preparando. Allí su compañía no será la de los viles de la Tierra, mentirosos, idólatras, impuros e incrédulos, sino la de quienes hayan vencido a Satanás y que por la gracia divina hayan formado caracteres perfectos. Toda tendencia pecaminosa, toda imperfección que los aflige aquí, ha sido quitada por la sangre de Cristo, y se les concede la excelencia y brillantez de su gloria, que excede en mucho a la brillantez del sol. Y su belleza moral, la perfección de su carácter, resplandece a través de ellos con una excelencia mucho mayor que este resplandor exterior. Están sin mancha delante del gran trono blanco y participando de la dignidad y los pri-vilegios de los ángeles. CC 128.1
En vista de la herencia gloriosa que puede ser suya, “¿qué dará el hombre a cambio de su alma?” 15Puede ser pobre; con todo, posee en sí mismo una riqueza y dignidad que el mundo jamás podría haberle dado. La persona redimida y limpiada de pecado, con todas sus nobles facultades dedicadas al servicio de Dios, es de un valor incomparable; y hay gozo en el cielo delante de Dios y de los santos ángeles por cada alma redimida, gozo que se expresa con cánticos de santo triunfo. CC 128.2
Elcaminoa Cristo CC 129.1
Es imposible que escapemos por nosotros mismos del abismo de pecado en que estamos sumidos... Jesús vivió, sufrió y murió para redimirnos... CC 129.2
El corazón de Dios suspira por sus hijos terrenales con un amor más fuerte que la muerte... Apro-vechemos los medios con que se nos ha provisto para ser transfor-mados conforme a su semejanza y restituidos al compañerismo con los ángeles ministradores, a la armonía y comunión con el Padre y el Hijo. CC 129.3